La
Asunción de la Virgen María
Las
noticias más antiguas nos dicen que María pasó sus últimos años en Jerusalén,
luego vendrían historias que ubicarían esto en Éfeso pero son muy posteriores.
Recién en el siglo VI aparecerán escritos apócrifos que nos hablarán de la
muerte y resurrección de María y otros de un traslado del cuerpo al cielo.
Pero
desde tiempos muy antiguos los cristianos de Jerusalén veneraban la tumba de
María frente a Getsemaní, esta tumba es mencionada en los apócrifos del siglo
VI. Luego, el emperador Mauricio (582-602) hizo edificar una iglesia en la
gruta de Getsemaní y decretó la celebración del 15 de agosto como la
"Dormición de María".
Según
testimonios, en el siglo VII esta fiesta existía en Roma. La iglesia de
Getsemaní fue destruida por los turcos en 1187 pero se respetó la cripta que
actualmente está en poder de la Iglesia Ortodoxa.
El
Papa Pío XII definió el dogma de la Asunción de María el 1° de noviembre con la
bula "Munificentissimus Deus". Es interesante notar que el Papa,
sabiamente, omite los elementos descriptivos de la imaginería de los apócrifos
del siglo VI.
Actualmente,
siguiendo al Concilio Vaticano II, la contemplación de este misterio mariano
tiene un carácter más eclesial. Los textos del Nuevo Testamento referentes a la
Virgen María no nos ofrecen una biografía sino una imagen anticipada de la
comunidad redimida y escatológica. María es tipo de la Iglesia (Lumen Gentium
63; Juan Pablo II Redemptoris Mater 42).
Con
respecto a la muerte de María es bueno revisar la catequesis de Juan Pablo
II del 25 de junio de 1997.
Asunción
quiere decir "aceptación", al cumplir su vida terrena, María alcanza
en virtud de la gracia de Cristo, la consumación plena de su existencia humana
al ser asumida en la gloria celeste de Dios.
Nosotros,
los cristianos comunes y corrientes, también esperamos ser aceptados por Dios
en el estado al que llamamos "cielo". Por eso, rezamos continuamente:
Dios te salve, María, llena eres de
gracia;
el Señor es contigo.
Bendita tú eres entre todas las
mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre,
Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén
¡Gloria Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo!
Preparado
por Mauricio Shara en base a la siguiente bibliografía:
Concilio
Vaticano II, Lumen Gentium 63.65
Juan
Pablo II, Redemptoris Mater 42
Denzinger-Hünermann
(3900-3904)
Mons.
Gerhard Müller, "Dogmática", Herder, Barcelona, 2009, 481-485
Mons. Luis
H. Rivas, "Jesús habla a su pueblo. Fiestas y solemnidades de la Virgen",
Conferencia Episcopal Argentina, Oficina del libro, Buenos Aires, 2001, 81-87
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