"Juan estaba vestido con una piel de camello y un cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel silvestre. Y predicaba, diciendo:" (Mc 3,6)

18 de febrero de 2011

Mons. Lugones: "el docente católico es protagonista del compromiso evangelizador"


Mensaje de Mons. Jorge Rubén Lugones SJ, obispo de Lomas de Zamora, a los formadores de las instituciones católicas y colegios adherentes, que abarca los municipios de: Lomas de Zamora, Almirante Brown, Esteban Echeverría, Presidente Perón, San Vicente y Ezeiza (17 de febrero de 2011)


Querida comunidad educativa:

Recorriendo varios de nuestros colegios en distintos lugares de nuestra extensa diócesis, me he encontrado con la grata sorpresa del compromiso de sus directivos y representantes legales, deseosos de formar y acompañar a los docentes y padres de los alumnos frente a la difícil situación cultural, económica y social de la comunidad educativa.

Queremos impulsar a todos nuestros formadores a reflexionar sobre la comunión y la comunicación en la tarea evangelizadora,  de un modo especial a los que tenemos la responsabilidad de la conducción. Dicho impulso es una invitación a “navegar mar adentro y echar las redes” no sólo desde el anuncio explícito, que con constancia muchas de nuestras comunidades educativas vienen realizando, con gran esfuerzo y entrega, sino también, pudiendo llegar a ciertos ambientes  “no católicos”, diría no religiosos, y en muchos casos secularizados, que prescinden de Dios.

El docente católico es protagonista del compromiso evangelizador

Es oportuno recordar y meditar lo que nos dicen las Líneas Pastorales para la Nueva Evangelización del Episcopado Argentino:
Para que el anuncio de Jesucristo y la promoción de la dignidad humana sean ofrecidos a toda la sociedad argentina, convocamos a cada uno de los bautizados a ser protagonista activo de esta gesta evangelizadora nueva en los sectores y ambientes que le son propios: en la vida familiar; las instituciones civiles; el solidario y fraterno compromiso con los pobres y los jóvenes…  en el vasto campo de la educación y de la cultura; en la pluralidad de las artes y de las actividades de los medios de comunicación social” (1).

Anuncien la Buena Noticia a toda criatura.
El hombre es el destinatario de la misión. La pastoral de la Iglesia se dirige al hombre: a todos los hombres y a cada uno en particular. Pero ¿A cuál hombre? ¿a qué mujer y a qué hombre? ¿Al hombre creyente o al hombre agnóstico? ¿Al estudiante aplicado o al cuasi indomable?¿Al joven del grupo parroquial o al que está excluido de toda contención familiar? ¿A la mujer que sabe rezar y medita la palabra de Dios, o la que está convencida de que la iglesia es un negocio? ¿Al político catolicón, que hace la suya o al dirigente barrial que critica su actuar como católico? ¿A los que se organizan para rezar  el rosario a las tres de la tarde, o a los que convocan y buscan el apoyo de los vecinos para que la fábrica del barrio deje de contaminar?.... Evidente Jesús dice a toda criatura.

El desafío de comunicar a los que no están el redil

Creemos que puede ser un desafío duro pero no menos importante, el buscar a aquellos que no integran nuestra comunidad educativa, que no tiene como base nuestra práctica de la fe, pero que no debemos excluir sino intentar evangelizar.

Sabemos lo costoso que se nos hace formar en la “dimensión social de la fe”. Acompañar a nuestros educandos a salir del propio círculo del colegio y de su ambiente: para comunicar e intentar la comunión con los más desprotegidos de la sociedad: los más pobres, los niños y adolescentes con capacidades diferentes, los ancianos solitarios y arrumbados, los que se sienten excluidos, etc.

Despertar a este riesgo del apostolado es dejar que lo recibido para cumplir la misión que se nos confía prosiga su natural cauce y se propague fecundante. Esta creatividad en la misión necesariamente debe inquietar sanamente para no atrincherarse en el propio límite. La gracia de Dios y la confianza en El, animan a llevar las fronteras un poco más allá.

La parábola de la oveja perdida (Lc.15) nos ayuda a la reflexión: es la oveja que ha quedado en tierra de nadie, no demarcada por fronteras, a la que tenemos que salir a buscar y acompañar. Está perdida porque se encuentra sin pastor, sin rebaño y sin referencia, sin contención, sin horizonte y sin sentido. El texto evangélico nos lleva también a pensar desde nuestra limitación, desde nuestra parálisis justificada por los riesgos que podríamos correr como institución (sobre todo los legales) para no arriesgar y  lanzarnos más allá  de todo límite, para recuperar a los que no están seguros, a los que se sientes débiles, a los que de distintos modos pueden sentirse excluidos..

