Homilía de monseñor Domingo S. Castagna, arzobispo emérito de Corrientes, en el Santuario de san Cayetano (Corrientes, 7 de agosto de 2011
Dios no cesa de mandarnos mensajes perentorios. La irresponsabilidad está ocupándolo todo en esta tierra bendecida por Dios. Nos conmueve la presencia multitudinaria en fiestas religiosas como la de hoy. Constituye una respuesta espontánea, por parte del pueblo, al mensaje (que es urgente llamado) de Dios. San Cayetano no es un amuleto para supersticiosos. Encarna un mensaje, y el pueblo lo percibe aunque momentáneamente no sepa descifrarlo. Para ello está la Palabra predicada por su Iglesia. Estos piadosos devotos están bien encaminados, gracias al impulso de un misterioso anhelo de encontrarse con Dios. San Cayetano se ha constituido en una señal segura que conduce a la Verdad buscada. Lo hace por su ministerio sacerdotal pero, mucho más por el testimonio de su vida santa. Su vida de fidelidad a Dios supera los esfuerzos que empeña desde la debilidad de la carne.
Es un ejemplo a seguir. Es valioso intercesor porque su fidelidad al Evangelio lo hace poderoso ante Dios y ante los hombres. Lo importante es descifrar su mensaje: como buen seguidor de Jesús se puso - durante su vida - y se pone, desde la eternidad, al servicio de los pobres y desamparados. La presencia de quienes pueden resolver las grandes injusticias contemporáneas, debe ser ocasión para reflexionar ante esta imagen venerada por el pueblo. Deben hacerlo sin pestañear para recibir en pleno rostro el llamado evangélico a la conversión. No existe otro camino para revertir situaciones escandalosas de extrema pobreza, de desocupación y delincuencia, que estremecen la convivencia y alejan años luz la ansiada paz.
Algunos diálogos espontáneos con los peregrinos ponen de manifiesto las grandes motivaciones del excepcional acontecimiento religioso. Se viene a pedir - ¡hay tanto que pedir en vista a las incontables y graves necesidades! - pero, también, y no secundariamente, se viene a dar gracias por los favores recibidos: trabajo, salud y protección… Este es un pueblo agradecido. Las dádivas incompletas de los poderes de este mundo lo convierten en un pueblo pedigüeño, que se deja estar ante la seducción de la prebenda política y arma un piquete para respaldar sus demandas, algunas muy justas, pero otras muy alejadas de la bien llamada “cultura del trabajo”. La fe religiosa, expresada en acontecimientos como el de hoy, inspira la esperanza en el favor de Dios y el deseo de responder al don con el propio esfuerzo, base inequívoca de la dignidad de la persona humana. Lo mejor de nuestro pueblo - empobrecido - quiere ganarse el pan y hacer su insoslayable aporte al bien general.
Pidamos al Señor, Padre de nuestra vida, que nos otorgue la sensatez de aprovechar estos momentos espirituales para serenarnos y comprometer nuestro esfuerzo, con los mejores hombres y mujeres de nuestra Patria, para llevar adelante un auténtico proyecto común. Pueblo marcado profundamente por la fe cristiana, protegido por la Virgen y los santos; pero que aún necesita cobrar conciencia plena de su magnífica identidad.
¡San Cayetano, intercede por nosotros!
Mons. Domingo Salvador Castagna, arzobispo emérito de Corrientes
Fuente: AICA
Personalmente, pienso que en estas devociones po-
ResponderEliminarpulares hay mucho de supersticion y a estos san-
tos en este caso San Cayetano, se los toma como
un amuleto...El verdadero Patrono del Trabajo es
San Jose Obrero...!
ETELVINA
Como dice el Obispo es la Palabra la que debe descifrar para el pueblo una devoción popular pero si en lugar de Palabra de Dios se predica para la tribuna el pueblo se queda en lo indescifrable.
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