En el Ángelus dominical rezado con los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, el Papa citó las lecturas bíblicas de este domingo que nos hablan “de la voluntad de Dios de hacer partícipes a los seres humanos de su vida: “Sed santos, porque yo, vuestro Dios soy santo”, se afirma en el Levítico. “Con estas palabras y los preceptos que de ellas se derivan -explicó-, el Señor invitaba al pueblo que había elegido a ser fiel a la alianza con Él, caminando por sus caminos, y fundaba la legislación social sobre el mandamiento “amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Si escuchamos, además, a Jesús, en el que Dios asumió un cuerpo mortal para acercarse a toda la humanidad y revelar su amor infinito por nosotros, volvemos a encontrar esa llamada, ese audaz objetivo”.
Jesús mismo dice: “Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persigan para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos”. Quien acoge al Señor en su propia vida y lo ama con todo el corazón es capaz de un nuevo inicio. Consigue cumplir la voluntad de Dios: realizar una nueva forma de existencia animada por el amor y destinada a la eternidad. (...) Si somos verdaderamente conscientes de esta realidad, y nuestra vida es plasmada profundamente por ella, nuestro testimonio se hace claro, elocuente y eficaz”, concluyó el pontífice.
El Santo Padre recordó a continuación que el 22 de febrero se celebras la festividad de la Cátedra de San Pedro, el primero de los Apóstoles a quien Cristo confió “la tarea de Maestro y de Pastor para la guía espiritual del Pueblo de Dios, para que pueda llegar hasta el Cielo. Exhorto, por tanto, a todos los Pastores a “asimilar ese nuevo estilo de vida que fue inaugurado por el Señor Jesús y hecho propio por los Apóstoles”.
Después del Ángelus el Papa reiteró en sus saludos en diversas lenguas la necesidad de la reconciliación. “Cuando se sufre por el mal, la persecución, la injusticia -dijo a los peregrinos polacos- evitemos la revancha, la venganza y el odio y recemos por los que nos persiguen. Derrotemos al mal con el bien. Confiemos a Dios todas estas adversidades para alcanzar la libertad y la paz espiritual”.
Hablando en español el Santo Padre reafirmó cómo la liturgia de hoy invitaba “a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad, mediante el perdón de los enemigos y la oración por los perseguidores, fuente de la reconciliación duradera”.
Fuente: VIS - Vatican Information Service
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