El docente: artesano del dialogo y la comunión

Una de las dificultades que notamos en nuestra tarea pastoral es articular la comunicación, el diálogo, que nos permita recrear continuamente la comunión, la cual nos “… interpela más que nunca a los cristianos a vivir la eucaristía como una gran escuela de paz, donde se forman hombres y mujeres que, en los diversos ámbitos de responsabilidad de la vida social, cultural y política, sean artesanos de diálogo y comunión (2). Decía el futuro beato Juan Pablo II.

Se nos propone en primer lugar a nosotros formadores ser en nuestra acción artesanos, es decir aquellos que crean y recrean, con constancia, creatividad y trabajo auténticos vínculos humanos. El artesano es quién se toma su tiempo e imagina, piensa, reflexiona, y muchas veces, al plasmarla en la realidad, sufre decepción porque su obra no siempre coincide, del modo exacto como él la pensó o ideó. El trabajo del artesano se contrapone al de la creación “en serie” de la máquina, en la que desde una misma matriz sale todo igual a ella misma con exactitud milimétrica.
Qué difícil se nos hace muchas veces esta tarea en la comunidad educativa, se habla mucho, se dialoga poco.

Ser artesanos del diálogo y de la comunión es un deseo que se pide como gracia al Dueño de la creación y también un esfuerzo, una tarea, un sacrificio, que no siempre termina como lo habíamos planificado. Es por eso que debemos estar afirmados en una sólida espiritualidad, en la iglesia la denominamos: “espiritualidad de la comunión”.

La comunión implica el reconocernos con los otros, genera el encuentro, invita a la reflexión y provoca la fiesta de la comunidad. Por tanto esta espiritualidad de la comunión no es alienante, ni intimista, ni privativa de “algunos elegidos“; sino que como respuesta a la Palabra viva de Dios, aporta como método privilegiado de la comunión y de la paz: el diálogo. Un diálogo abierto a todos, que procede por acercamientos progresivos, aceptando el límite y la gradualidad, en la paciencia de la esperanza, que tiene como nota la espera confiada en el Señor, que inspira  horizontes siempre más justos de unidad.

En el diálogo fraterno, a medida que nos entregamos, que aportamos, que nos damos a nosotros mismos, nos damos cuenta que vale más el amor que el simple acuerdo o asentimiento, pues el consenso nivela inspirado en la medida de lo tangible, posible y a veces de lo inmediato, en cambio el amor no mide tanto posibilidades o futuribles, porque él es la misma medida que no limita sino que nos abre a la entrega sincera, a horizontes desprovistos de toda mezquindad o conveniencia de grupo, donde la urgencia no desequilibra pues es atemperada por “lo importante” que anima a darse un tiempo que no se mide, porque el amor no tiene medidas.

El diálogo como camino para la comunión y como dinamismo para la construcción de la comunidad, no puede estar exento del discernimiento, para que, a la luz de la Palabra, la comunidad esté en condiciones de hacer opciones necesarias y oportunas, buscando la voluntad de Dios, para el ejercicio de la misión.

El discernimiento espiritual,  que implica esta presencia de Dios en la vida de la comunidad, y el pedir al Espíritu Santo el don de la Sabiduría pone a cada uno de los integrantes de la comunidad: directivos, docentes, alumnos, no docentes, padres en condiciones de hacer opciones entendidas como: “sacrificio espiritual” para con-formarse a  la voluntad de Dios, en el ejercicio de la caridad pastoral, que siempre demanda una entrega.

Se nos propone la confianza en Dios, la entrega confiada y aunque no hagamos una introspección, sí un vernos delante de Dios, tal vez con esa cualidad del Señor Jesús, que es la longanimidad. Virtud humana que se asemeja, usando el ejemplo del acto respiratorio, a una respiración lenta y profunda, pero a la vez de largo aliento. Dicha virtud es propia del que tiene presente la meta y los objetivos, pero no lo apura nadie, sabe esperar, intenta comprender y compadecer. Sabemos que Dios aún cuando calla, como en la barca, tiene la última y verdadera palabra.

