Reconciliación entre Jacob y Esaú
Seminario Bíblico 2011-2012 “Cómo interpretar la Biblia” por FM
Parroquial 105.1
Subsidio 38: Verbum Domini XI – Exégesis y
Hermenéutica – Las páginas “oscuras” de la Biblia 1ª parte
Introducción
En el contexto de la relación entre
Antiguo y Nuevo Testamento, el Sínodo ha afrontado también el tema de las
páginas de la Biblia que resultan oscuras y difíciles, por la violencia y las
inmoralidades que a veces contienen. A este respecto, se ha de tener presente
ante todo que la revelación bíblica
está arraigada profundamente en la historia. El plan de Dios se
manifiesta progresivamente en
ella y se realiza lentamente por etapas
sucesivas, no obstante la resistencia de los hombres. Dios elige un
pueblo y lo va educando pacientemente. La revelación se acomoda al nivel
cultural y moral de épocas lejanas y, por tanto, narra hechos y costumbres
como, por ejemplo, artimañas fraudulentas, actos de violencia, exterminio de
poblaciones, sin denunciar explícitamente su inmoralidad; esto se explica por
el contexto histórico, aunque pueda sorprender al lector moderno, sobre todo
cuando se olvidan tantos comportamientos «oscuros» que los hombres han tenido
siempre a lo largo de los siglos, y también en nuestros días. En el Antiguo
Testamento, la predicación de los profetas se alza vigorosamente contra todo
tipo de injusticia y violencia, colectiva o individual y, de este modo, es el
instrumento de la educación que Dios da a su pueblo como preparación al
Evangelio. Por tanto, sería equivocado no considerar aquellos pasajes de la
Escritura que nos parecen problemáticos. Más bien, hay que ser conscientes de
que la lectura de estas páginas exige tener una adecuada competencia, adquirida
a través de una formación que enseñe a leer los textos en su contexto
histórico-literario y en la perspectiva cristiana, que tiene como clave
hermenéutica completa «el Evangelio y el mandamiento nuevo de Jesucristo,
cumplido en el misterio pascual». Por eso, exhorto a los estudiosos y a los pastores,
a que ayuden a todos los fieles a acercarse también a estas páginas mediante
una lectura que les haga descubrir su significado a la luz del misterio de
Cristo. (Verbum Domini, 42)
Lo
primero que tenemos que considerar es que la revelación bíblica está arraigada
profundamente en la historia. El plan de
Dios se manifiesta progresivamente
en ella y se realiza lentamente por etapas
sucesivas, no obstante la resistencia de los hombres. La
revelación ha sido un proceso largo hasta, inclusive, la redacción de los
textos bíblicos interviniendo diversos agentes de la revelación como el pueblo
en la oralidad, los escribas o redactores como intérpretes de las tradiciones,
relecturas y reescrituras, en un proceso dinámico de tradiciones orales y escritas
hasta llegar a lo que hoy tenemos en la Biblia. Todo este largo y complejo
proceso histórico forma parte de la revelación, gracias a la asistencia y la
inspiración del Espíritu Santo que siempre ha respetado la libertad humana.
El
Papa nos exhorta diciendo: Por tanto,
sería equivocado no considerar aquellos pasajes de la Escritura que nos parecen
problemáticos. Más bien, hay que ser conscientes de que la lectura de estas
páginas exige tener una adecuada competencia, adquirida a través de una
formación que enseñe a leer los textos en su contexto histórico-literario y en
la perspectiva cristiana, que tiene como clave hermenéutica completa «el
Evangelio y el mandamiento nuevo de Jesucristo, cumplido en el misterio
pascual». Por eso, exhorto a los estudiosos y a los pastores, a que ayuden a
todos los fieles a acercarse también a estas páginas mediante una lectura que
les haga descubrir su significado a la luz del misterio de Cristo. Trataremos, pues, de dar satisfacción a los
requerimientos que nos pide Benedicto XVI tomando el relato sobre la historia
de Jacob (Gn 25,19-35,29), un personaje poco apreciado a causa su inmoralidad
en los tratos, su “oscuridad”.
La
historia de Jacob en un contexto histórico-literario. Jacob “el luchador”
Primero
que nada es necesario leer todo el texto de Gn 25,19 a 36,43 prestando
atención.
Nos
centraremos en lo que el Génesis nos propone como generaciones (toledot) de Isaac que introduce la
historia de nuestro “cuestionado” personaje Jacob a partir de Gn 25,19 hasta Gn
35,29 y no consideraremos el segundo relato que es la 2ª parte de la historia
de José (Gn 46-50) porque se trata de un bloque distinto y en el primer relato
están las cuestiones “oscuras” y “difíciles” a la ética cristiana: fraude, conflictos
personales, astutas intrigas del cuestionado Jacob y su entorno.
