"El sufrimiento que vivimos es muy grande. Estamos asistiendo a la tragedia impotentes. Afortunadamente, el Santo Padre Benedicto XVI llena el vacío pidiendo la paz, la justicia, el diálogo y la reconciliación" dice a Fides Mons. Samir Nassar, Arzobispo maronita de Damasco, un año después de la revolución y la violencia en Siria. En un mensaje enviado a la Agencia Fides, el Arzobispo recuerda que "lo que comenzó como una pequeña manifestación en la parte sur de Siria, el 15 de marzo de 2011, se ha convertido en una crisis que envuelve a todas las ciudades del país. Frente a una crisis que, en un año, ha crecido de unas dimensiones local hasta alcanzar una escala regional, Siria se ha convertido en una zona de conflicto internacional, donde la apuesta en juego, que es política, militar y económica, está perfilando el futuro de la país".
Mons. Nassar señala que "el conflicto está en un callejón sin salida: por un lado, un fuerte poder centralizado se niega a hacerse a un lado, y por el otro, un levantamiento popular que no muestra signos de ceder, a pesar de la intensidad de la violencia. Este conflicto, que está paralizando el país, ha llevado a sanciones económicas, inflación, devaluación de la moneda local (-60%), aumento del desempleo, destrucción, poblaciones desplazadas y millones de víctimas". La gente "se encuentra bajo una enorme presión y un sufrimiento intenso, que crece con el pasar del tiempo. El odio, las divisiones y la miseria aumentan, ante la ausencia de actos de compasión y ayuda humanitaria. Siria parece estar presa dentro de una trampa mortal", observa con preocupación.
Sobre la condición de los cristianos, el Arzobispo afirma: "El estancamiento actual está alimentando la ansiedad de los fieles que, al final de cada Misa, se saludan entre sí con un adiós,dando muestra así de su futuro incierto. El cierre de embajadas en Damasco, ha hecho imposible la obtención de visados, reduciendo considerablemente la posibilidad de dejar el país".
"En este momento de gran angustia y división - dice Mons. Nassar - la familia se convierte en el único refugio para las víctimas de la crisis. La familia actúa como un escudo que asegura la supervivencia de la sociedad y de la Iglesia. Por esta razón, ante esta tragedia, la Iglesia ha optado por centrar su atención y oración en las familias, proporcionándoles toda la ayuda y apoyo posible".
Sin embargo, mientras tanto "la crisis no parece estar llegando a su fin. Por el contrario, la tormenta es cada vez más fuerte y no se ve el final del túnel". La pregunta fundamental es: "¿Hacia dónde se encaminara y dónde terminará Siria?". Con esta preocupación, termina el Arzobispo, los cristianos viven la Cuaresma "en silencio, con las manos vacías, el corazón sufriente y los ojos dirigidos hacia Cristo Resucitado, que guía nuestros pasos por el camino del perdón y la paz".
Fuente: Agencia Fides
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