Reflexión de monseñor Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús para el programa radial "Compartiendo el Evangelio", para el 30º domingo durante el año (24 de octubre de 2010)
San Lucas 18, 9-14
La actitud del publicano y el fariseo, o del fariseo y el publicano, nos revelan comportamientos, pensamientos, valores, posturas, posiciones, etc. Lo que es de desear, lo que debemos pedir, como todos debemos crecer y madurar en la vida, es acercarnos cada vez más al misterio de Dios.
En ese acercarnos nos vamos conociendo más a nosotros mismos, nos vamos teniendo más, nos vamos perteneciendo más. Cuando hay más luz, uno ve más las sombras, las percibe mejor.
Por eso cuando uno se acerca más a Dios, uno descubre su pecado, su limitación; mira en profundidad, mira en serio; no se mira superficialmente; no se mira “para la foto”, se ve en serio.
De allí que la actitud que uno tiene que pedirle a Dios, siempre, es la actitud de saber que Dios tiene misericordia de nosotros, que uno es necesitado, es un pobre que necesita y que Dios siempre escucha atentamente a aquél que dice la verdad, a aquel que es humilde, a aquel que sabe rezar.
Pidamos al Señor tener esa actitud de gratitud, de pedido, y a la vez de reconocimiento. Porque Dios nunca nos va a humillar, Dios siempre nos va a enaltecer.
Dios nos dio la dignidad de existir como personas, nos dio la dignidad de creyentes, de cristianos en el Pueblo de Dios. Nos dio una misión y un destino: quiere que vayamos, a través de la oración, reconociendo estas dignidades que Dios nos da y que nadie nos puede quitar.
¡Acuérdate que, si eres humilde, dices la verdad; y si dices la verdad, siendo humilde, estás más cerca de Dios, estás más cerca de los hermanos! Si haces lo contrario, te alejas de Dios, te alejas de ti mismo y te alejas de los hermanos.
Les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén
Mons. Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús
Fuente: AICA
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