Esta es la descendencia de Isaac, el hijo de Abraham.
Abraham fue padre de Isaac, el cual, a los cuarenta años, se casó con Rebeca,
hija de Betuel, el arameo de Padán Aram, y hermana de Labán, el arameo. Isaac
oró al Señor por su esposa, que era estéril. El Señor lo escuchó, y su esposa
Rebeca quedó embarazada. Como los niños se chocaban el uno contra el otro
dentro de su seno, ella exclamó: «Si las cosas tienen que ser así, ¿vale la
pena seguir viviendo?». Entonces fue a consultar al Señor, y él le
respondió: «En tu seno hay dos naciones, dos pueblos se separan desde tus
entrañas: uno será más fuerte que el otro, y el mayor servirá al menor».
Cuando llegó el momento del parto, resultó que había mellizos en su seno. El
que salió primero era rubio, y estaba todo cubierto de vello, como si tuviera
un manto de piel. A este lo llamaron Esaú. Después salió su hermano, que con su
mano tenía agarrado el talón de Esaú. Por ello lo llamaron Jacob. Cuando
nacieron, Isaac tenía sesenta años. (Gn
25,21-26).
Acá aparecen los primeros conflictos, la
primera lucha, en el seno de Rebeca. Pero un oráculo de YHWH interpreta los
hechos y predice el futuro: serán dos naciones. Será importante recordar este oráculo en lo sucesivo de nuestro pequeño
estudio. En Gn 25,21-34 Esaú y Jacob no son sólo dos hermanos sino también
dos pueblos (Edom e Israel), dos clases sociales (cazador y pastor-agricultor)
y dos regiones (una fértil y otra estéril). En este pasaje se produce la compraventa de los
derechos de primogenitura entre Jacob y Esaú. Asimismo, las preferencias de
Isaac por Esaú y Rebeca por Jacob (v.28) ponen la base para los siguientes conflictos
del cap. 27.
Los niños crecieron. Esaú se
convirtió en un hombre agreste, experto en la caza. Jacob, en cambio, era un
hombre apacible y apegado a su carpa. Isaac quería más a Esaú, porque las
presas de caza eran su plato preferido; pero Rebeca sentía más cariño por
Jacob. En cierta ocasión, Esaú volvió exhausto del campo, mientras Jacob estaba
preparando un guiso. Esaú dijo a Jacob: «Déjame comer un poco de esa comida
rojiza, porque estoy extenuado». Fue por eso que se dio a Esaú el nombre de
Edom. Pero Jacob le respondió: «Dame antes tu derecho de hijo primogénito». «Me
estoy muriendo», dijo Esaú. «¿De qué me servirá ese derecho?». Pero Jacob
insistió: «Júramelo antes». El se lo juró y le vendió su derecho de hijo
primogénito. Jacob le dio entonces pan y guiso de lentejas. Esaú comió y bebió;
después se levantó y se fue. Así menospreció Esaú el derecho que le correspondía
por ser el hijo primogénito. (Gn 25,27-34).
Veamos un breve comentario muy
sintético de los capítulos siguientes, basado en materiales de la bibliografía,
pero es importante leer toda esta historia de corrido y prestando mucha
atención (Gn
25,19-36,43):
El cap. 26 es una inserción excéntrica
sobre Isaac en el relato de la historia de Jacob, es como un paréntesis, el
personaje menos tratado de los tres grandes patriarcas en el Génesis (Abraham,
Isaac y Jacob). En este cap. están todas las promesas divinas a Isaac ¡todas
juntas en un solo capítulo!
La clave del cap. 27 es la lucha por la bendición.
La
intervención de la madre crea una tensión y provoca un desenlace distinto al
esperado. Bendecir, bendición (barek,
beraka) suenan 16 veces en el texto y consuenan con primogenitura (bekora).
Es
cierto que el fraude es constitutivo del relato, propio del folclore: el héroe
es más débil pero más astuto, el fraude aquí es una estratagema de guerra sin
declaración. Pero es importantísimo señalar que no se alude a la profecía de Gn 25,23 por tanto no se justifica
teológicamente, religiosamente el fraude en el texto sino la historia acerca de
Esaú como el pueblo de Edom que quedará excluido de la tierra prometida. Esa es
la intención de los hagiógrafos en este relato de raigambre popular y no la
justificación moral del engaño, del fraude, de la estafa. En ningún momento
Rebeca hace un recuerdo de las palabras
de YHWH para justificar la estratagema. Notemos, además, que las
bendiciones a Esaú no hacen más que confirmar la primogenitura de Jacob.
Nuevamente, es necesario recordar que se trata de una narración y no de una
“película” o de un “documental” testimonial. Es parte de la historia de los
patriarcas (Abraham, Isaac y Jacob), los mitos fundacionales que darán
conformación al pueblo de Israel.
