"Juan estaba vestido con una piel de camello y un cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel silvestre. Y predicaba, diciendo:" (Mc 3,6)

9 de junio de 2010

¿Indicios de un nuevo paradigma social?



“El será para ti un motivo de gozo y de alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento, porque será grande a los ojos del Señor. No beberá vino ni bebida alcohólica; estará lleno del Espíritu Santo desde el seno de su madre, y hará que muchos israelitas vuelvan al Señor, su Dios. Precederá al Señor con el espíritu y el poder de Elías, para reconciliar a los padres con sus hijos y atraer a los rebeldes a la sabiduría de los justos, preparando así al Señor un Pueblo bien dispuesto.” (Lucas 1,14-17)

Esta profecía anuncia cosas que para nuestra sociedad actual son urgentes, al menos para la visión de los cristianos: la trascendencia, la sobriedad, la llenura de Dios, el poder para unir armoniosamente lo que está separado y el poder de atracción de la sabiduría, ejercido por los que buscan la santidad. Todo este exigente “paquete” prepara para el encuentro con Jesucristo. Permitámonos ahora una actualización de la Palabra de Dios. (PCD).


El Papa exclamaba conmovedoramente al iniciar su pontificado: -“¡Abran las puertas a Cristo!”- hace poco volvía a exclamar: -"¡Volvamos a hacer que Europa respire a plenos pulmones, a devolver el alma no sólo a los creyentes sino a todos los pueblos del continente, a promover la confianza y la esperanza, enraizándolas en la experiencia milenaria de fe cristiana!"- Todo esto es verdad pero la pregunta es: ¿cómo puede ser esto?

Bien, volvamos a Juan Bautista y la profecía que acompaña su nacimiento en el relato bíblico: ahí habla de algo urgente y esto es la capacidad de unir lo que está separado sin confundir: los padres con los hijos, no son “hijopadres” que se creen padres de sus padres, tutores o responsables, ni “padrehijos” adolescentes eternos.

Pero acá el tema central, creo, es la cuestión de la sabiduría ¿qué es la sabiduría? o mejor ¿qué es el sabio? y luego ¿quién es sabio? Sin dudas, que no es aquel que dispone solo de conocimientos técnicos, una especie de sofista, porque así han sido precisamente los intelectuales que se han alienado de Dios, sino que además pueda aportar su experiencia de vida, un plus a su conocimiento que marque la diferencia. Siendo así puedo relacionar la gran exclamación de Benedicto XVI que habla de “milenaria experiencia cristiana”.

Entonces, ¿podrá el cristiano ser un sabio en estos tiempos? porque si aun no estamos en el posmodernismo ¿será porque la modernidad no murió o porque ya murió pero aun no tenemos el certificado de defunción? Y ¿cuál es el recurso estratégico en el siglo XXI? ¿la tierra? ¿el capital? o ¿el conocimiento? Y si es el conocimiento ¿cómo se explota? ¿por un criterio utilitario? Y si es por un criterio utilitario ¿acaso eso no es objetivo? Claro está, en una sociedad mundial “occidentalizada” y subjetivamente pluralista. Un signo que me resulta interesante y asombroso son los “CEO” empresariales, en el sentido en que sirven de nexo entre la ejecutabilidad y los recursos (líderes de gestión cuyo conocimiento universitario está enriquecido por la práctica y es en la práctica donde se desarrollan, ganan o pierden, son muy intuitivos pero su éxito reside tanto en no perder en la subjetividad su altísima preparación objetiva, obviamente aplicada a los negocios, como al mismo tiempo ser rápidos y eficientes en la aplicación de esa preparación objetiva a los problemas reales y subjetivos) una figura que décadas atrás no existía. El CEO es el “sabio” de una empresa, une teoría y práctica. Con esto no quiero decir que la Iglesia sea una empresa mercantil, es solo una figura parabólica que tiene símil en el “sabio” en este tiempo.

Me queda otra cuestión, en Europa la tradición judeo-cristiana es vista como una casa de antigüedades. Por lo tanto, un puente al pasado es claro y seguro pero no efectivo y necesita también de otros puentes para continuar el camino hacia el futuro desde un presente que hoy parece ser lo más importante. Pero, a su vez, hoy se levantan banderas solo subjetivas, por ejemplo: “civilización del amor y la paz” (aquellas que se diluyen en la inconsistencia si no van acompañadas de otras como verdad y justicia) Este humanismo se parece más al “hippismo” que a la cristiandad y por cierto, los “hippies” ya tuvieron su “cuarto de hora” y fracasaron estrepitosamente con sus muy confusos postulados etéreos de “amor y paz”. Hoy cualquiera levanta la subjetiva bandera del amor, hasta los bizarros sinvergüenzas que denigran a sus semejantes en televisión lo hacen. Si la profecía habla de sobriedad, entonces ésta endrogada ebriedad confusa y disolutiva queda fuera del juego: “El Amor y la Verdad se encontrarán, la Justicia y la Paz se abrazarán” (Salmo 85,11).

Siendo así ¿seremos capaces los católicos del siglo XXI de construir los puentes necesarios en una sociedad de organizaciones que tiene al conocimiento como recurso estratégico? Pero sin terminar haciendo de nuestra fe una interculturación, por cobardía y comodidad, una “fe a medida” como ya se hace en muchos ambientes católicos.

¿Seremos capaces de atraer a los rebeldes a la sabiduría de los justos? Así el Dios que “mataron” en el siglo XX “resucite” en el siglo XXI para los intelectuales ¿Podremos abrir un camino para la encarnación de Cristo en una sociedad pluralista y crítica, llena de redes sociales? (no me refiero únicamente a lo que pasa en Internet sino a todas las organizaciones del mundo) ¿será que, poco a poco, estas redes organizacionales se irán haciendo más importantes que las propias naciones? ¿acaso no hay multinacionales más poderosas que países?

Miremos a Juan Bautista el Precursor del Mesías, quizá nos oriente a construir un camino en el desierto, con muchos puentes, para que la Presencia de Jesucristo venga a nosotros y a los otros en nuestro tiempo. Y que el Espíritu Santo responda a nuestro fervor por el Trascendente, que nos haga conocedores de Aquel que es Misterio y respondamos con nuestra práctica cristiana en el mundo. Evangelización valiente hecha con sabiduría que queda trastocada y transformada en el encuentro con Jesucristo. ¡Después de eso nada es igual aunque, aparentemente, todo siga en el mismo lugar! (PCD).

El director
Editorial de Prensa Cristiana Digital N° 27. Año III junio 2010.

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