Benedicto XVI dedicó la catequesis de la audiencia general de los miércoles, celebrada en el Aula Pablo VI, a su reciente viaje apostólico a Benin. El viaje tenía un motivo triple: el ciento cincuenta aniversario de la evangelización de esa tierra; la entrega de la exhortación apostólica postsinodal “Africae Munus”; y el homenaje al cardenal Bernardin Gantin, nacido en Benin y considerado un padre de la patria. El Papa rememoró las etapas de su estancia en Benin comenzando por la visita a la basílica de la Inmaculada Concepción en Ouidah, donde depositó a los pies de la Virgen los frutos de la Segunda Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos. “Ahora las comunidades cristianas de África –dijo- están llamadas a renovarse en la fe para servir mejor a la reconciliación, la justicia y la paz. Deben reconciliarse en su interior para ser instrumentos de la misericordia divina, aportando cada una sus riquezas espirituales y materiales a la tarea común”.
“Naturalmente, ese espíritu de reconciliación es indispensable también en ámbito civil, y necesita una apertura a la esperanza que debe animar la vida sociopolítica y económica del continente” dijo el pontífice, que en su encuentro con las autoridades civiles, políticas y religiosas de Benin reiteró que “la esperanza debe animar el camino del continente, tomando acto del ardiente deseo de libertad y justicia que en estos momentos se difunde entre los numerosos pueblos africanos”.
En la eucaristía dominical celebrada en el Estadio de la Amistad en Cotonou, Benedicto XVI constató que la nutrida presencia de jóvenes y ancianos era “un testimonio inigualable de cómo la fe consigue unir a las generaciones y responder a los retos de cada estación de la vida”. En el curso de esa celebración, el Papa entregó a los presidentes de las conferencias episcopales de África la exhortación apostólica post-sinodal “Africae Munus”, en la cual “los fieles encontrarán las directrices que guiarán y alentarán el camino de la Iglesia en África, llamada a ser cada vez más “sal de la tierra” y “luz del mundo”.
Refiriéndose después al encuentro con los niños y los enfermos en la iglesia de Santa Rita y en el Hogar “Paz y Alegría”, de las Misioneras de la Caridad de Madre Teresa de Calcuta, Benedicto XVI dijo que compartió “la alegría de vivir y el entusiasmo de las nuevas generaciones que constituyen el futuro de África” y vio de cerca “cómo el amor y la solidaridad hacen presentes en la debilidad la fuerza y el afecto de Cristo resucitado”.
Para la Iglesia en Benin, la entrega del clero, de los religiosos y de los laicos constituye “un fuerte signo de esperanza”, afirmó el Santo Padre que en este viaje ha indicado especialmente a los sacerdotes “el camino de santidad, conscientes de que el ministerio no es una simple función social, sino llevar Dios al ser humano y el ser humano hacia Dios”.
El encuentro con el episcopado se centró en la “reflexión sobre los orígenes del anuncio evangélico en su país gracias a la obra de los misioneros”, y en la exhortación a los prelados a “redescubrir constantemente la Sagrada Escritura como fuente de renovación espiritual y ocasión de profundizar en la fe”.
“En África –resumió el Santo Padre- he visto la frescura del sí a la vida, del sentido religioso y de la esperanza; una percepción de la realidad en su totalidad con Dios no reducida al positivismo que, al final, extingue la esperanza. Todo ello atestigua que en ese continente hay una reserva de vida y vitalidad para el futuro sobre la que podemos contar, sobre la que puede contar la Iglesia”.
“Este viaje ha sido un gran llamamiento a África para que oriente todos sus esfuerzos hacia el anuncio del Evangelio a quienes todavía no lo conocen. Es un compromiso renovado para la evangelización a la que están llamados todos los bautizados, promoviendo la reconciliación, la justicia y la paz”, concluyó Benedicto XVI.
En la eucaristía dominical celebrada en el Estadio de la Amistad en Cotonou, Benedicto XVI constató que la nutrida presencia de jóvenes y ancianos era “un testimonio inigualable de cómo la fe consigue unir a las generaciones y responder a los retos de cada estación de la vida”. En el curso de esa celebración, el Papa entregó a los presidentes de las conferencias episcopales de África la exhortación apostólica post-sinodal “Africae Munus”, en la cual “los fieles encontrarán las directrices que guiarán y alentarán el camino de la Iglesia en África, llamada a ser cada vez más “sal de la tierra” y “luz del mundo”.
Refiriéndose después al encuentro con los niños y los enfermos en la iglesia de Santa Rita y en el Hogar “Paz y Alegría”, de las Misioneras de la Caridad de Madre Teresa de Calcuta, Benedicto XVI dijo que compartió “la alegría de vivir y el entusiasmo de las nuevas generaciones que constituyen el futuro de África” y vio de cerca “cómo el amor y la solidaridad hacen presentes en la debilidad la fuerza y el afecto de Cristo resucitado”.
Para la Iglesia en Benin, la entrega del clero, de los religiosos y de los laicos constituye “un fuerte signo de esperanza”, afirmó el Santo Padre que en este viaje ha indicado especialmente a los sacerdotes “el camino de santidad, conscientes de que el ministerio no es una simple función social, sino llevar Dios al ser humano y el ser humano hacia Dios”.
El encuentro con el episcopado se centró en la “reflexión sobre los orígenes del anuncio evangélico en su país gracias a la obra de los misioneros”, y en la exhortación a los prelados a “redescubrir constantemente la Sagrada Escritura como fuente de renovación espiritual y ocasión de profundizar en la fe”.
“En África –resumió el Santo Padre- he visto la frescura del sí a la vida, del sentido religioso y de la esperanza; una percepción de la realidad en su totalidad con Dios no reducida al positivismo que, al final, extingue la esperanza. Todo ello atestigua que en ese continente hay una reserva de vida y vitalidad para el futuro sobre la que podemos contar, sobre la que puede contar la Iglesia”.
“Este viaje ha sido un gran llamamiento a África para que oriente todos sus esfuerzos hacia el anuncio del Evangelio a quienes todavía no lo conocen. Es un compromiso renovado para la evangelización a la que están llamados todos los bautizados, promoviendo la reconciliación, la justicia y la paz”, concluyó Benedicto XVI.
Fuente: VIS - Vatican Information Service
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