1 Poco tiempo después, el rey envió a un consejero ateniense para que obligara a los judíos a abandonar las costumbres de sus padres y a no vivir conforme a las leyes de Dios.
1 También fueron detenidos siete hermanos, junto con su madre. El rey, flagelándolos con azotes y tendones de buey, trató de obligarlos a comer carne de cerdo, prohibida por la Ley. 2 Pero uno de ellos, hablando en nombre de todos, le dijo: «¿Qué quieres preguntar y saber de nosotros? Estamos dispuestos a morir, antes que violar las leyes de nuestros padres».
9 Y cuando estaba por dar el último suspiro, dijo: «Tú, malvado, nos privas de la vida presente, pero el Rey del universo nos resucitará a una vida eterna, ya que nosotros morimos por sus leyes». 10 Después de este, fue castigado el tercero. Apenas se lo pidieron, presentó su lengua, extendió decididamente sus manos 11 y dijo con valentía: «Yo he recibido estos miembros como un don del Cielo, pero ahora los desprecio por amor a sus leyes y espero recibirlos nuevamente de él». 12 El rey y sus acompañantes estaban sorprendidos del valor de aquel joven, que no hacía ningún caso de sus sufrimientos. 13 Una vez que murió este, sometieron al cuarto a la misma tortura y a los mismos suplicios. 14 Y cuando ya estaba próximo a su fin, habló así: «Es preferible morir a manos de los hombres, con la esperanza puesta en Dios de ser resucitados por Él. Tú, en cambio, no resucitarás para la vida».
I Introducción
En todos los demás casos del Antiguo Testamento en que hay un I y un II libro (Samuel, Reyes y Crónicas) se trata de una misma obra separada en dos partes, pero no es el caso de los libros de Macabeos que son dos obras independientes. Tanto que el I libro se escribió originalmente en hebreo (aunque se conserva solo la traducción griega) entre el 134 y el 100 a.C. en el período de Juan Hircano I (1) y expresa el sentir fariseo contrario al proceso de helenización de Judea pero favorable a una reforma cultual de tipo laical, apoyada en la Escritura para extender la santidad, de manera más directa, a todo el pueblo; y el segundo se escribió después del 124 a.C. y expresa el sentir saduceo, sacerdotal, favorable a una reforma del culto, apoyada en el Templo, con influencia helénica para una finalidad universal. Obviamente, que ambos libros Macabeos son contrarios a Antíoco IV, pero subyacentemente encontramos un conflicto fratricida entre los judíos que irá quedando en la nada porque Antíoco IV hirió profundamente los sentimientos religiosos de todo el pueblo judío, que terminará haciendo causa común a favor de las “tradiciones ancestrales” y combatiendo al mismo enemigo: los seléucidas (2).
II Un breve perfil de Antíoco IV “Epífanes” (reinó entre 175-164)
Fue hermano del asesinado Seleuco IV, asume el mando con el título de “Epífanes” (Dios revelado, manifestado), que en el ámbito del judaísmo, estrictamente monoteísta y en ese entonces incipientemente apocalíptico (3) aparece como una provocación.
La política que desarrollaron los insurrectos judíos tenía dos grandes bases: la Torá y el Templo. Por eso, la introducción, hecha por Antíoco IV, de un culto sincretista en honor de “Zeus Olimpios - Ba´al shamem” (Señor de los cielos) podía ser vista como normal por la cultura helénica predominante en el contorno, pero para los judíos fue vista como una arrogancia monstruosa frente al único Dios de Israel y el mundo (4).
III Contexto histórico
Judá se ve envuelta en medio del conflicto llamado “guerras sirias” entre los seléucidas en Siria y los Tolomeos en Egipto. Podemos trazar algunos períodos fundamentales para el judaísmo de ese tiempo:
Período Tolomeo (301-200 a.C.)
I a III guerra siria (274-221 a.C.)
IV y V guerra siria (221-200 a.C. Batalla de Panion)
Período Seléucida (200- 63 a.C. Pompeyo toma Jerusalén)
De Antíoco III a Antíoco IV (200-164 a.C.)
Revolución Macabea (168 ó 167- 161 a.C. – Jonatán)
La dinastía Asmonea (Macabea) (161- 63 a.C.)
Después de la Batalla de Panion, la actitud de Antíoco III será conciliadora y favorable para los intereses pro-helenistas y también para los más conservadores (5) y se inició un tiempo de reformas que contemplaban la cultura helénica como parámetro hasta llegar a una exageración de lo que es una simple reforma, afectando la esencia misma del judaísmo, como podemos apreciar en los decretos de Antíoco IV (I M 1,41-51; II M 6,1-9) y una situación políticamente insostenible, llamada la “abominación de la desolación” en el texto críptico de Daniel (Dn 11,31) que mira esta situación desde su presente hacia el pasado pero la describe como algo futuro (Dn 11,21-12,13), un estilo muy propio de los apocalípticos.
IV El texto que nos propone la Liturgia
Luego de esta brevísima descripción histórica y ya ubicándonos en el texto de la Liturgia de este Domingo, simplemente nos queda saber que los decretos de Antíoco IV lo primero que encontraron en el pueblo judío fue una resistencia pacífica. Algo que queda plasmado en los relatos de tipo legendario del martirio de Eleazar (II M 6,18-31) y de los siete hermanos (II M 7,1-42).
La Liturgia nos propone una recontextualización, en la cual lo primero que encontramos es 6,1: Poco tiempo después, el rey envió a un consejero ateniense para que obligara a los judíos a abandonar las costumbres de sus padres y a no vivir conforme a las leyes de Dios que nos sintetiza todo lo que hemos analizado en este estudio de manera humilde y sintética. Es decir, que encontramos en la Palabra de Dios una fuerte raíz histórica narrada desde un enfoque religioso.
