"Juan estaba vestido con una piel de camello y un cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel silvestre. Y predicaba, diciendo:" (Mc 3,6)

20 de febrero de 2011

¿Maduros o "madurescentes"?


“Os exhorto, pues hermanos por la misericordia de Dios, a que os ofrezcáis a vosotros mismos como un sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. Tal debería ser vuestro culto espiritual. Y no os acomodéis a la forma de pensar del mundo presente; antes bien transformaos por medio de la renovación de vuestra mente, de forma que podáis distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto.” (Romanos 12,1-2, versión Biblia de Jerusalén 2009, totalmente revisada).


Hoy vivimos en un tiempo de amplia “adolentización” social, en el cual predomina el pensamiento frágil, en que las virtudes cristianas están desacreditadas y los valores cristianos están cuestionados, no existiendo un norte hacia el cual podamos encaminarnos.

Por otro lado tenemos el emotivismo, que está a la orden del día, lo importante es sentir… ¡“pare de sufrir”!, las comunidades humanas, extremas, tanto “secularistas” como “espiritualistas” están marcadas por una gran sensualización, hedonismo por un lado e histeria por otro, aquí podemos encontrar una explicación del éxito de las sectas emocionales.

Otra característica de este tiempo es la ordofobia o fobia al orden, especialmente en Argentina, toda institucionalidad y autoridad es vista como uniformante, retrógrada y agobiante.

La aceleración de la vida es otro de estos rasgos actuales, ¡las cosas hay que realizarlas ya! La religión del ¡“llame ya”!... no importa avasallar a otros, pasarlos por encima, no existe respeto ni amor por el prójimo ¡esto es mío!...

Así llegamos a los vínculos líquidos, vínculos humanos que no pueden permanecer y desarrollarse y ser duraderos sino que se hacen y deshacen con una velocidad de alta fragmentación. Estas características sociales están instaladas en los grandes centros urbanos y dominan la vida de hoy, una sociedad “Peter Pan”.

Todo esto no lo digo a fin de “maldecir tinieblas” sino a fin de entender ciertos rasgos de nuestro tiempo, que obviamente no están presentes en todas las personas pero todas las personas de las grandes ciudades están en mayor o menor medida expuestas a esto. Por lo tanto, todo esto es importante a la hora de discernir el rumbo de una pastoral si es que lo tiene o empezar a trazarlo, y aunque “la Palabra de Dios no es una rama más del árbol de la Iglesia sino la savia que corre por su tronco y por todas sus ramas” (Santiago Guijarro), sin embargo es buena una pastoral bíblica como puerto de referencia en medio de nuestra actualidad subjetiva.

Si como decían los padres medievales Dios escribió dos libros: “la Biblia y el mundo” debemos considerar la realidad profética, es decir el mundo real y contemporáneo en cual estamos y nos movemos, primero para no amoldarnos a él y segundo para llevar la Palabra de Cristo a él en un lenguaje que nos pueda captar. No amoldarse a las formas de pensar del tiempo presente significa no caer en la “adolentización”, tener unidad en nuestra fe católica y diversidad en las formas de expresarla, fidelidad y libertad. No dejarnos seducir por el sensualismo pseudo religioso de este tiempo, a la manera de los “profetas de Baal” ni caer por otro lado en un extremismo meramente racional.

Entender que la Iglesia es tanto institución como carisma, basta de discursos demagógicos por parte de “caudillos aventureros”. Ser sabios para esperar los momentos adecuados, una pastoral no se la construye a los “ponchazos” o por arrebato del ego. Nuestros vínculos han de ser fuertes en el amor “¡Miren como se aman!” decían de la Iglesia Primitiva, el amor no está en el aire, el amor se vive en los vínculos reales, entre sujetos reales, no es una mera idea. Así podremos tener muchos frutos para la gloria de Dios. Sembremos las semillas de los buenos frutos obtenidos hasta hoy y el fruto será más que abundante.

“En efecto, siendo libre, me hice esclavo de todos, para ganar al mayor número posible. Me hice judío con los judíos para ganar a los judíos; me sometí a la Ley, con los que están sometidos a ella – aunque yo no lo estoy – a fin de ganar a los que están sometidos a la Ley. Y con los que no están sometidos a la Ley, yo, que no vivo al margen de la Ley de Dios – porque estoy sometido a la Ley de Cristo – me hice como uno de ellos, a fin de ganar a los que no están sometidos a la Ley. Y me hice débil con los débiles, para ganar a los débiles. Me hice todo para todos, para ganar por lo menos a algunos, a cualquier precio. Y todo esto, por amor a la Buena Noticia, a fin de poder participar de sus bienes.” (I Corintios 9,19-23, versión Pueblo de Dios). (PCD).

Mauricio Shara, “¿Pastoral madura o ´madurescente´?”, Prensa Cristiana Digital 26 (2010) 10

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