Buscamos horizontes de Dios y dejamos que su Palabra bucee en nuestro interior, en esa profundidad que El recrea… y a la vez El va de camino como sembrador, que nos advierte no arrancar lo plantado antes de tiempo, tiempo al tiempo, y aquí pedimos el largo aliento: la constancia, paciencia, perseverancia y tolerancia como formadores.

La creatividad del desafío, desde los valores permanentes

Y nosotros decimos que es un desafío pero desde la creatividad.
Ser creativos implica que hay siempre un horizonte abierto. Y no se trata solamente de un optimismo espiritualista. Desde la afirmación: “lo que ves no es todo lo que hay”, nos anima al ingenio y la apertura, para que muchos puedan tener la oportunidad de un contacto con lo trascendente, presentado desde la competencia de leer los acontecimientos cotidianos e incluso los que nos proponen los medios de comunicación social con un espíritu sanamente crítico para ser nosotros con nuestros educandos también formadores de opinión, pero con un sustrato convincente de la vigencia de la formación en los valores del reino, que proclamamos en la misa de Cristo Rey: el valor de la vida y la verdad, de la gracia y la santidad, de la justicia, el amor y la paz .

No sólo nos ocupamos  de transmitir contenidos, somos testigos de una vivencia, desde nuestra unión personal con Jesucristo, Señor de la vida.

Decía este año el Santo Padre: la amplia transformación en el campo de las comunicaciones dirige las grandes mutaciones culturales y sociales de hoy  Las nuevas tecnologías no modifican solo el modo de comunicar, sino la comunicación en sí misma, por lo que se puede afirmar que nos encontramos ante una vasta transformación cultural.  Junto a este modo de difundir información y conocimientos, nace un nuevo modo de aprender y de pensar, así como nuevas oportunidades para establecer relaciones y construir lazos de comunión (3).

Cuando sentimos la necesidad de acercarnos a otras personas, cuando deseamos conocerlas mejor y darnos a conocer, estamos respondiendo a la llamada divina, una llamada que está grabada en nuestra naturaleza de seres creados a imagen y semejanza de Dios, el Dios de la comunicación y de la comunión.

La sensibilidad frente al momento histórico, el realismo en la acción, no deben hacernos olvidar la defensa de los valores perennes que deben ser salvados en la sociedad. La necesaria apertura hacia las exigencias nuevas de la sociedad no debe hacer que dejemos de lado los valores permanentes que valen para el hombre de ayer, de hoy y de mañana.

“El compromiso de ser testigos del Evangelio en la era digital-dice el Papa-  exige a todos el estar muy atentos con respecto a los aspectos de ese mensaje que puedan contrastar con algunas lógicas típicas de la red. Hemos de tomar conciencia sobre todo de que el valor de la verdad que deseamos compartir no se basa en la “popularidad” o la cantidad de atención que provoca. Debemos darla a conocer en su integridad más que intentar hacerla aceptable, quizá desvirtuándola, debe transformarse en alimento cotidiano y no en atracción de un momento. La verdad del Evangelio no puede ser objeto de consumo o de disfrute superficial, sino un don que pide una repuesta libre” (4).
Los cristianos estamos llamados a construir un orden social y civil respetuoso de la persona humana, a proponer la auténtica concepción del hombre y de sus verdaderas necesidades, promoviendo a la familia, y haciendo buen uso del poder de la tecnología digital, pues: “Cuanto más se participa en el espacio público digital, creado por las llamadas redes sociales, se establecen mejores formas de relación interpersonal que inciden en la imagen que se tiene de uno mismo. Es inevitable que ello haga plantearse no sólo la pregunta sobre la calidad  del propio actuar, sino también sobre la autenticidad del propio ser" (5).

El testimonio cristiano no es sólo buena voluntad

Es evidente que no es suficiente ser “buen católico”, como se dice habitualmente, para ser un buen docente, un formador, un capacitador un administrador, o un buen profesional, o un buen obrero, o un buen comunicador. Es necesario el esfuerzo de la preparación, la formación, la habilidad técnica.

Se requiere competencia y eficiencia. Para ello hay que prepararse seriamente. Se debe huir de la improvisación pero; sin olvidar lo que dice san Pablo a los corintios: “la ciencia sola hincha y la caridad edifica" (6).

La acción del cristiano en el mundo no es sólo una cuestión técnica, es también algo íntimamente unido a su vida personal. Para ser eficaz en la pastoral educativa debe darse una coherencia en todos los momentos y aspectos de su personalidad: como fiel, como padre o madre de familia, como profesional, como responsable en la vida social, respetuoso de la ley en deberes y derechos.

