Exposición de monseñor Juan Carlos Romanín, obispo de Río Gallegos, en el Encuentro Ecuménico sobre la Palabra de Dios, organizado por la Sub secretaría de Culto de la Provincia de Tierra del Fuego (Ushuaia, 24 de septiembre de 2010)
Queridos hermanos todos:
Siento una sincera alegría al poder compartir con ustedes este espacio de fraternidad, de reflexión y de oración. Dios nos sonríe y nos abraza cuando nos unimos para estar juntos como verdaderos hermanos, sobre todo cuando es la Palabra del mismo Dios quien nos convoca y nos une, nos alimenta y nos anima a afirmar con las mismas palabras de Pedro: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna” (Jn 6, 68).
Hoy quisiera regalarles la voz y la luz de la Palabra de Dios, repitiendo la antigua llamada: «La palabra está muy cerca de ti, en tu boca y en tu corazón, para que la pongas en práctica» (Dt 30,14). Con el deseo de que el mismo Dios nos diga a cada uno: «Hijo de hombre, todas las palabras que yo te dirija, guárdalas en tu corazón y escúchalas atentamente» (Ez 3,10). Deseo que esta sea una invitación a acercarnos a la Biblia como el libro que contiene la vida que estamos llamados a vivir. Porque las páginas de la Biblia son aplicables a nuestros dolores y a los de aquellos a quienes amamos, a las certezas e incertidumbres nuestras y de quienes nos rodean, a las risas y a las lágrimas que compartimos en nuestra vida. Es por lo tanto un libro vivo porque nos descubre a nosotros mismos, nos descubre el sentido de nuestra vida.
Nuestro desafío es que podamos valorar y redescubrir este tesoro que Dios ha querido regalarnos. Vivir de cada palabra que sale de la boca de Dios es la fuente primaria de la espiritualidad cristiana que es una fe que nace de la escucha y se proyecta en el amor. Cada alma es como un cristal que tiene muchas facetas a las que la luz dela Palabra dona muchos matices. Son infinitas las situaciones que vivimos las personas, infinitas las reacciones que la Palabra , Verbo de Dios, realiza en cada uno. La variedad de carismas, de creencias, no nos debe hacer diferentes, sino que nos debe invitar a compartir el mismo Don. Así cada uno aporta desde lo que es, aquello que la Palabra realiza en él.
Nuestro desafío es que podamos valorar y redescubrir este tesoro que Dios ha querido regalarnos. Vivir de cada palabra que sale de la boca de Dios es la fuente primaria de la espiritualidad cristiana que es una fe que nace de la escucha y se proyecta en el amor. Cada alma es como un cristal que tiene muchas facetas a las que la luz de
¿Cuales son los frutos que produce la Palabra ? Si quisiéramos hacer una lista no terminaríamos nunca. Nos proponemos ver algunos.
En distintas ocasiones hemos rezado y meditado
Cuando encontramos una familia, una comunidad, una persona que vive
La palabra garantiza la felicidad
“El Evangelio- dice Pablo VI- garantiza la felicidad, pero cambia la naturaleza de la felicidad, que no consiste en tener bienes efímeros, bienes que pasan, sino en tener el Reino de Dios, en tener una comunicación vital con Él.” La Palabra es serena como un amanecer, ligera, suave y plena, que hace exultar al alma. Es única, no se puede confundir, quien ha experimentado esta felicidad vuelve con su pensamiento en otros momentos de la vida a aquél, porque es como una cima luminosa, como el recuerdo de un pequeño Tabor del alma.
“El Evangelio- dice Pablo VI- garantiza la felicidad, pero cambia la naturaleza de la felicidad, que no consiste en tener bienes efímeros, bienes que pasan, sino en tener el Reino de Dios, en tener una comunicación vital con Él.” La Palabra es serena como un amanecer, ligera, suave y plena, que hace exultar al alma. Es única, no se puede confundir, quien ha experimentado esta felicidad vuelve con su pensamiento en otros momentos de la vida a aquél, porque es como una cima luminosa, como el recuerdo de un pequeño Tabor del alma.
La Palabra purifica
Cuando todo el pasado se ha puesto en la misericordia de Dios y se recomienza a vivirla Palabra , se tiene la impresión, y es la realidad, de que la Palabra lo ha purificado todo. Lo decía San Ambrosio: “son palabras, es verdad, pero ellas limpian”.
Cuando todo el pasado se ha puesto en la misericordia de Dios y se recomienza a vivir
Llevar
La Palabra brinda al alma el consuelo, la reconforta
Cuántas veces cuando nos asalta una duda, ante una decisión importante que hay que tomar, ante una desgracia que nos sucede, tomamosla Palabra de Dios, el Libro de Dios, y lo abrimos buscando el alivio, el consuelo, y repetimos como está escrito en el Libro de los Macabeos: “nuestro consuelo está en los libros sagrados que tenemos en nuestras manos”. La palabra nos sana, nos devuelve a la alegría.
