Benedicto XVI salió ayer a la mañana a las 8,15 del aeropuerto romano de Ciampino para efectuar una visita pastoral a Palermo con motivo de la Reunión Eclesial Regional de las Familias y los Jóvenes. A su llegada al aeropuerto palermitano "Falcone y Borsellino", el Santo Padre fue recibido por el arzobispo metropolitano de Palermo, Paolo Romeo y por el arzobispo de Monreale, Salvatore Di Cristina. También estaban presentes el ministro de Justicia italiano, Angelino Alfano, y diversas autoridades políticas, civiles y eclesiásticas.
El Papa se trasladó a continuación al Foro Itálico, junto al Paseo Marítimo de la capital siciliana, donde celebró la Santa Misa, que contó con la participación de 200.000 personas. En su homilía, el Santo Padre se refirió al nombre que dieron los griegos a la ciudad, "Panormo" (todo puerto). "Un nombre -dijo- que quería indicar seguridad, paz y serenidad. Viniendo por primera vez entre vosotros, mi deseo es que en verdad, esta ciudad, inspirándose en los valores más auténticos de su historia y su tradición, sepa siempre lograr para sus habitantes, como para toda la nación, el auspicio de serenidad y de paz sintetizado en su nombre".
"Sé que en Palermo, como en toda Sicilia, no faltan ni dificultades ni problemas; (...) pienso, en particular, en quienes viven concretamente su existencia en condiciones de precariedad, a causa de la falta de trabajo, de la incertidumbre por el futuro, del sufrimiento físico y moral y (...) a causa del crimen organizado. Hoy estoy entre vosotros para dar testimonio de mi cercanía y de mi recuerdo en la oración. Estoy aquí para daros un fuerte aliento para no tener miedo de testimoniar con claridad los valores humanos y cristianos, tan profundamente enraizados en la fe y en la historia de este territorio y de su población".
"Todos los textos de la liturgia de este domingo nos hablan de la fe, que es el fundamento de toda la vida cristiana", prosiguió el pontífice. "Como una palanca mueve mucho más que su propio peso, así la fe, inclusive una pizca de fe, puede realizar cosas impensables, extraordinarias. (...) La fe, fiarse de Cristo, acogerlo, dejar que nos transforme, seguirlo sin
reservas, hace posibles las cosas humanamente imposibles, en cualquier realidad".
reservas, hace posibles las cosas humanamente imposibles, en cualquier realidad".
El Santo Padre recordó después la fe ferviente de la Iglesia palermitana a lo largo de los siglos, y afirmó: "No se debe olvidar cómo vuestro sentido religioso siempre ha inspirado y orientado la vida familiar, alimentando valores como la capacidad de donación y de solidaridad hacia los otros, especialmente con los que sufren, y el innato respeto por la vida, que constituyen una preciosa herencia que se debe custodiar celosamente y se debe impulsar aún más en nuestros días. (...) ¡Conservad este precioso tesoro de fe de vuestra Iglesia; que sean siempre los valores cristianos los que guíen vuestras decisiones y vuestras acciones!".
Refiriéndose a la segunda parte del Evangelio de hoy, que habla de la humildad, estrechamente ligada a la fe, Benedicto XVI dijo: "Ante Dios no debemos presentarnos nunca como quien cree haber hecho un servicio y por ello merece una gran recompensa. Esta es una ilusión que puede nacer en todos, también en las personas que trabajan mucho en el servicio del Señor, en la Iglesia. Debemos, en cambio, ser conscientes de que, en realidad, no hacemos nunca bastante por Dios".
"Sicilia ha sido y es tierra de Santos, pertenecientes a toda condición de vida, que han vivido el Evangelio con sencillez e integridad. A vosotros, fieles laicos, os repito: ¡no tengáis miedo de vivir y testimoniar la fe en los diversos ambientes de la sociedad, en las múltiples situaciones de la existencia humana, sobre todo en las más difíciles! La fe os dona la fuerza de Dios para ser siempre confiados y animosos, para seguir adelante con nuevas decisiones, para emprender las iniciativas necesarias para dar un rostro siempre más bello a vuestra tierra". "¡No os avergoncéis del testimonio de nuestro Señor!", exclamó el Santo Padre. "De lo que se debe avergonzar es del mal, de lo que ofende a Dios, de lo que ofende al hombre; de lo que se debe avergonzar es del mal que se produce a la Comunidad civil y religiosa con acciones que no aman salir a la luz!".
"La tentación del desánimo, de la resignación, llega a quien es débil en la fe, a quien confunde el mal con el bien, a quien piensa que ante el mal, con frecuencia profundo, no haya nada que hacer. En cambio, quien está sólidamente asentado en la fe, quien tiene plena confianza en Dios y vive en la Iglesia, es capaz de llevar la fuerza avasalladora del Evangelio". "Así se han comportado los santos y las santas, en el curso de los siglos, en Palermo y en toda Sicilia, así como laicos y sacerdotes de hoy, que todos conocéis, como por ejemplo don Pino Puglisi. (sacerdote asesinado por la Mafia n.d.r). Que sean ellos quienes os custodien siempre unidos y alimenten en cada uno el deseo de proclamar, con las palabras y las obras, la presencia y el amor de Cristo. Pueblo de Sicilia, ¡mira con esperanza tu futuro! (...) ¡Vive con valentía los valores del Evangelio para hacer resplandecer la luz del bien! ¡Con la fuerza de Dios todo es posible!", concluyó el Santo Padre.
Finalizada la Eucaristía, el Papa rezó el Ángelus y citó la figura de Anna María Adorni, proclamada beata hoy en la ciudad italiana de Parma, que se dedicó a ayudar a las mujeres encarceladas, fundando dos institutos religiosos. "La llamaban -dijo Benedicto XVI- el Rosario viviente. Me gusta recordarlo al principio del mes dedicado al Santo Rosario. ¡Que la meditación diaria de los misterios de Cristo en unión con María (...) nos fortifique en la fe, la esperanza y la caridad!".
Fuente: VIS - Vatican Information Service
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