El Santo Padre recibió este mediodía a los prelados de la Región Sur 2 de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil, que acaban de realizar su visita “ad limina”.
Hablando de los consagrados y consagradas, el Papa dijo que “nos recuerdan a “una planta llena de ramas que hunde sus raíces en el Evangelio y da frutos copiosos en cada época de la Iglesia”. Dado que la caridad es el primer fruto del Espíritu y el mayor de todos los carismas, una comunidad religiosa enriquece a la Iglesia, de la que es parte viva, en primer lugar con su amor: ama a su Iglesia particular, la enriquece con sus carismas y la abre a una dimensión más universal”.
Hablando de los consagrados y consagradas, el Papa dijo que “nos recuerdan a “una planta llena de ramas que hunde sus raíces en el Evangelio y da frutos copiosos en cada época de la Iglesia”. Dado que la caridad es el primer fruto del Espíritu y el mayor de todos los carismas, una comunidad religiosa enriquece a la Iglesia, de la que es parte viva, en primer lugar con su amor: ama a su Iglesia particular, la enriquece con sus carismas y la abre a una dimensión más universal”.
Refiriéndose al problema de la “disminución de miembros en muchos Institutos y de su envejecimiento, evidente en algunas partes del mundo, algunos –afirmó- se preguntan si la vida consagrada sigue siendo todavía una propuesta capaz de atraer a los hombres y mujeres jóvenes”.
La vida consagrada como tal, continuó, “tiene su origen en el mismo Señor, que escogió para sí esta manera de vivir casta, pobre y obediente. Por eso, la vida consagrada nunca podrá faltar ni morir en la Iglesia: fue querida por el mismo Jesús como parte inamovible de su Iglesia. De ahí la llamada al compromiso general en la pastoral vocacional: si la vida consagrada es un bien para toda la Iglesia, algo que concierne a todos, también la pastoral que busca promover las vocaciones a la vida consagrada debe ser un compromiso sentido por todos: obispos, sacerdotes, religiosos y laicos”.
“Como afirma el decreto conciliar “Perfectae caritatis”, “la renovación y adaptación de los Institutos depende principalmente de la formación de sus miembros. Esta es una afirmación fundamental para cualquier forma de vida consagrada. La capacidad formativa de un Instituto, tanto en su etapa inicial como en las fases sucesivas, es fundamental para todo el proceso de renovación”.
Benedicto XVI concluyó pidiendo a los obispos que transmitieran “la viva gratitud” del Papa a las personas consagradas y que les dijeran que reza por ellas y que se acuerda en particular “de los ancianos y enfermos, y de quienes atraviesan momentos de crisis y de soledad, o sufren y se sienten confundidos y también de los jóvenes y las jóvenes que hoy llaman a la puerta de sus casas y piden entregarse a Jesucristo viviendo radicalmente el Evangelio”.
Fuente: VIS - Vatican Information Service
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