Homilía monseñor Héctor S. Cardelli, obispo de San Nicolás, en el Campito de la Virgen (25 de octubre de 2010)
Jesús es quien desata a la persona humana y nos invita a seguir su ejemplo. Esto significa que el Señor nos remueve de nuestra comodidad y nos indica salir del egoísmo, de la indiferencia, para poner la atención y disponibilidad para con el prójimo.
Dice el texto que Jesús vio a esta mujer tan encorvada que de ninguna manera podía enderezarse. Al verla, Jesús la llamó; es decir, tomó la iniciativa para librarla de su mal, sale a su encuentro y le ofrece su amor, su servicio, su liberación; ella se endereza y alaba a Dios.
Los pasos son sencillos: Jesús está en actitud de disponibilidad para con el prójimo, ve la necesidad y acude a resolverla y su intervención obtiene la gratitud y la alabanza. Es como un esquema simple de vida para que nosotros podamos practicar ayudándonos a crecer en el mandamiento del amor como Él nos demostró que nos ama.
Pensemos cualquier situación parecida que estemos viviendo en estos momentos y cómo nos comportamos ante iguales o parecidas circunstancias. Cuando priorizamos todo lo que demanda de mí la actitud de servicio al otro y me antepongo ante la respuesta, es porque aún estoy atrapado en mi comodidad y es anémico mi amor al otro: de modo que no alcanzo a amar como Él me amó.
Cuando ante la presencia de un hermano que necesita de mí, reacciono amando, salgo de mi encierro y desato las ataduras del otro que experimente mi intervención amorosa y desencadena la liberación, la gratitud y la alabanza.
Cuando me pasa lo que le pasó al presidente de la sinagoga y me pongo incómodo o molesto por el bien hecho al otro que él no fue capaz de hacer, no es que me sienta interpelado porque el otro haya recibido un bien, sino más bien porque dejé de hacerlo y el mal me instala en las malas conductas que asumo quitándome la fuerza para la enmienda. Estas situaciones de vida que las tenemos a diario son una ocasión permanente de gracia en nuestro ascenso espiritual hacia la santidad y el cumplimiento del mandamiento más grande: ¡el amor!
Cuando recordamos la recomendación de María de “hacer lo que Él nos diga” volvemos nuestros ojos a la vida cotidiana y sentimos que la recomendación maternal de Ella, nos hace más parecidos a Jesús en sus formas de ver y de obrar.
Cuando el ángel le anunció que Isabel estaba en un estado de necesidad y ayuda, Ella no dudó un instante y partió “sin demora” a ayudar a su prima. Estas actitudes que vemos en Jesús y María son hoy para nosotros mensajes de vida; esta vez no son palabras, sino hechos concretos, actitudes del corazón para darnos cuenta que el mensaje se hace vida cristiana.
Cuando lo concretamos en las obras, son las obras lasque atestiguan mi fe y suscitan la gratitud y la alabanza en el corazón del hombre!
Hermanos, Aparecida nos habla de una Iglesia samaritana; Jesús y María nos preceden con su ejemplo: no podemos decirnos discípulos si no adherimos de corazón a este modo de vivir nuestra relación con Dios.
Hoy la humanidad vive encorvada y de ninguna manera puede enderezarse, salgamos al encuentro de los hermanos con servicio y amor para devolverle la felicidad por las maravillas que Dios hace en su pueblo cuando el amor lo visita!
Una expresión concreta de esta actitud de cercanía maternal de María la hemos vivido en nuestra región, no sólo aquí en San Nicolás, sino también en Morante que, desde 1770, vio pasar las tropas de carretas, los sulky y los primeros autos y en cuya capilla tiene su trono Ntra. Sra. de los Remedios, que hoy nos visita y que hace más de 200 años nos cuida.
Queremos expresar nuestra gratitud y alabanza a esta madre amorosa que hoy viene a nosotros y en quien encontré protección desde que mis padres me llevaron a su presencia, cuando aún me tenían en brazos; tanto yo como muchos pobladores de la zona.
¡María, danos prontitud en las respuestas de amor!
Mons. Héctor Cardelli, obispo de San Nicolás de los Arroyos
Fuente: AICA
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