Reflexión de monseñor Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús para el programa radial "Compartiendo el Evangelio", para el 4º domingo de Adviento (19 de diciembre de 2010)
Evangelio según San Mateo 1, 18-24 (ciclo A)
“Este fue el origen de Jesucristo:
María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto.
Mientras pensaba en esto, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: ‘José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados. Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta: La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emanuel, que traducido significa: Dios con nosotros.’
Al despertar, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa”.
Estamos en la antesala del misterio único, inédito y original: el Dios que viene a visitarnos; el Dios que se hace hombre y que toma nuestra naturaleza humana, en todo igual menos en el pecado y asume una cultura, una historia, un tiempo; asume todo lo que es contemporáneo de aquél entonces: Jesús el Hijo de Dios, el Hijo de María Virgen.
Es algo misterioso porque su naturaleza es judía, judaica, del mismo color, la misma piel, las mismas costumbres, pero es el Hijo de Dios. Y la Virgen María también es judía, con la misma cultura. Pero nos muestran algo extraordinario: cómo cada uno de ellos, el Señor -en lo divino y lo humano-, la Virgen y San José, cumple con la voluntad de Dios.
Fijémonos: José es visitado por el ángel, ante la duda que él podría tener, y sin embargo el ángel le dice “no temas en recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en Ella proviene del Espíritu Santo”; José es el “varón justo” que cuida a la Virgen y va a custodiar a su Hijo, a Jesús, al Cristo, al Mesías.
María es la mujer elegida desde siempre por Dios para ser la Madre del Salvador. El sí de María es algo extraordinario; Ella, no conociendo varón, no sabiendo cómo sucederían estas cosas, dice SI a Dios y va a dar a luz el Hijo a quien se le pondrá el nombre de Jesús, “pues El salvará al pueblo de todos sus pecados”
Este misterio se entiende desde la fe.
Este misterio se vuelve a repetir.
Este misterio hay que vivirlo religiosamente y cada uno de nosotros tiene que abrir el corazón, abrir la mente porque viene Dios a visitarnos; entra en su casa; entra en mi casa; entra en nuestro corazón ¡nos toca!
¡Entra la luz y tienen que desaparecer las tinieblas!
¡Entra la gracia y tiene que haber una conversión!
¡Entra la Verdad y tenemos que alejarnos de la mentira!
¡Entra el amor y hay que aprender a vivirlo y perdonar a los demás!
¡Entra la paz y no seamos generadores de violencias, de incertidumbres, de perplejidades!
Ante la proximidad de la Navidad, pidamos al Señor que nazca en nuestro corazón y en nuestra vida. Si se lo permitimos y ponemos los medios, yo les aseguro y les prometo que no se van a arrepentir, porque lo de Dios es extraordinario, es gozoso, es el único que puede colmar nuestra alma y nuestro corazón.
Les dejo mi bendición, en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén
Mons. Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús
Fuente: AICA
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