"Juan estaba vestido con una piel de camello y un cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel silvestre. Y predicaba, diciendo:" (Mc 3,6)

3 de noviembre de 2010

¡Primeras comuniones en el Ártico!


Queridos amigos:

Estimados niños:
Irina (Ira), Olga (Olia), Regina, Román (Roma), Nikolai (Kolia) y Basili (Basia).

Hoy es un gran día para todos nosotros: celebramos la Resurrección de Jesús (Domingo), y además la fiesta de San antonio M.ª Claret, y también vosotros seis vuestra primera comunión.
Esto significa que Jesús os invita a sentaros a su mesa y compartir con Él el pan y el vino de la Eucaristía. Esto significa que ya no sois unos niños pequeños, ya sois mayores, jóvenes, pero ya mayores para sentaros a la mesa con los demás adultos. Sois jóvenes y, al mismo tiempo, mayores también como discípulos de Jesús.


A Jesús le gustaba mucho compartir la mesa con todo tipo de gentes. A veces eran esas gentes las que le invitaban: fariseos importantes, pero también gentes sencillas y pecadores, como Zaqueo. A veces era Él quien invitaba: como cuando la gente que le seguía estaba hambrienta y Él multiplicó para ellos los panes y los peces; o como cuando invitó a sus discípulos a la última cena, en la que creó la Eucaristía, en que les dio un pan y un vino especial: su propio cuerpo y sangre que al día siguiente entregó realmente en la cruz.

¿Qué significa esta invitación a COMER JUNTOS CON JESÚS?

-         Comer significa alimentar el cuerpo, fortalecerlo para poder vivir.
-         Comer junto con otros significa algo más: como cuando participamos en una fiesta, no sólo alimentamos nuestro cuerpo, sino también nuestras relaciones, nuestra amistad. Lo que es muy importante para poder vivir como personas: nuestra vida se alimenta también de estas relaciones, no podemos vivir sin amigos, sin familiares, padres, abuelos, hermanos…
-          Y cuando comemos junto con Jesús fortalecemos además nuestro espíritu para poder vivir BIEN. Es lo dice Jesús en el Evangelio de hoy: yo os doy pan de cielo, el que come este pan y bebe este vino no tendrá nunca hambre ni sed. Y los discípulos le dicen: “Señor, ¡danos siempre de este pan!” Y esto es lo que le pedís vosotros hoy a Jesús, que os dé de este pan que es su cuerpo y de este vino que es su sangre.

Todo esto es muy importante: Jesús es nuestro amigo, y por eso nos invita a comer con Él, y es nuestro Maestro, por eso nos enseña a vivir bien, que significa vivir abiertos a Dios y a los demás. Para eso fortalece nuestro espíritu. Porque vivir bien y ser buenos no es tan fácil. Tenemos muchas tentaciones para vivir de otra manera: por ejemplo, mentir a veces es, nos parece útil; o hacer el vago, que es muy cómodo; o pegar a los demás para que nos respeten. Tenemos la tentación de vivir de manera egoísta y para poder vencer y superar esa tentación hay que ser fuerte.

No debemos pensar que esto esta muy bien en la teoría pero que en la práctica no es posible. Que es posible vivir como nos enseña Jesús nos lo muestran los santos. Por ejemplo, el P. Claret, que siempre amó mucho la Eucaristía y la Palabra de Dios, fue una persona que tuvo que afrontar grandes dificultades, muchos trabajos, persecuciones, atentados, calumnias… Pero él venció la tentación de responder al mal con el mal precisamente porque se hizo fuerte leyendo la Palabra de Dios y alimentándose cada día con la Eucaristía. Esto le dio fuerzas no sólo para vencer las tentaciones, sino también para vivir bien, hacer el bien, ayudar a los demás y anunciarles el Evangelio. El conoció de cerca la amistad de Jesús y la cultivó toda su vida.

Pero la amistad tiene una cualidad muy especial: la fidelidad. Esto significa cultivarla y cuidarla día a día. Es como el comer: no basta comer un día, por ejemplo, un día al año comer mucho, par después no perder el tiempo; esto es imposible: para no dañar al organismo hay que comer un poco todos los días. Lo mismo con los amigos: no basta encontrarse una sóla vez para decir que alguien es amigo tuyo. Hay que encontrarse con frecuencia, jugar juntos, hablar, hacer cosas juntos. Y lo mismo pasa con Jesús. No basta recibir la comunión una vez y ya está. Es necesario aceptar la invitación que Jesús nos hace para hablar y comer con él cada semana, para fortalecer así el conocimiento y la amistad con Él y así ir siendo cada vez más parecidos a Él. Por eso tenemos que vencer también la tentación de no venir a la iglesia, de pensar que ya nos lo sbemos todo, o de ceder si otros nos dicen que para qué venimos, que eso no sirve para nada… Y es que nosotros sabemos que Jesús es un amigo fiel, que siempre nos está esperando; y nosotros tenemos que responder a su invitación para aprender a ser fieles, a vivir cómo Él nos enseña, alimentándonos cada domingo de su Palabra y del Pan de la Eucaristía, que nos hacen fuertes para el amor, que es lo que Dios, nuestro Padre y Padre de Jesús nos quiere regalar hoy, en este día de vuestra primera comunión, y después y siempre, cada día de vuestra vida.

P. José María Vegas, CMF



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