Cuántas veces cuando nos asalta una duda, ante una decisión importante que hay que tomar, ante una desgracia que nos sucede, tomamos
Leer
Porque la Palabra nos hace uno
“Pensé en el injerto de las plantas, donde las dos ramas tienen que perder la corteza para que entren en contacto las dos partes vivas y poder volverse una sola cosa. ¿Cuándo dos almas podrán consumarse en una? Cuando estando vivas, hayan perdido la corteza de lo humano y mediantela Palabra de Dios, vivida y encarnada, sean palabras vivas. Dos palabras vivas pueden consumarse en una. Si una no está viva la otra no puede unirse”. Así nos dice Chiara Lubich. La unidad es el designio profundo de los hombre, y al mismo tiempo, su mayor anhelo. En este camino sinuoso de la historia y atravesando infinitas dificultades el mundo apunta a ese horizonte de la unidad. Porque la unidad permite que aflore lo mejor y lo más verdadero de cada uno.
Así como existen muchas maneras de comprender y de sentir, así como hay muchas sensibilidades y formas de pensar y de creer, también existen muchas formas de cooperar en pos de la unidad: cada uno con su propia percepción, con la mayor honestidad posible, abierto a entender en profundidad las razones del otro, dispuesto siempre a amarlo y a buscar el bien de todos, antes que el propio.
Por el amor que nos une como hermanos y hermanas, Dios mismo nos hace experimentar su presencia viva en medio nuestro. El mismo Jesús lo afirmó cuando nos dijo: “Donde hay dos o más reunidos en mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos” (Mt 18,20). Que a través de Su Palabra divina nos pueda sugerir sólidas respuestas, eficaces iniciativas para ser verdadera bendición los unos para los otros y trabajando codo a codo, contribuir a sanar esta sociedad, este mundo y dilatar el Reino de Dios entre los hombres de buena voluntad.
Construyamos puentes que nos acerquen y animen a creer en la “posibilidad del otro”. Compitamos unos con otros en rectitud y en buenas obras. Respetémonos, seamos justos y solidarios, vivamos en paz sincera, en la armonía y benevolencia mutua. Seamos la luz que ilumina y atrae. La acción del Espíritu de Dios vivo enla Palabra no es una suerte de magia que nos revela grandes misterios, es más bien una experiencia de comunión que ilumina, con nueva luz las cosas de todos los días. Trabajemos con alegría y mirando siempre lo bueno que hay en el otro.
Cristo camina por las calles de nuestras ciudades y se detiene ante el umbral de nuestras casas: «Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa, cenaré con él y él conmigo» (Ap 3, 20). Dejemos que Jesús entre en nuestra vida, escuchemos su voz. Hagamos ahora silencio para escuchar con eficaciala Palabra del Señor y mantengamos el silencio luego de la escucha porque seguirá habitando, viviendo en nosotros y hablándonos. Hagámosla resonar al principio de nuestro día, para que Dios tenga la primera palabra y dejémosla que resuene dentro de nosotros por la noche, para que la última palabra sea de Dios.
“Pensé en el injerto de las plantas, donde las dos ramas tienen que perder la corteza para que entren en contacto las dos partes vivas y poder volverse una sola cosa. ¿Cuándo dos almas podrán consumarse en una? Cuando estando vivas, hayan perdido la corteza de lo humano y mediante
Así como existen muchas maneras de comprender y de sentir, así como hay muchas sensibilidades y formas de pensar y de creer, también existen muchas formas de cooperar en pos de la unidad: cada uno con su propia percepción, con la mayor honestidad posible, abierto a entender en profundidad las razones del otro, dispuesto siempre a amarlo y a buscar el bien de todos, antes que el propio.
Por el amor que nos une como hermanos y hermanas, Dios mismo nos hace experimentar su presencia viva en medio nuestro. El mismo Jesús lo afirmó cuando nos dijo: “Donde hay dos o más reunidos en mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos” (Mt 18,20). Que a través de Su Palabra divina nos pueda sugerir sólidas respuestas, eficaces iniciativas para ser verdadera bendición los unos para los otros y trabajando codo a codo, contribuir a sanar esta sociedad, este mundo y dilatar el Reino de Dios entre los hombres de buena voluntad.
Construyamos puentes que nos acerquen y animen a creer en la “posibilidad del otro”. Compitamos unos con otros en rectitud y en buenas obras. Respetémonos, seamos justos y solidarios, vivamos en paz sincera, en la armonía y benevolencia mutua. Seamos la luz que ilumina y atrae. La acción del Espíritu de Dios vivo en
Cristo camina por las calles de nuestras ciudades y se detiene ante el umbral de nuestras casas: «Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa, cenaré con él y él conmigo» (Ap 3, 20). Dejemos que Jesús entre en nuestra vida, escuchemos su voz. Hagamos ahora silencio para escuchar con eficacia
Formamos parte de este pueblo particular de la Provincia de Tierra del Fuego, un pueblo elegido y señalado geográficamente “desde los confines de la tierra”. Pertenecemos a una comunidad que camina hacia un único destino: ser Pueblo de Dios que camina en esta querida y bendecida Patagonia.
Mons. Juan Carlos Romanín, obispo de Río Gallegos
Fuente: AICA
Fuente: AICA
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