Siguiendo
al biblista Luis Alonso Schökel, que abstrae el material de toda la historia de
Jacob en una estructura concéntrica, podemos ver:
25
Genealogía de Ismael (que presenta a Isaac)
26
Isaac y los nativos del país
27
Jacob y Esaú (conflicto)
28
Huida de Jacob. Experiencia en Betel
29
Labán recibe a Jacob
30 Lía y Raquel
(las matriarcas están en el centro porque dan origen al pueblo de Israel)
31
Jacob y Labán (conflictos)
32
Huida. Experiencia nocturna
33
Jacob y Esaú (reconciliación)
34
Dina y los nativos del país
35
Muerte de Débora y Raquel. Experiencia en Betel
36
Genealogía de Esaú
Según
este análisis lo importante del texto es la formación del pueblo de Israel,
pero para dilucidar estas “páginas oscuras” éticamente, de suplantación y
engaños, asistidos por el Espíritu Santo veremos los temas más relevantes a
esta cuestión.
En
el cap. 28 Jacob se va a casa de su tío materno Labán para buscar esposa. En
cambio, Esaú se casa con mujeres ismaelitas. Luego, tenemos el famoso relato de
la institución del santuario de Betel, más popularmente conocido como “el sueño
de Jacob”, allí nuestro personaje unge una piedra, que es una costumbre cananea
(allí se erige el santuario) y se compromete a pagar el diezmo de todo (al
templo de Betel), hay mensajeros de Dios que suben y bajan hacia ahí. Este relato es una tradición que justifica la
existencia de este templo de la zona del patriarca Jacob. Estas costumbres (ungir
piedras, otros santuarios) serán condenadas posteriormente en atención a la
unificación del culto en Jerusalén, pero ese no es un problema de nuestro
personaje Jacob sino de la evolución religiosa del pueblo de Dios. Relatos como
éste subsistieron resignificados, releídos en clave monoteísta estricta al
momento de la promulgación del Pentateuco que debía ser factor de unidad y
representatividad de la historia religiosa del pueblo.
Jacob
en Jarán. La huida a Canaán (29,1-32,3).
El
texto se abre con un relato típico: el encuentro de Jacob con Raquel junto a un
pozo (29,1-4; cf. Gn 24 y Ex 2,15-22). Labán (el tío de Jacob) es decisivo a lo
largo de toda esta sección que contiene una serie de engaños hasta 29,30.
Luego, sigue el relato de los hijos (29,31-30,24), los 12 hijos de Jacob (11
más Dina) son fruto de la unión con sus dos mujeres y sus criadas. Tenemos
bastante artificialidad en el relato de los nacimientos que expresa las
rivalidades entre las mujeres y los problemas matrimoniales: “Lía no era amada…
Raquel era estéril”. Dios interviene y queda expresado en los nacimientos y los
nombres de los hijos. En el texto hay una cierta ambigüedad entre “hijos” y
“tribus” (que subyace).
El
nacimiento de José (30,22-24) presenta la ocasión para el regreso a Canaán. En
el camino de vuelta Jacob se encuentra con unos mensajeros de Dios en Majanaín
(32,2-3). Majanaín es también un lugar sagrado (como Betel) y por tanto goza de
la protección divina.
Lucha
de Jacob, encuentro con Esaú y estancia en Canaán (32,4-35,29).
La
historia de Jacob entra en su parte final: Después de 20 años de separación,
Jacob ignora cómo va a reaccionar su hermano. Divide sus fuerzas y pasa con sus
mujeres el Yaboc, allí lucha con un “hombre” misterioso. Se trata de un relato
popular típico de lucha del héroe, en este caso nuestro héroe es Jacob. La
clave de Gn 32,25-32 es que el “hombre”
sin nombre simboliza a cada una de las personas con las que Jacob ha luchado en
su vida (Esaú, Isaac, Labán), el que aparece como “hombre” al comienzo resulta
ser Dios, entonces Jacob será llamado Israel, la lucha personal de Jacob prefigura el destino nacional de Israel, el
protagonista no revela su nombre pero Jacob lo interpreta como Penuel (rostro de Dios). Este nombre
prepara el encuentro con Esaú de quien Jacob dirá que “ver su rostro es como
ver el rostro de Dios” (33,10).
La
experiencia en el Yaboc permite que Jacob renazca como Israel. Cambia el
nombre, cambia la identidad y el sentido de su vida. A partir de su esencia comienza una nueva existencia, Jacob no es
esencialmente un “engañador” o “suplantador” sino un “luchador” que es
protegido por Dios (Yacob-El, "Dios proteja"), el engaño es parte de su
existencia: un hombre que luchó usando como arma la astucia, por eso también
huye permanentemente de las consecuencias de su accionar. Pero al terminar
la noche y clarear el día Jacob “el luchador” resurge como un hombre nuevo:
Israel o un “luchador” distinto, que ha pasado por la terrible experiencia del
encuentro con Dios y con él mismo. Así, su encuentro con Esaú (el encuentro con
su prójimo) fue fraterno y cordial (33,1-17). Es interesante notar que Esaú no
recordó el robo de su primogenitura e Israel no reconocerá la prioridad de Edom,
porque siempre subyace la cuestión nacional.
