"Juan estaba vestido con una piel de camello y un cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel silvestre. Y predicaba, diciendo:" (Mc 3,6)

15 de febrero de 2011

Mons. Giaquinta: "Jesús no propone una moral rigorista ni laxista sino plena"


Homilía de monseñor Carmelo Juan Giaquinta, arzobispo emérito de Resistencia, para el sexto domingo durante el año (13 febrero 2011)
Mt 5,17-37


1. El Evangelio de hoy comienza con la afirmación de Jesús: “No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas. Yo he venido… a dar cumplimiento” (Mt 5,17).
En el lenguaje bíblico, la palabra “Ley” significa el conjunto de la Sagrada Escritura. Por ejemplo, cuando Jesús dice: “De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas” (Mt 22,40). En cuanto al sentido de la palabra “cumplimiento”: los Evangelios, y especialmente Mateo, afirman que en Jesús se cumplen las Escrituras. Lo que en ellas está anunciado proféticamente, se hace realidad en él: “Todo eso sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta…” (Mt 1,22). Este es un principio fundamental para interpretar la Escritura.


II. UNA SANTIDAD SUPERIOR A LA DE LOS ESCRIBAS Y FARISEOS

2. En el pasaje de hoy, Jesús nos enseña no sólo que él vino a dar cumplimiento a la Escritura, sino que también su discípulo lo ha de hacer: “El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos” (v. 19). Esta frase y la que sigue podrían inducirnos a pensar que Jesús se inclina por una interpretación literal de la Escritura, al estilo de muchos fariseos: “Les aseguro que no desaparecerá ni una i ni una coma de la Ley, antes que desaparezcan el cielo y la tierra, hasta que todo se realice” (v.18). Pero evitemos desgajar el párrafo del resto del Sermón de la Montaña y del Evangelio de Mateo. Jesús no se presenta como uno de aquellos fariseos que, en su obsesión por observar la Ley, inventaban interpretaciones caprichosas: “¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que cierran a los hombres el Reino de los Cielos! Ni entran ustedes, ni dejan entrar a los que quisieran” (Mt 23,13). Él se manifiesta como el Maestro “humilde y paciente”, del cual aprender, “porque mi yugo es suave y mi carga ligera” (Mt 11,29-30). Su Evangelio nada tiene que ver con una vivencia literal de la Escritura, que los Apóstoles, después de Pentecostés, criticaron como “un yugo que ni nuestros padres ni nosotros pudimos soportar” (Hech 15,10).

3. Lejos de Jesús proponer una moral rigorista. Pero tampoco propone una laxista. Él nos propone una moral de plenitud, capaz de configurarnos con él que, con su vida, muerte y resurrección, es el perfecto cumplidor. A él le importa que su discípulo también cumpla y realice en plenitud la Palabra de Dios. Y, por tanto, en forma muy superior a como lo hacían los escribas y fariseos: “Si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos” (Mt 5,20). En todo el Sermón de la Montaña, Jesús nos orienta hacia la meta que escucharemos el domingo próximo: “Ustedes sean perfectos como es perfecto su Padre que está en el cielo” (Mt 5,48). Si olvidásemos esto, no entenderíamos nada del Evangelio de Jesús.

III. “SE DIJO A LOS ANTEPASADOS… PERO YO LES DIGO…”

4. Que Jesús propone el cumplimiento de la Ley de Dios comprendida en plenitud, lo apreciamos en los párrafos que siguen. Él toma seis de los mandamientos promulgados por Moisés, relacionados con el prójimo, y los reinterpreta en sentido más profundo. En este domingo, lo hace con el 5°, 6° y 8° mandamientos del Decálogo, y suprime una disposición sobre el divorcio. Otros dos serán leídos y considerados el domingo próximo: “Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: ‘No matarás... Pero yo les digo que todo aquel que se irrita contra su hermano, merece ser condenado por un tribunal’… Ustedes han oído que se dijo: ‘No cometerás adulterio’. Pero yo les sigo: El que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón… También se dijo: ‘El que se divorcia de su mujer, debe darle una declaración de repudio’. Pero yo les digo: El que se divorcia de su mujer,… la expone a cometer adulterio” (Mt 5,21-22.27-28.31-32).

IV. “CUANDO USTEDES DIGAN ‘SÍ’, QUE SEA ‘SÍ’”

5. El último de los mandamientos que Jesús reinterpreta es el octavo, referido al juramento: “Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: ‘No jurarás falsamente’…” (5,33-38). El párrafo merecería una seria reflexión sobre el valor que los cristianos damos hoy a la palabra empeñada, al sí matrimonial, a los votos religiosos, a las promesas sacerdotales. Según Jesús el hablar del discípulo es sagrado: “Cuando ustedes digan ‘sí’, que sea ‘sí’” (v. 37). Si el cristiano rompiese habitualmente su palabra, el “Amén”, al final de su oración o al recibir la Comunión, sonaría a mentira.

6. Todas las rupturas de la palabra de un cristiano son dolorosas. Pero existe hoy una forma de degradación de la palabra a la que hay que prestar atención, pues es demoníaca: delatar al hermano en la fe mediante el uso de anónimos por Internet. Es digno de condenación el que emite el anónimo, pero también el que lo acepta. La reforma de la Iglesia sólo puede venir por la corrección fraterna, como nos lo enseña Jesús (Mt 7,1-5; 18,15-17), y no por iniciativas espurias contrarias a la fe.

Carmelo Juan Giaquinta, arzobispo emérito de Resistencia

Fuente: AICA

1 comentario:

  1. Anónimo15.2.11

    COINCIDO CON MONS. GIAQUINTA LA MORAL ES PLENA
    O NO ES MORAL Y ESO SE APRENDE EN EL HOGAR, CUAN
    DO HAY AMOR Y TEMOR DE DIOS.!

    ETELVINA

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