El encuentro con Jesucristo y la renovación espiritual
Seminario Bíblico
2011-2012 “Cómo interpretar la Biblia” por FM Parroquial 105.1
Subsidio
39: Verbum Domini XI – Exégesis y Hermenéutica – Las páginas “oscuras” de la
Biblia 2ª parte –Cristologización de la historia de Jacob y un mensaje
actualizado.
La
última vez vimos la historia de Jacob (Génesis 25-36), vale la pena volver a
leer la Biblia y repasar todo el subsidio 38 para tener fresco nuestro breve
estudio histórico-literario y proceder a actualizarlo asistidos por el Espíritu
Santo. Se trata de una larga historia bíblica que ocupa varios
capítulos. Por eso, lo haremos de manera tipológica respetando lo que nos dice
la Tradición activa, así podremos contemplar los textos con una profundidad
cristológica gracias a la analogía de la Fe.
I
Nuestra humilde tarea hermenéutica
Sería
un grave error “tipologizar” cada elemento de la historia de Jacob, en ese caso
estaríamos haciendo una “interpretación libre alegórica” pudiendo caer en
subjetivismos y egoísmos. Es siempre fácil el camino de tomar cada elemento
heroico de la Biblia como propio y cada elemento maligno como ajeno. Así Jacob
sería cada uno de nosotros, transformados por el poder del Espíritu Santo,
nuevos hombres que han dejado atrás el pecado, y Esaú sería todo aquel que no
piense como “nosotros”, que ha quedado excluido de la unción y la bendición de
Dios, un desechado por Dios. Pero esa es una típica interpretación integrista,
como las que se escuchan en las sectas. El error consiste en desconocer que
Esaú en el texto es Edom y que ese es un motivo nacionalista en estos relatos
por las circunstancias que rodean al origen de los textos: Israel ha perdido la
tierra, el templo y la monarquía, corriendo el riesgo de desaparecer en el
exilio en Babilonia. El retorno a la tierra prometida a partir del siglo VI es
lo que subyace en estos textos, evocando el pasado en relación a su
presente.
Pero
sabemos que Israel es tipo de la Iglesia por ser ambas comunidades en camino,
pueblo de Dios, nación santa y elegida. Pero sería equívoco tipologizar a Jacob
antes de su encuentro con el “hombre” misterioso como “el grupo de los
discípulos de Jesús” o “los Doce” antes de la Resurrección del Señor ya que no
hay conductas análogas que den sustento a tal interpretación.
Si
consideramos a Jacob sólo como una persona, debemos recordar que no es la
intención de los autores sagrados ya que lo presentan como una persona que en
realidad es un pueblo. Como vimos siempre está la cuestión de tribu, de pueblo,
de nación en el fondo de los relatos. Por tanto, no es fácil la tarea de interpretar
la historia de Jacob en la
perspectiva cristiana, que tiene como clave hermenéutica completa «el Evangelio
y el mandamiento nuevo de Jesucristo, cumplido en el misterio pascual». No
es fácil hacerlo bien ya que plantea cuestiones referidas al origen mítico de
Israel: El pueblo de Israel está personificado en Jacob.
II
Veamos algunas analogías cristológicas en el texto:
De esta
manera Jacob se hizo extremadamente rico, y llegó a tener una gran cantidad de
ganado, de esclavos, esclavas, camellos y asnos. Jacob se enteró de que los hijos de Labán andaban
diciendo: «Jacob se ha apoderado de todos los bienes de nuestro padre, y a
expensas de él ha conseguido toda esta riqueza». Y también advirtió que la
actitud de Labán para con él ya no era la misma de antes. Entonces el Señor le
dijo: «Vuelve a la tierra de tus padres y de tu familia, y yo estaré contigo». (Génesis
30,43-31,1-3).
Este es el relato típico del enriquecimiento de los patriarcas que
estando en una tierra que les es hostil la abandonan llenos de riquezas y
familia. Se trata de una preparación para el relato del éxodo de Egipto. En el
Pentateuco las narraciones van preparando para lo que viene. Luego, Jacob prepara
su encuentro con Esaú (Gn 32,4-22) en donde ultima los detalles bajo su control
pero el encuentro con el hombre misterioso no sólo cambiará las
circunstancias sino su vida:
Aquella noche,
Jacob se levantó, tomó a sus dos mujeres, a sus dos sirvientas y a sus once
hijos, y cruzó el vado de Iaboc. Después que los hizo cruzar el torrente, pasó
también todas sus posesiones. Entonces se quedó solo, y un hombre luchó con él
hasta rayar el alba. Al ver que no podía dominar a Jacob, lo golpeó en la
articulación del fémur, y el fémur de Jacob se dislocó mientras luchaban. Luego
dijo: «Déjame partir, porque ya está amaneciendo: Pero Jacob replicó: «No te
soltaré si antes no me bendices». El otro le preguntó: «¿Cómo te llamas?»,
«Jacob», respondió. El añadió: «En adelante no te llamarás Jacob, sino Israel,
porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido». Jacob le rogó:
«Por favor, dime tu nombre». Pero él respondió: «¿Cómo te atreves a preguntar
mi nombre?». Y allí mismo lo bendijo. Jacob llamó a aquel lugar con el nombre
de Peniel, porque dijo: «He visto a Dios cara a cara, y he salido con vida». Mientras
atravesaba Peniel, el sol comenzó a brillar, y Jacob iba rengueando del muslo. Por
eso los israelitas no comen hasta el presente el nervio ciático que está en la
articulación del fémur, porque Jacob fue tocado en la articulación del fémur,
en el nervio ciático. (Génesis 32,23-33)
El
cruce del torrente es otro relato típico que prepara la salida de Egipto del
Éxodo, con todas sus posesiones. Luego lucha con el hombre hasta rayar el alba,
un hombre al que Jacob no podía dominar, no podía poner bajo su control. El
hombre le cambia el nombre: «En adelante no te
llamarás Jacob, sino Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres, y
has vencido». Es un
texto que nos sintetiza la vida de Jacob: un luchador con Dios y con los
hombres.