Los
relatos que siguen no son meras reiteraciones sino que tienen una visión de
conjunto de la historia de Jacob: la vuelta a Betel (35,1-16) para cumplir el
voto realizado (28,20-22); la promesa de bendición y multiplicación (35,11), hace
recordar la de Gn 1,28, la de Noé y la de Abraham.
Es
importante entender que Israel como nombre no se entiende sólo por el cap.32
sino en sentido de ser el comienzo de un pueblo. Luego, la vuelta de Jacob a
Canaán se asemeja en cierto modo al éxodo de los israelitas: salida de un mundo
hostil cargado de familia y riquezas, persecución, paso de aguas, lucha contra
antagonistas y llegada a la tierra. Así, Jacob se identifica con el pueblo de
Israel.
Conclusión
del relato de Jacob
Al
final, la suerte de Edom quedará echada: Esaú se casó con mujeres cananeas y se
estableció en Seir, fuera de la tierra prometida (Gn 36), en cambio Jacob se
estableció en Canaán (Gn 37,1) en la tierra de las promesas divinas. La
conclusión es que en Esaú no está la bendición de la tierra prometida ni de la
prole dentro de la línea patriarcal, al contrario estos dos fundamentos de
Israel sí están en Jacob. Termina diciendo que Esaú es el padre de los edomitas
(36,43).
Hemos apreciado
estas “paginas oscuras” de la Biblia bajo la trabajosa luz del estudio,
asistidos por el Espíritu Santo y buenos materiales para entender el texto, y
hemos descubierto cuál es la esencia de Jacob dentro del marco de su existencia
como personaje bíblico. La próxima vez veremos la cristologización y
actualización de la historia de Jacob en la
perspectiva cristiana, que tiene como clave hermenéutica completa «el Evangelio
y el mandamiento nuevo de Jesucristo, cumplido en el misterio pascual».
Pero
aún en un humilde estudio histórico-literario también podemos descubrir la
Palabra viva en una aproximación a lo que dice la Biblia, sin inventarnos un
alegorismo fantástico y/o ideológico, lo cual sería una deformación a la que
ponemos el nombre de “Palabra de Dios” pero que no es más que una proyección
del intérprete. El desafío es ir de lo evidente a lo trascendente y no al revés,
y que la Palabra de Dios sea descubierta en la Biblia y podamos ir a ella, o
mejor dicho a Él, a través del puente entre lo inmanente del hombre y lo
trascendente de Dios. Por eso, decimos que descubrir a Cristo en el Antiguo
Testamento requiere tanto estudio como contemplación.
¡Palabra
viva!
Mauricio
Shara
Bibliografía:
Biblia versión argentina “El libro del Pueblo de
Dios”
Benedicto XVI, Exhortación Apostólica postsinodal
“Verbum Domini”, 42
Gabriel Mestre, “Para leer Verbum Domini”, Buenos Aires, Ágape, 2011, 48-49
Félix García López, “El Pentateuco”, Navarra, Verbo Divino, 2008,
111-119
Luis Alonso Schökel, Comentario en “Biblia del Peregrino”, Tomo I,
Navarra, Verbo Divino, 3ª edición, 2003, 105-127
Tuve que leerlo y estudiarlo para entenderlo porque no es simple pero esta rebueno. Me doy cuenta que esa cuestion de demonizar a Jacob como el suplantador que cambio magicamente de un momento a otro es una deformacion dicha por personas interesadas en hacer creer a la gente que se cambia en un segundo o que Dios cambia tu esencia de ser y es una mentira. Entiendo que es un relato teologico y no algo que sucedio asi. Esta muy bueno, en mi experiencia los cambios llevan tiempo y no hay ningun mago que los provoque eso es falso total y fantasia para creyentes infantiles. Jacob tiene muchas cosas buenas y tambien malas pero Dios mira la esencia de la persona y lo transforma, no lo despersonaliza sigue siendo el mismo pero mejor potenciado por el Señor. Creo que esa es la cuestion. Me gusto mucho y ojala este tipo de entendimiento de la Biblia llegara a todos los catolicos porque esta bueno.
ResponderEliminarSi leemos bien la Bibiblia guiados por las luces del
ResponderEliminarEsp.Santo, veremos que Cristo se viene anunciando des-
de el Antiguo Testamento...!
Felicitaciones Mauricio por tu explicacion tan clari-
ficadora de estas pag. e historias "oscuras" de la Bi-
blia.!!!!!!
ETELVINA