Los versículos 7,1-2 nos introducen en el relato de una experiencia vital con respecto al rechazo de las reformas radicalmente impuestas por Antíoco IV: También fueron detenidos siete hermanos, junto con su madre. El rey, flagelándolos con azotes y tendones de buey, trató de obligarlos a comer carne de cerdo, prohibida por la Ley. Pero uno de ellos, hablando en nombre de todos, le dijo: «¿Qué quieres preguntar y saber de nosotros? Estamos dispuestos a morir, antes que violar las leyes de nuestros padres». El resto del texto bíblico es parte de un típico relato de la literatura popular que conmueve por su gran dramatismo y salvajismo en el martirio, además del compromiso inquebrantable con Dios y la cultura de su pueblo: Y cuando estaba por dar el último suspiro, dijo: «Tú, malvado, nos privas de la vida presente, pero el Rey del universo nos resucitará a una vida eterna, ya que nosotros morimos por sus leyes». Después de este, fue castigado el tercero. Apenas se lo pidieron, presentó su lengua, extendió decididamente sus manos y dijo con valentía: «Yo he recibido estos miembros como un don del Cielo, pero ahora los desprecio por amor a sus leyes y espero recibirlos nuevamente de él». El rey y sus acompañantes estaban sorprendidos del valor de aquel joven, que no hacía ningún caso de sus sufrimientos. Una vez que murió este, sometieron al cuarto a la misma tortura y a los mismos suplicios. Y cuando ya estaba próximo a su fin, habló así: «Es preferible morir a manos de los hombres, con la esperanza puesta en Dios de ser resucitados por Él. Tú, en cambio, no resucitarás para la vida».
Todo el capítulo 7 nos introduce en una preciosa simbología: El número “7” (no del capítulo sino de la cantidad de hermanos) nos sugiere la plenitud y la perfección. La mujer al pueblo de Israel, por tanto a la Iglesia, el Nuevo Israel y también podemos encontrar aquí una bonita analogía con María, “la Virgen que se hizo Iglesia” (6). Israel es visto como débil e inocente. Podemos extraer algunas conclusiones del texto:
a) es preferible morir que quebrantar el proyecto de Dios
b) el Señor se acuerda de los que son martirizados como testigos Suyos
c) los mártires del Señor resucitarán para la vida eterna
También, es destacable que todo esto, como ya dijimos, está dentro de una resistencia pacífica. Hoy, no se trata de herir al mundo, como hacen por ejemplo algunos fundamentalistas que se inmolan por Dios. Sino de ser testigos de Jesucristo en medio del mundo, solamente el que vive por Cristo, con Cristo y en Cristo puede morir por Él, si es necesario. Como está pasando, actualmente, en Pakistán, en la India, en Irak y otros países. Vivir por Cristo, con Cristo y en Cristo es nuestra manera de aplicar esta Palabra de Dios.
Cuando este Domingo el sacerdote pronuncie la doxología final de la Plegaria Eucarística, seguramente resonarán de una manera distinta, más vital. Recordemos que nos estamos comprometiendo con el Señor con toda nuestra vida:
Por Cristo, con Él y en Él,
a ti, Dios Padre Todopoderoso,
en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
Amén.
Mauricio Shara
(1) Juan Hircano I era hijo de Simón Macabeo, podemos indagar acerca de él en el libro XIII de las “Antigüedades de los Judíos” de Flavio Josefo
(2) Judá fue sometida a los seléucidas entre el 200-142 a.C. (1 M 13,41). Dinastía fundada por Seleuco, general de Alejandro Magno. Se extiende desde el 312 al 64 a.C. y al principio desde la India al Mediterráneo, hasta que luego de numerosas pérdidas territoriales, Pompeyo convierte este territorio en provincia romana en el 64 a. C.
(3) La apocalíptica se desarrolló aproximadamente entre el 200 a.C.- 200 d.C. Comprende al apocalipticismo o cúmulo de idea del movimiento apocalíptico; a los libros apocalípticos; y al género literario apocalíptico. Se diferencia de la profética, básicamente en que mientras ésta se compromete con el presente para cambiarlo, convertirlo; la apocalíptica es de tipo determinista.
(4) A partir del exilio en Babilonia se desarrolla la teología del judaísmo del II Templo en que el único Dios es el Dios de Israel-Judá y los demás son solo ídolos, por eso YHWH puede producir tanto el bien como el mal (cf. Isaías 41,21-29; 42,8-13; 44,6-28; 45,14-25)
(4) A partir del exilio en Babilonia se desarrolla la teología del judaísmo del II Templo en que el único Dios es el Dios de Israel-Judá y los demás son solo ídolos, por eso YHWH puede producir tanto el bien como el mal (cf. Isaías 41,21-29; 42,8-13; 44,6-28; 45,14-25)
(5) Hay tres decretos de Antíoco III documentados por Flavio Josefo (Antigüedades XII, 138-144. 145-146. 147-153)
(6) San Francisco de Asís
Bibliografía:
Texto de la Biblia “El libro del Pueblo de Dios”
J. Alberto Soggin, “Nueva Historia de Israel”, Bilbao, Desclée de Brouwer, 1999, 360-372
Johann Maier, “Entre los dos Testamentos”, Salamanca, Sígueme, 1996, 171-181
Equipo Internacional, Comentarios de “La Biblia de nuestro Pueblo”, Mensajero, Bilbao, 2006, 838-839
(Podés escuchar esta enseñanza por FM Parroquial hoy a partir de las 23 hs. aquí)
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