Una multitud participó anoche a lo largo de la Avenida de Mayo del tradicional Vía Crucis de Viernes, que evoca la pasión y muerte de Jesús. Al caminar, los fieles ocupaban unas tres cuadras de la avenida. La procesión, que une la plaza de los Dos Congresos y la catedral, se convirtió en los últimos años en una cita obligada para muchos católicos porteños, que siguen con especial recogimiento el rezo de las 14 estaciones que recuerdan el juicio, las caídas, la crucifixión y el entierro de Cristo. Anoche se repartieron 8.000 velas, lo que le dio un aspecto particularmente sobrecogedor al Vía Crucis. Una red de altoparlantes a lo largo de las 12 cuadras que demandó el trayecto permitió que todos siguieran el oficio. El Vía Crucis se inició con la representación de la primera estación (su condena a muerte) sobre una tarima levantada en la intersección de la Avenida de Mayo con Paraná.
Luego, comenzó la marcha encabezada por la llamada Cruz de los Genoveses, una imponente artesanía de metal plateado de 125 kilos portada por miembros de la colectividad italiana. Además, numerosos fieles se fueron turnando para trasladar en grupos de 20 la Cruz Penitencial, una estructura de 25 metros. Este año, se sumó una segunda cruz para que fue trasladada por los jóvenes.
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