Al reflexionar sobre el Evangelio dominical en su habitual alocución antes del rezo del Angelus, el Papa Benedicto XVI destacó ayer la importancia de la humildad en la vida cristiana. “Al final de la parábola –señaló el Papa-, Jesús sugiere al jefe de los fariseos que invite a su mesa no a sus amigos o parientes o vecinos ricos, sino a las personas más pobres y marginadas, que no tienen modo de devolvérselo, para que el don sea gratuito. La verdadera recompensa, de hecho, al final, la dará Dios (…) Una vez más, por tanto, vemos a Cristo como modelo de humildad y de gratuidad: de Él aprendemos la paciencia en las tentaciones, la mansedumbre en las ofensas, la obediencia a Dios en el dolor, a la espera de que Aquél que nos ha invitado nos diga: "Amigo, sube más arriba"; el verdadero bien, de hecho, es estar cerca de Él”. Al finalizar su alocución, el Papa recordó la celebración del martirio de san Juan Bautista, “el más grande entre los profetas de Cristo, que supo negarse a sí mismo para dejar espacio al Salvador y que murió por la verdad. Pidámosle a él y a la Virgen María que nos guíen por el camino de la humildad, para poder ser dignos de la recompensa divina”.
Fuente: Noticias Eclesiales
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