Al final de la Santa Misa celebrada en la basílica vaticana para la ordenación de diez diáconos, el Santo Padre se ha asomado a la ventana de su estudio en el Palacio apostólico vaticano para rezar el Regina Coeli con los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro. El Papa ha explicado que el cuarto domingo de Pascua se caracteriza por el Evangelio del Buen Pastor, citando los cuatro versículos que condensan “todo el mensaje de Jesús”: “Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy Vida eterna: no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mis manos. Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos y nadie puede arrebatar nada de las manos de mi Padre. El Padre y yo somos una sola cosa”.
“Jesús quiere establecer con sus amigos una relación que sea el reflejo de la que Él mismo tiene con el Padre: una relación de pertenencia recíproca en la confianza plena, en la íntima comunión” y para expresarla se sirve de la imagen de las ovejas que reconocen la voz del pastor y lo siguen. “El misterio de la voz es sugestivo: ya en el seno de nuestra madre aprendemos a reconocer su voz y la de nuestro padre; por el tono de una voz percibimos el amor o el desprecio, el afecto o la frialdad. ¡La voz de Jesús es única! Si aprendemos a distinguirla, nos guía por el camino de la vida, un camino que supera también el abismo de la muerte”.
Pero, refiriéndose a sus ovejas, Jesús dice también: “Mi Padre, que me las ha dado”. Esto es muy importante, es un misterio profundo y no fácil de comprender: si me siento atraído por Jesús, si su voz calienta mi corazón, es gracias a Dios Padre, que ha puesto dentro de mí el deseo del amor, de la verdad, de la vida, de la belleza…¡Y Jesús es todo esto en plenitud! Esto nos ayuda a comprender el misterio de la vocación, especialmente de la llamada a una consagración especial ”.
“Hoy, aquí en la Plaza hay muchos jóvenes -ha observado el Pontífice- Os pregunto ¿Habéis escuchado alguna vez la voz del Señor que a través de un deseo, una inquietud, os invitaba a seguirlo más de cerca ?...La juventud hay que ponerla en juego por grandes ideales. ¡Pregunta a Jesús qué quiere de ti y sé valiente! Antes y después de cada vocación al sacerdocio o a la vida consagrada, hay siempre una oración fuerte e intensa de alguien: de una abuela, de un abuelo, de una madre, de un padre, de una comunidad…Por eso Jesús dijo: “Rezad al señor de la mies –o sea a Dios Padre- para que envíe trabajadores a su mies”. Las vocaciones nacen en la oración y de la oración; y sólo en la oración pueden perseverar y fructificar. Hoy, que es la “Jornada mundial de oración por las vocaciones” me gusta subrayarlo. Recemos en particular por los nuevos sacerdotes de la diócesis de Roma que he tenido la alegría de ordenar esta mañana.... E invoquemos la intercesión de María, que es la Mujer del “sí”.... Ella aprendió a reconocer la voz de Jesús desde cuando lo llevaba en su seno. ¡Que María nos ayude a conocer cada vez mejor la voz de Jesús y a seguirla, para recorrer el camino de la vida!
Fuente: VIS - Vatican Information Service
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