Del 13 al 31 de mayo de 2007, tuvo lugar en Aparecida (Brasil) la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, inaugurada con la presencia y la palabra del Santo Padre Benedicto XVI. Tenía como lema “Discípulos y misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos en Él tengan vida”.
En el mensaje final, del 29 de mayo de 2007, los Obispos manifestaban su deseo, en unión con toda la Iglesia, de “abrazar a todos los hermanos y hermanas del continente para transmitirles el amor de Dios y el nuestro”. En el vigor del Espíritu Santo, convocaron a todos los católicos para que, unidos y con entusiasmo, pudieran realizar una Gran Misión Continental. Esta Misión deber ser un nuevo Pentecostés que impulse a ir, de manera especial, en búsqueda de los católicos alejados y de los que poco o nada conocen a Jesucristo. Esta Misión debe llegar a todos, ser permanente y profunda.
Cada pueblo debe sentir la responsabilidad de evangelizar a los más cercanos, a los de su misma nación y sangre, comprendiendo que se trata de su cooperación concreta al deseo de Cristo de que el Evangelio llegue al “al mundo entero”. La Iglesia Latinoamericana está siendo bendecida por Dios con numerosas vocaciones. Aquellos que recibieron el Evangelio desde la vieja Europa, son ahora misioneros en muchos lugares del occidente cristiano que sufre ahora una gran crisis.
En el discurso inaugural que el Santo Padre dirigió a los participantes en la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Benedicto XVI les recordaba que la fe cristiana ha supuesto para América Latina conocer y acoger a Cristo, el Dios desconocido que sus antepasados buscaban sin saberlo en sus tradiciones religiosas. A través de las aguas del bautismo han recibido la vida divina, la dignidad incomparable de ser hijos de Dios. El Pontífice afirmó que “el anuncio de Jesús y de su Evangelio no supuso, en ningún momento, una alienación de las culturas precolombinas, ni fue una imposición de una cultura extraña”. (Benedicto XVI, Discurso inaugural, 13-5-2007).
Al comentar el lema de la Conferencia, "Discípulos y misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos en Él tengan vida” el Papa señalaba que los bautizados están convencidos de que pueden encontrar en Cristo la vida divina, y por eso, quieren llevar a todos el don que han encontrado en Él La Iglesia debe seguir siempre el camino del Evangelio, sin pedir prestados criterios de lectura de la realidad a ideologías, no sólo ajenas, sino incluso contrarias al mismo Evangelio. Para poder realizar esa labor de evangelización y anuncio, es condición indispensable el conocimiento profundo de la palabra de Dios, " De lo contrario, ¿cómo van a anunciar un mensaje cuyo contenido y espíritu no conocen a fondo?” (Benedicto XVI, Ib.).
Pero no puede olvidarse que la evangelización ha ido unida siempre a la promoción humana y a la auténtica liberación cristiana. Por eso, afirma Benedicto XVI : "Amor a Dios y amor al prójimo se funden entre sí: en el más humilde encontramos a Jesús mismo y en Jesús encontramos a Dios" (Deus caritas est, 15). Es necesario hacerse discípulos para poder ser misioneros. Discipulado y misión son como las dos caras de una misma medalla: cuando el discípulo está enamorado de Cristo, no puede dejar de anunciar al mundo que sólo él nos salva.
Junto a los Obispos de Latinoamérica pedimos para que éste Continente de la esperanza también sea el Continente del amor, de la vida y de la paz de Jesucristo.
Fuente: Agencia Fides
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