El Papa se asomó al mediodía del domingo a la ventana de su estudio en el palacio Apostólico para dirigir la plegaria mariana del Ángelus ante miles de fieles y peregrinos congregados en la plaza de San Pedro. El Papa renovó a todos su felicitación por el nuevo año y dio las gracias a cuantos le han enviado "mensajes de cercanía espiritual". Comentando el Evangelio de hoy, que vuelve a proponer el Prólogo del Evangelio de san Juan, proclamado el día de Navidad, el pontífice puso de relieve que "este texto admirable expresa, en la forma de un himno, el misterio de la Encarnación, predicado por los testigos oculares, los Apóstoles, en particular por Juan, cuya fiesta se celebra el 27 de diciembre".
Benedicto XVI se dirigió posteriormente a las miles de personas congregadas en la Plaza de Colón de Madrid, que celebran por cuarto año consecutivo la fiesta de la Familia, y cuyo tema este año era: "La familia cristiana, esperanza para Europa".
"Os invito -dijo el Papa- a ser fuertes en el amor y a contemplar con humildad el Misterio de la Navidad, que continúa hablando al corazón y se convierte en escuela de vida familiar y fraterna. La mirada maternal de la Virgen María, la amorosa protección de san José y la dulce presencia del Niño Jesús son una imagen nítida de lo que ha de ser cada una de las familias cristianas, auténticos santuarios de fidelidad, respeto y comprensión, en los que también se transmite la fe, se fortalece la esperanza y se enardece la caridad. Aliento a todos a vivir con renovado entusiasmo la vocación cristiana en el seno del hogar, como genuinos servidores del amor que acoge, acompaña y defiende la vida. Haced de vuestras casas un verdadero semillero de virtudes y un espacio sereno y luminoso de confianza, en el que guiados por la gracia de Dios se pueda sabiamente discernir la llamada del Señor, que sigue invitando a su seguimiento. Con estos sentimientos, encomiendo fervientemente a la Sagrada Familia de Nazaret los propósitos y frutos de ese encuentro, para que sean cada vez más las familias en las que reine la alegría, la entrega mutua y la generosidad".
Después del Ángelus, el Santo Padre se refirió a la noticia "del grave atentado contra la comunidad cristiana copta en Alejandría de Egipto. Este vil gesto de muerte, como el de colocar bombas, también ahora cerca de las casas de los cristianos en Irak para obligarles a que se vayan, ofende a Dios -dijo- y a la humanidad entera, que precisamente ayer ha rezado por la paz y ha comenzado con esperanza un nuevo año. Ante esta estrategia de violencia que tiene como punto de mira a los cristianos, y que tiene consecuencias sobre toda la población, rezo por las víctimas y los familiares, y animo a las comunidades eclesiales a perseverar en la fe y en el testimonio de la no violencia que proviene del Evangelio. Pienso también -concluyó- en los numerosos agentes pastorales asesinados en el 2010 en las distintas partes del mundo: a ellos va igualmente nuestro afectuoso recuerdo ante el Señor. ¡Permanezcamos unidos en Cristo, nuestra esperanza y nuestra paz!".
Fuente: VIS - Vatican Information Service
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