En Gn 18,22, versión argentina “El libro del Pueblo de Dios”, encontramos un pasaje algo contradictorio: “…pero el Señor se quedó de pie frente a Abraham”, y lo es habida cuenta de que otras versiones lo pondrán exactamente al revés, como por ejemplo la versión Nueva Biblia Jerusalén: “…Abrahán permanecía parado delante de Yahvé”. Esto es porque los escribas, mucho antes de existir los grandes códices, consideraron indigno que Dios esperara a un hombre para que le indicara lo que pensaba y así enmendaron el texto hebreo, salvaguardando con una nota al margen del manuscrito. Estas notas junto a la concordancia de vocablos y frases en los manuscritos hebreos recibe el nombre de “Masorah”.
Esta actitud de los escribas para nosotros puede parecer, hoy, muy reprobable pero ¿cuántas veces nos ponemos nosotros en lugar de Dios para tratar de explicarlo a Él con nuestro limitado razonamiento? Y ¿qué pensaría alguien si le dijera que no era yo quien permanecía frente al Santísimo en la bella capilla de adoración de mi Parroquia, sino que es el Santísimo quien permanecía esperando mis palabras, mis oraciones, acciones de gracias y alabanzas? Porque no es lo mismo dirigirme a alguien a quien debo esperar a causa de sus múltiples ocupaciones… ¡el arduo trabajo de ser Dios! que dirigirme a alguien que me está esperando a causa de mis múltiples ocupaciones… ¡el arduo trabajo de ser humano!
Semejante condescendencia del Altísimo les pareció tan fuerte e imposible de explicar a los escribas que decidieron hacer más lógico y convencional el texto bíblico. Asimismo, es siempre más cómodo considerar que Dios no se puede comunicar Personalmente con Su Pueblo. Pero si Dios se hizo hombre, precisamente, para relacionarse mejor con nosotros ¡Jesucristo es la mejor expresión de la Comunicación!
Es un rasgo tan conmovedor y a la vez tan inefable el de Dios descendiendo a la condición humana que durante las últimas décadas, los católicos, o no lo hemos creído o lo hemos disimulado demasiado bien, escondiendo a Jesús en una Evangelización “implícita”, cómoda, lógica y convencional; transformando en el siglo XX las “virtudes” en “valores” y en el siglo XXI los “valores” en “códigos” (“códigos” le llamamos los argentinos a hacer lo que bien le parece a cada uno), siendo cómplices de la mediocridad que criticamos del mundo desde una posición elevada ¡Qué distinto es Nuestro Buen Dios! ¡Él se abaja a Sí Mismo para elevarnos y nosotros nos elevamos para abajarlo a Él!
A pesar de todo, Él es misericordioso y nos espera…permanece esperándonos. Él quiere comunicarse con nosotros para que nosotros nos comuniquemos con el mundo porque así como los gozos y esperanzas de la Iglesia, sus dolores y angustias lo son también de Jesucristo; así también los gozos y esperanzas del mundo, sus dolores y angustias los son también de la Iglesia porque ¡Jesucristo es el Rey del Universo! (PCD).
Editorial de Prensa Cristiana Digital noviembre 2009
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Contestando la pregunta creo que cuando adoro a Dios no se me habia ocurrido preguntarme eso, pero ahora lo haré
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