El alcalde de Falciano del Massico, un pueblo de 4.000 habitantes en el sur de Italia, prohibió “de hecho a los ciudadanos, residentes o de paso, cruzar el límite de la vida terrena para ir al más allá”. Es decir, desde febrero se volvió ilegal morir en este poblado ubicado a unos 50 kilómetros de Nápoles, informó la prensa local el martes. La norma, como salida de “Las intermitencias de la muerte” de José Saramago, o del film “Por amor a Rosana”, fue muy bien recibida en el pueblo, donde no existe siquiera un cementerio donde sepultar a los infractores.
El único camposanto disponible, en efecto, es propiedad de Carinola, un pueblo vecino, del que Falciano se separó allá por 1964. “El error fue cometido -explicó el alcalde Giulio Cesare Fava al diario La Stampa - cuando quien realizó la división del territorio no se dio cuenta de que debía incluir también una parte del cementerio”.
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