Texto del micro radial de monseñor José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, emitido por LT 9 (10 de marzo de 2012)
El evangelio de este domingo nos muestra a Jesús enojado. Su enojo se debe a que a la casa de Dios, el Templo, lo habían convertido en un lugar no religioso: “Saquen esto de aquí, les dice, no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio” (Jn. 2, 16). Se había trastocado el sentido del Templo, había dejado de ser lugar de alabanza y de encuentro con Dios, como fundamento que orienta y da sentido a la vida religiosa del hombre.
Cuando el Templo deja de ser la Casa de Dios, cuando pierde su finalidad, la primera víctima es el mismo hombre. Creo que el enojo de Jesús es tanto por la ofensa a Dios, como por el daño que se le hace al hombre al empobrecerlo en su vocación de hijo de Dios. Dañar al hombre es, también, ofender a Dios. Por ello, la mejor garantía del hombre es cuando Dios ocupa su lugar y se respeta su primacía, cuando “Dios es el Señor”.
Cuaresma es un tiempo que nos puede ayudar a reflexionar sobre nuestra relación con Dios, como por el significado que tiene en nuestra vida su tercer mandamiento: Santificar las Fiestas. Esto nos va a llevar a hablar del significado del domingo como día del Señor. La lectura del Éxodo nos presenta el valor de los diez mandamientos como un camino teológico y moral que orienta la vida del hombre. Cuando Dios deja de ser Dios corremos el peligro de crearnos pequeños dioses a nuestra medida.
No desaparece nuestra dimensión religiosa, pero el término o la fuente ya no es Dios, sino fugases ídolos con los que creamos una relación mágica. Esto es lo que le dice Dios a Moisés: “No tendrás otros dioses delante de mí....; porque yo soy el Señor, tu Dios” (Ex. 20, 3-5). Es importante saber descubrir cuáles son en mi vida esos pequeños dioses a quienes presto una atención que me alejan del verdadero Dios. La purificación es una tarea inherente a una sana vida religiosa. Esto vale para todos.
El sentido del Domingo forma parte de una correcta relación con Dios, es un signo claro de que “Dios es el Señor”. El mandamiento o precepto de la Iglesia lo que hace es precisar aquel camino de la ley del Señor. El Domingo, nos dice, “los fieles tienen la obligación de participar en la Misa” (CDC. 1247). La función del precepto es orientar y sostener nuestra conciencia religiosa. Además de este sentido personal, el Catecismo de la Iglesia Católica nos señala su valor testimonial cuando nos dice que los cristianos: “Deben dar a todos un ejemplo público de oración, de respeto y de alegría espiritual a la sociedad humana” (CIC. 2188).
¡Qué importancia religiosa y cultural tiene para una comunidad que el centro del domingo sea celebrar la fe en Dios! Cuando esto se da recobramos el sentido de Fiesta, el ámbito de encuentro en la Familia, el valor de la caridad y de la visita con nuestros hermanos que necesitan de nuestra presencia. El avance comercial en el domingo enriquece a pocos y, lamentablemente, empobrece a muchos. Este es un tema, también, político.
En este camino de la Cuaresma es oportuno que reflexionemos, y tal vez nos examinemos, sobre cómo vivimos nuestra relación con Dios. Reciban de su Obispo junto a mi afecto y oraciones, mi bendición en el Señor.
Mons. José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz
Fuente: AICA
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