"Juan estaba vestido con una piel de camello y un cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel silvestre. Y predicaba, diciendo:" (Mc 3,6)

22 de abril de 2011

Mons. Lozano: Dios no quiere curas héroes ni superhéroes, Dios quiere curas santos e irreprochables


Homilía de monseñor Jorge Lozano, durante la Misa Crismal
(Catedral San José, 20 de abril de 2011)


San Lucas nos relata la primera  predicación de Jesús en la cual El mismo nos cuenta su misión. Lo hace a partir de un texto profético proclamado en la sinagoga de Nazareth…

El pasaje es del libro de Isaías que es enviado para anunciar una gran noticia al pueblo que está cautivo y oprimido en Babilonia: terminó el exilio, se acabó; llegó la liberación, volvemos a casa, a la patria, a los amigos.

El texto nos menciona a los destinatarios del anuncio: pobres, cautivos, ciegos, oprimidos. Para ellos una buena noticia. No para los satisfechos y autosuficientes, o para los que se acomodaron con el poder.

Hasta aquí el relato del Profeta. ¿Y la predicación de Jesús? Tan breve y concreta como desconcertante: “Esto se ha cumplido hoy”

Ya no hay deportación a Babilonia, pero sigue habiendo pobres, cautivos, ciegos, oprimidos: los grandes pecadores, los paganos, los marginados de la comunidad.

Jesús es ungido por el Espíritu Santo “para anunciar la buena noticia a los pobres”.

Sabemos que cuando se proclama el Evangelio en la liturgia es el mismo Señor el que está presente y nos habla. No hemos escuchado como quien oye un relato del pasado; hoy Jesús vuelve a leer entre nosotros este texto y nos dice otra vez: “esto se ha cumplido hoy”. (Cfr. S.C. 7 y V.D. 52)

Nos recuerda el Papa Benedicto en su Exhortación Apostólica sobre la Palabra de Dios, que “en el acto litúrgico, la Palabra de Dios va acompañada por la íntima acción del Espíritu Santo, que la hace operante en el corazón de los fieles.” (V.D. 52)

Podemos decir entonces, sin lugar a dudas, que el Espíritu del Señor está sobre nosotros. Sí, sobre todos nosotros. Iglesia diocesana.

Hoy –quienes estamos en este Templo y otros que forman parte de las diversas comunidades somos enviados a anunciar buenas noticias a los pobres y oprimidos. A los que son marginados y a los que no conocen a  Dios. ¿y cuál es la buena noticia?: “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en El no muera, sino que tenga Vida eterna” (Jn. 3, 16)

El Espíritu Santo está sobre vos, Iglesia diocesana.

Nuestra comunión es Trinitaria: el Padre y el Hijo derraman el Espíritu Santo en nosotros para que por el Bautismo seamos familia suya. El Papa Juan Pablo II – pronto beatificado- nos enseñaba que “la comunión es para la misión, y la misión es para la comunión”. Recordando la oración de Jesús en el huerto de los olivos asumimos como lema de la Asamblea diocesana su pedido al Padre: “sean uno para que el mundo crea “ (Jn 17)

El texto inspirado por Dios es proclamado por el profeta Isaías, es proclamado y actualizado por Jesús de Nazareth, y es hoy proclamado y también actualizado por la Iglesia, Cuerpo de Cristo. “Su Palabra no sólo nos concierne como destinatarios de la revelación divina, sino también como sus anunciadores.” (V.D. 91). Dios nos convoca por su Palabra, y también nos envía por medio de Ella.

En la Asamblea diocesana hemos querido centrar nuestra atención de modo especial en ustedes, nuestros agentes pastorales, quienes por vocación dedican tiempo y cariño en diversos servicios. Hoy la Palabra de vida te dice: el Espíritu Santo está sobre vos y quiere reanimarte, renovar tu vocación y misión. No te dejes vencer por el desaliento o los resultados que no llegan en el modo en que vos los esperás.

Hay una buena noticia para las familias. Ustedes son un tesoro muy valioso, querido por Dios. Sabemos de sus alegrías y preocupaciones. Nos comprometemos a acompañarlas y fortalecerlas. Ustedes son escuela de amor, verdad, justicia….

Queremos proclamar otra buena noticia: la vida es hermosa, es un regalo de Dios. Nadie vive por casualidad y menos aún por castigo. Nos comprometemos con la dignidad humana, muchas veces pisoteada por la pobreza, las adicciones, la exclusión social. En este Año de la vida nos comprometemos a cuidarla “desde la concepción hasta la muerte natural, en todas sus etapas y todas sus dimensiones”. (CEA, Octubre 2010)

Quiero hoy volver a convocarlos a seguir caminando juntos con estos objetivos que nos hemos propuesto para servir a quienes el Señor nos confía a nuestro cuidado pastoral. Hoy resuena en este Templo la buena noticia: el Espíritu Santo está sobre nosotros y nos envía.

Digamos: ¡aquí estoy! ¡contá conmigo!

El Viernes pasado falleció el P. Andrés Queirolo. Había cumplido 99 años el 3 de abril, y el 6 de Junio cumplirá 75 años de sacerdote. Él nos dejó ejemplo de entrega generosa de la vida por amor a Jesús y a la Iglesia. A mí me dio testimonio de aceptación y obediencia.

A todos el Padre nos ha elegido en Cristo “antes de la creación del mundo, para que fuéramos santos e irreprochables en su presencia, por el amor”  (Ef. 1, 4)

No nos quiere héroes, y menos aún superhéroes. Nos quiere santos e irreprochables.

Nos llama cada Jueves Santo a la conversión sacerdotal. Inclinemos nuestro cuerpo al lavar los pies, inclinemos la mente y el corazón. Seamos servidores humildes y sencillos.

Digamos: ¡aquí estoy! ¡contá conmigo!

Mons. Jorge Lozano, obispo de Gualeguaychú

Fuente: AICA

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