Seminario Bíblico 2011-2012 “Cómo interpretar la Biblia” por FM Parroquial 105.1
Subsidio 33: Verbum Domini IX – Exégesis y Hermenéutica – Los criterios católicos para interpretar la Biblia
Se trata de un tema fundamental, que nunca debe ser ignorado, a la hora de realizar una interpretación bíblica en la Iglesia. También, es necesario conocerlo para poder degustar mejor las interpretaciones, especialmente las homilías.
Teniendo en cuenta este horizonte, se pueden apreciar mejor los grandes principios de la exegesis católica sobre la interpretación, expresados por el Concilio Vaticano II, de modo particular en la Constitución dogmática Dei Verbum: «Puesto que Dios habla en la Escritura por medio de hombres y en lenguaje humano, el intérprete de la Escritura, para conocer lo que Dios quiso comunicarnos, debe estudiar con atención lo que los autores querían decir y Dios quería dar a conocer con dichas palabras». Por un lado, el Concilio subraya como elementos fundamentales para captar el sentido pretendido por el hagiógrafo el estudio de los géneros literarios y la contextualización. Y, por otro lado, debiéndose interpretar en el mismo Espíritu en que fue escrita, la Constitución dogmática señala tres criterios básicos para tener en cuenta la dimensión divina de la Biblia: 1) Interpretar el texto considerando la unidad de toda la Escritura; esto se llama hoy exegesis canónica; 2) tener presente la Tradición viva de toda la Iglesia; y, finalmente, 3) observar la analogía de la fe. «Sólo donde se aplican los dos niveles metodológicos, el histórico-crítico y el teológico, se puede hablar de una exegesis teológica, de una exegesis adecuada a este libro».
Los Padres sinodales han afirmado con razón que el fruto positivo del uso de la investigación histórico-crítica moderna es innegable. Sin embargo, mientras la exegesis académica actual, también la católica, trabaja a un gran nivel en cuanto se refiere a la metodología histórico-crítica, también con sus más recientes integraciones, es preciso exigir un estudio análogo de la dimensión teológica de los textos bíblicos, con el fin de que progrese la profundización, de acuerdo a los tres elementos indicados por la Constitución dogmática Dei Verbum. (Verbum Domini, 34)
Benedicto XVI recuerda la necesidad de tener el equilibrio necesario para interpretar la Sagrada Escritura, referenciando a la constitución dogmática “Dei Verbum” sobre la revelación divina, Concilio Ecuménico Vaticano II, 12. Los criterios católicos para interpretar la Biblia:
a) La dimensión humana de la Biblia referida al estudio histórico-crítico de los géneros literarios y la contextualización histórica del sentido literal.
b) La dimensión divina de la Biblia para lo cual señala los tres criterios básicos para la interpretación 1) Interpretar el texto considerando la unidad de toda la Escritura; esto se llama hoy exegesis canónica; 2) tener presente la Tradición viva de toda la Iglesia; y, finalmente, 3) observar la analogía de la fe.
Con respecto a la cuestión a), no nos referiremos esta noche aunque tenemos el subsidio 20 en donde ya lo tratamos, en el mes de la Biblia, con algún detalle Dei Verbum 12 y valdría la pena repasarlo:
Hoy, veremos con más detalle los tres criterios básicos para la interpretación de la Biblia en su dimensión divina, es decir la cuestión b). Con lo cual se completa el estudio de Dei Verbum 12.
1) Interpretar el texto considerando la unidad de toda la Escritura.
Cabe repasar los subsidios 13 y 14 del Seminario:
Los creyentes sabemos que la Biblia es una unidad querida por Dios, inspirada por el Espíritu Santo aunque nos encontremos con una enorme diversidad en ella, por eso el intérprete no puede tomar como Palabra definitiva de Dios lo que lee en un solo texto o un solo autor, p.e. algo que ya consideramos: la frase “con la medida con que midan los volverán a medir” en Mateo se refiere a una enseñanza moral y en Marcos a una enseñanza evangelizadora, ver subsidio 22:
La unidad de la Sagrada Escritura la encontramos en Jesucristo, plenitud de la revelación, el Antiguo Testamento es la preparación para el Nuevo Testamento, pero debemos tener cuidado de no caer en interpretaciones de tipo gnósticas, p.e. ¡“cada vez que dice rey en el Antiguo Testamento Ud. diga Jesús”!, ¡“cada vez que dice rey Ud. ponga su nombre allí”! ¡porque Ud. es rey por el bautismo! Porque esto nos puede llevar a uniformar toda la Biblia, lo cual ya no sería unidad sino una exageración de la unidad que no respeta la diversidad sino que la avasalla, una uniformidad. Ese tipo de lectura de un texto determinado puede servir en el caso de entender que se trata de una aplicación existencial subjetiva, un “qué me dice a mí” el texto, sabiendo que a mi prójimo, probablemente, le dice algo distinto y no debo poner esta interpretación como “norma de fe” para todo un auditorio.