La teoría o la práctica de la doble verdad, que sostiene que la profesión, los negocios, la política se realizan prescindiendo de las convicciones religiosas, puede ser una fuerte tentación de querer separar la religión de toda realidad humana, No será sencillo ser testigos de la fe, ante un neopaganismo apático de lo trascendente, que “nivela para abajo”, y se deslumbra con la imagen, la  superficialidad, la grosería y lo vano.

El docente es un comunicador inmerso en la historia

El cristiano comprometido en el apostolado educativo debe conocer la realidad de la sociedad en la que vivimos, no solamente a través de una lectura, que podríamos llamar fotográfica, limitándose a registrar lo que sucede ante nuestros ojos, sino intentando ir un poco más a fondo para recoger las raíces de los fenómenos que observamos. Se trata de comprender las razones de fondo que están en el origen de algunos comportamientos. Veremos que existen presupuestos culturales que informan el pensamiento y el modo de obrar de las personas. Se hace necesario una lectura de la realidad, un trabajo de discernimiento –como expresamos más arriba- para interpretar el significado de los acontecimientos.

Debe conocer las ideas, correctas o erróneas (toda idea puede tener algo de verdad) que circulan en el mundo y de alguna manera lo dirigen. Debe conocer las causas y los componentes que han influido en la configuración de las ideologías. Debe conocer las condiciones objetivas, espirituales y materiales en que viven los adolescentes-jóvenes de  nuestro tiempo y su entorno, cuál es el cuadro cultural, económico, político en el que se encuentran. Debe conocer las razones de las protestas contra la situación actual.

El docente católico: peregrino del cielo con los pies en la tierra

Somos mujeres y hombres de fe por eso confiamos este gran desafío, al Maestro interior: El  Espíritu Santo, que anima a la apertura y a la comunión entre los hombres, invitando a la aceptación de la diversidad, propiciando el encuentro, haciéndonos artesanos del diálogo y la comunión  implicándonos como iglesia, a recrear continuamente la cultura del encuentro, con el mundo y la sociedad.

El horizonte de la Iglesia como el de Jesús es el Reino, de allí la importancia de que la Iglesia pronuncie su voz: como peregrinos del cielo, pero con la mente abierta, el corazón en la mano y los pies sobre la tierra. La articulación de todo diálogo debe nacer de la apertura al Espíritu, Maestro de comunicación, El puede vencer  con su auxilio todo lo que nos atemoriza y detiene, todo lo que divide y separa, para hacer crecer el espíritu de la verdad y de unidad, para que el mundo crea. 

María Santísima Nuestra Señora de la Paz, “mujer sin retórica”, la que supo escuchar al gran comunicador, al Espíritu Santo.

 María, mujer de no muchas palabras pero oportunas, que supo discernir entre tantos comentarios de pueblo, la Palabra verdadera. María, la del sí como un susurro, que se convertiría en el gran hecho comunicado y comunicador de la historia.

María que pacientemente enseñó al niño y adolescente Jesús, a ella le decimos confiadamente: queremos que nos acompañes en este desafío de la evangelización de nuestros colegios católicos, para llegar a los que  se sienten parte y a los que no se sienten parte del redil.

María mujer sin retórica, líbranos del aplauso, del estremecimiento instantáneo y de la intoxicación de las palabras. Haz que nuestra comunicación parta de la solidez de los valores y llevando el perfume del silencio y de la palabra oportuna, trasunte la apertura de la tolerancia, el don de la libertad de espíritu y la verdad en la caridad que el creador nos ha insuflado.

Con mi bendición para todos.
Mons. Jorge Rubén Lugones SJ, obispo de Lomas de Zamora
Lomas de Zamora, 17 de febrero de 2011.

Fuente: AICA

(1) LPNE Nº 40, CEA 1990
(2) Juan Pablo II, en “Mane Noviscum Domine” Nº 27
(3) Benedicto XVI, Mensaje para la XLV Jornada mundial de las comunicaciones sociales
(4) Ibid
(5) Ibid
(6) 1 Co 8, 1ss.

1 comentario:

  1. Anónimo18.2.11

    UN DOCENTE CATOLICO DEBE SER TESTIMONIO DE LO QUE CREE Y COMUNICADOR DE VALORES, LLEVANDO A
    LOS ALUMNOS A UN CAMINO DE COMUNION CON EL DIOS
    DE LA VIDA.!

    ETELVINA

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