Pablo emplea esta expresión unas 130 veces. El título era corriente en el A.T. y en la época intertestamentaria cuando Israel era concebido como una gran familia, distinta de los otros pueblos. Pero para Pablo el fundamento es la paternidad de Dios que en Cristo nos ha hecho hijos (Ef 1,3ss) de donde deriva una nueva fraternidad que es la Iglesia. Pablo propone una vía que ahonda en lo esencial: las estructuras no cambian por leyes o decretos si no cambian las personas. Todo hombre, toda mujer necesita la ternura del prójimo, de aquel que cree en la dignidad intrínseca de todo ser humano, dignidad propia e inalienable por su condición de hijo e hija del Dios de la vida. Nos parece que hay que ser perseverantes, tercos como Pablo, en éste nuestro contexto histórico. Creemos que no hay mejor camino que el de vivir consciente y voluntariamente en el amor, la comunión y el servicio fraterno y sororal. En Jesús Crucificado y Resucitado. Que Él nos impulse, aliente y sostenga.
Fragmento del artículo de Beatriz Fernández publicado en la Revista Santa Cruz No. 565 de la Comunidad Pasionista, mayo de 2008 en Prensa Cristiana Digital N° 4 julio 2008.
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