Es cierto que Jesucristo es el Rey, y es cierto también que los católicos hemos sido ungidos como reyes, sacerdotes y profetas (los tres munus de Cristo) en el bautismo, pero eso no constituye una regla para homogeneizar toda la Biblia de manera existencialista y subjetiva a mi antojo y, al mismo tiempo, sosteniendo que es de manera “objetiva” al poner “como aval” de esa supuesta “objetividad” al Espíritu Santo como si el Espíritu Santo fuera una suerte de “genio de la lámpara” que está al completo servicio de su “amo” humano. En definitiva, no debemos confundir lo que estamos haciendo con la Biblia, si es algo subjetivo tener claro que se trata de una aplicación personal y no de una “norma eclesial”. La unidad de la Escritura no puede observarse sin tener en cuenta el próximo criterio:
2) Tener presente la Tradición viva de toda la Iglesia.
Es la forma en que un texto fue leído e interpretado a partir de la Iglesia primitiva porque el texto no es anterior a la vida de la comunidad de fe sino que de la comunidad surgió el escritor sagrado del texto, entonces es la vida de la Iglesia la que nos proporciona el contexto vital en que se ha de interpretar un texto bíblico. Es decir, que la interpretación no es normativa sino se ha venido desarrollando desde el tiempo de los Apóstoles porque la Tradición se refiere a la Tradición Apostólica.
Ver subsidio 15:
3) Observar la analogía de la fe.
Esto significa que el mismo Espíritu Santo que inspiró las Escrituras es el que habita hoy en la Iglesia, por eso no puede haber contradicción entre lo que se interpreta y lo que cree la Iglesia, p.e. la frase “Jesús no nos redimió en la cruz y lo mismo sería si hubiera muerto de viejito porque lo que redime es el amor” está en contradicción con la analogía de la fe y la Tradición. Es cierto que Jesús es la mayor expresión del amor de Dios conocida por los seres humanos pero eso no puede prestarse a confusión. Es bueno recordar lo que dice Juan 3,16:
“Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna”
La investigación exegética histórico-crítica es una herramienta que ayuda a madurar el proceso de comprensión de la Sagrada Escritura pero no debe oponerse a la fe de la Iglesia o enfrentarse a ella, como ha ocurrido en los siglos XIX y XX y de lo que todavía quedan algunos desactualizados expositores que aún persisten en este enfrentamiento superado, p.e. en las investigaciones del “Jesús histórico” que en su tercera búsqueda (desde fines del siglo XX) ya no se observa un encono contra la Iglesia como si tuvo su primera búsqueda (siglo XIX y comienzos del XX).
Conclusión
Debemos tener un cuidado cuando hablamos de “Palabra de Dios en libertad” porque si esa “libertad” se refiere a no observar los criterios de Dei Verbum 12 ya no es “libertad” sino desatino y entonces estamos haciendo demagogia con la Biblia. La dimensión divina de la interpretación bíblica tampoco consiste en una suerte de “lectura entre líneas” como hacen los magos gnósticos que buscan en la Iglesia fama, dinero y otras cosas que no pueden conseguir en el mundo, sino que la encontramos respetando estos tres criterios tratados: 1) Interpretar el texto considerando la unidad de toda la Escritura; esto se llama hoy exegesis canónica; 2) tener presente la Tradición viva de toda la Iglesia; y, finalmente, 3) observar la analogía de la fe.
Finalmente, todo lo referente a la metodología para interpretar las Escrituras está sometido a la Iglesia que tiene el mandato divino y el ministerio de conservar e interpretar la Palabra de Dios.
Mauricio Shara
Bibliografía:
Texto bíblico de la versión argentina “El libro del Pueblo de Dios”
Benedicto XVI, Exhortación Apostólica postsinodal “Verbum Domini”, 34
Gabriel Mestre, “Para leer Verbum Domini”, Buenos Aires, Ágape, 2011, 45-46
Mons. Luis H. Rivas, “Diccionario para el estudio de la Biblia”, Buenos Aires, AMICO, 2010, 96-98
Constitución dogmática “Dei Verbum” sobre la revelación divina, Concilio Ecuménico Vaticano II, 12
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