Jacob llama al lugar “Peniel” porque dice que ha visto a Dios. (Lo del fémur en
el texto es la justificación de una costumbre israelita).
Jacob
se encuentra con este hombre en la noche y lucha con él hasta el amanecer,
simbolizando todas sus luchas, pero no puede dominarlo. Análogamente, podemos
descubrir aquí un bautismo en relación al cruce de aguas y por ende una pascua,
un pasar de una vida de luchas personales a una nueva vida por medio de un
“morir” a la vida pasada. El paso de un viejo hombre a un hombre nuevo,
transformado por el encuentro con Dios que se ha presentado en forma humana.
Esa
lucha de una noche en la vida no es sólo una noche, no es sólo un momento, está
simbolizado, significa el paso de las tinieblas a la luz pero lleva un tiempo activo,
a veces mucho tiempo, ser un hombre renovado a causa del
encuentro con el Señor.
III
Un mensaje actualizado a las puertas de un nuevo Pentecostés
Sabemos
que Dios se ha presentado en forma humana en Jesucristo, el encuentro con Él es
también el encuentro con el prójimo. En el Decálogo la primera parte habla de
Dios y la segunda del prójimo. Por eso, el encuentro auténtico con Jesucristo
es también encuentro con la Iglesia, con el prójimo y con nosotros mismos. El
auténtico encuentro con Jesucristo no es sentimentalismo y fantasía para el
pueblo, no es emocionalismo musical, “soñando por volar” o “volando por un
sueño”, el auténtico encuentro con Jesucristo nos confronta y no podemos
dominarlo. El encuentro con Jesucristo nos prepara para el encuentro definitivo
¿estamos preparados?
Pero
sí estamos a las puertas de un nuevo Pentecostés, que la víspera nos encuentre
dispuestos a recordar la llenura del Espíritu Santo que hemos recibido en la
iniciación cristiana (Bautismo, Confirmación y Eucaristía) y recordemos aquel
encuentro con Cristo que confrontó nuestras vidas, o realmente vivamos ¡al fin!
un auténtico encuentro con Jesucristo para desbordar en evangelización con
nuestras acciones, silencios, gestos y palabras.
Hoy
vivimos en un tiempo de extremismos: relativismo y fundamentalismo. Ambos
extremos, curiosamente, no aceptan al que piensa distinto, se han absolutizado
en el error porque no conocen verdaderamente a Jesucristo ni han sido renovados
verdaderamente por el Espíritu.
El
amor de Dios nos abrirá las puertas de la reconciliación con el prójimo para
decir como Jacob cuando vio a su hermano: ver tu rostro ha sido lo mismo que ver el rostro de Dios, ya que me has
recibido tan afectuosamente (Gn 33,10). Ya no se trata de amigos o enemigos, ahora se
trata de ver a Dios en el prójimo. Esta es la prueba evidente de la verdadera
renovación por el poder del Espíritu: el hombre nuevo no se encierra en sí
mismo, no se sectariza, no es un soberbio espiritual, no es un autoritario,
sino que se abre a la comunión con los demás, al diálogo fraterno. Cuando hay
más de una razón no es un monólogo sino un diálogo, sea hecho fraternalmente porque toda la
Ley está resumida plenamente en este precepto: Amarás a tu prójimo como a ti
mismo (Gálatas 5,14)
Hemos
pasado de “paginas oscuras” de la Biblia a comprender quién es Jacob (en el
subsidio 38) por medio de un breve y sintético estudio histórico-literario, luego
descubrimos algunas analogías cristológicas en el texto, y finalmente llegamos
a un mensaje actualizado que está en la
perspectiva cristiana, que tiene como clave hermenéutica completa «el Evangelio
y el mandamiento nuevo de Jesucristo, cumplido en el misterio pascual». Pero
esto no termina aquí, no se agota en este pequeño trabajo sino que hay mucho
más para descubrir del Señor en la historia de Jacob.
¡Feliz
Pentecostés! ¡Palabra viva!
Mauricio
Shara
Bibliografía:
Biblia versión argentina “El libro del Pueblo de
Dios”
Benedicto XVI, Exhortación Apostólica postsinodal
“Verbum Domini”, 42
Gabriel Mestre, “Para leer Verbum Domini”, Buenos Aires, Ágape, 2011,
48-49
Buenísimo, me gustó un montón y me exhorta a vivir la viada en Cristo buscando la santidad. Excelente!!!
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