“1 Después de haber hablado antiguamente a nuestros padres por medio de los Profetas, en muchas ocasiones y de diversas maneras, 2 ahora, en este tiempo final, Dios nos habló por medio de su Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas y por quien hizo el mundo. 3 El es el resplandor de su gloria y la impronta de su ser. El sostiene el universo con su Palabra poderosa, y después de realizar la purificación de los pecados, se sentó a la derecha del trono de Dios en lo más alto del cielo. 4 Así llegó a ser tan superior a los ángeles, cuanto incomparablemente mayor que el de ellos es el Nombre que recibió en herencia. 5 ¿Acaso dijo Dios alguna vez a un ángel: "Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy"? ¿Y de qué ángel dijo: "Yo seré un padre para él y él será para mí un hijo"? 6 Y al introducir a su Primogénito en el mundo, Dios nos dice: "Que todos los ángeles de Dios lo adoren” (Hebreos 1,1-6).
Este bellísimo pasaje de la Escritura será proclamado en la Misa de “Día” del 25 de diciembre. En lo personal me resulta muy especial, luego de enseñar la Carta a los Hebreos completa en el Instituto Superior Marista de Buenos Aires en el segundo cuatrimestre de este año, en el contexto del Seminario Bíblico “Jesús Sacerdote” por el Año Sacerdotal.
Luego del exordio, magnífico, el autor de Hebreos (que muy difícilmente fue san Pablo sino más probablemente Apolo, vinculado a san Pablo pero no existe seguridad al respecto) se ocupa del Hijo “el Heredero de todas las cosas” (v. 2; cf. Daniel 7,13-14): el Hijo y Heredero de David (cf. II Crónicas 7,11-17); el Hijo y Heredero de Abraham (cf. Génesis 15, 1-6); el Hijo y Heredero de Adán (cf. Salmo 8, 5-10).
La superioridad sobre los ángeles era un tema importante en el tiempo de la composición de la Carta ya que se los consideraba como los mejores mediadores entre Dios y los hombres. Jesucristo es presentado como incomparablemente superior a ellos en Nombre (v.4) y esta cuestión del Nombre de Cristo será el primer gran tema (propositio) que va a desarrollar el hagiógrafo (1,5 a 2,18) en este largo Sermón o Enseñanza dirigido a todos los creyentes, provenientes del judaísmo o paganismo, llamado comúnmente: Carta a los Hebreos.
Este precioso pasaje bíblico de Hebreos 1,1-6 nos muestra la gloria de Jesucristo. El Mismo que nace en un humilde pesebre es el Mismo que volverá al mundo como Primogénito de la Creación entronizado en el “mundo futuro” (cf. Hebreos 2,5). La Navidad es tradicionalmente un tiempo de conversión genuina. Esa conversión genuina significa aceptar a Jesucristo en mi pobreza, significa que el Niño que se me entrega es mi mayor Tesoro: Jesús el Mesías. ¡Paz, Salud, Prosperidad y Bienestar para todos en esta Navidad! (PCD)
Editorial de Prensa Cristiana Digital diciembre 2009
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