Texto completo de la carta
“Antes de formarte en el vientre
materno, yo te conocía; antes de que salieras del seno, yo te había consagrado” (Jeremías 1,5)
Queridos hermanos:
A raíz de la notoriedad que tomaron opiniones
vertidas en una breve entrevista periodística realizada en Cerro Monje (San
Javier) el pasado Viernes Santo, y conociendo que algunas de mis palabras
acerca de un tema tan doloroso como es el aborto fueron tergiversadas (por
ignorancia periodística o por mala voluntad), deseo en primer lugar, reiterar
el contenido del mensaje del pasado 25 de marzo, “Día del Niño por nacer”:
“Saludo a todas las madres embarazadas, a quienes
en nombre de Dios y de sus hijos les decimos ¡Gracias por el sí a la vida!
¡Gracias por dar al niño ya concebido en el seno materno la oportunidad de
nacer!
Unido a la comunidad Diocesana, manifiesto el más
absoluto rechazo al fallo de la Corte Suprema de Justicia, que abre paso para
“legalizar” el aborto -muerte- de niños en el seno de la madre, concebidos en
una violación.
Paga con su vida un inocente; nada se dice del
violador, y la mujer, ya herida por el delito aberrante de la violación,
cargará para siempre con la culpa de una muerte.
Cuando por estos días el país se conmovió por el
asesinato de un niño de seis años de manos de su madre ¿no es una contradicción
que se autorice la muerte de inocentes que no pueden defenderse?
Cuando en estos días hacemos memoria de los
crímenes del terrorismo de Estado en los años de la dictadura militar ¿no es
una contradicción que un Estado democrático no defienda los “derechos humanos”
de los más pequeños e indefensos y autorice, e incluso pueda llegar a obligar a
médicos a destruir vidas inocentes? ¿No estamos ante las puertas de un “silencioso”
pero sangriento genocidio?
Querida mamá embarazada: “un niño pesará siempre
menos en los brazos que en la conciencia”. Dale la oportunidad de nacer, como a
ti te la dio tu madre. Y si sientes que tus brazos son débiles, no temas
ofrecerlo en adopción. Hay muchos brazos de madres y padres dispuestos a
recibirlo y educarlo.”
En segundo término, manifiesto que nunca dije que
“los que están a favor del aborto son genocidas y hay que echarlos de la
patria”. Esa fue la expresión desafortunada o mal intencionada del medio
periodístico que difundió la noticia, uniendo erróneamente palabras de la
introducción a una oración y las de la entrevista.
En tercer lugar, si lo que ha impresionado a
algunos es el término “genocidio”, esta palabra significa “muerte masiva de
personas”. Si consideramos que el aborto “legal” provoca más de 50.000.000 de
víctimas por año, constatamos que supera las muertes de todas las guerras del
siglo XX, inclusive las dos guerras mundiales. (Datos: Fundación “Nueva
Cristiandad”, sep.1994). Por eso, en la oración del Viernes Santo en Cerro
Monje, pedimos “que esta triste realidad se aleje (no se haga presente) de/en
nuestra patria”.
Es oportuno recordar parte del mensaje de la
Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Argentina de agosto del año
pasado: “Queremos afirmar con claridad: cuando una mujer está embarazada, no
hablamos de una vida sino de dos, la de la madre y su hijo o hija en gestación.
Ambas deben ser preservadas y respetadas. La biología manifiesta de modo
contundente a través del ADN, que desde el momento de la concepción existe una
vida humana que ha de ser tutelada jurídicamente.” (159 Reunión Comisión
Permanente de la C.E.A. 18/08/11).
Asimismo el Padre Víctor M. Fernández, Rector de la
UCA escribió en noviembre pasado: “El derecho a la vida es el más elemental. Si
se lo niega, se debilitan todos los demás. Es verdad que hay otras faltas de
respeto a la vida, por ejemplo la lucha de los pobres, los privados de salud
para acceder a una atención adecuada, la violencia, la inseguridad, y tantas
otras formas de desprecio a la vida humana. Pero si en lugar de enfrentar esos
graves problemas sociales optamos por atentar contra la vida por nacer, no
hacemos más que agregar muerte a ese panorama sombrío. Tratemos de apuntar más
alto y de sostener un profundo respeto por la dignidad de los más débiles. No
es inocente ni inofensivo abrir la puerta al aborto. Algunos lo festejan
alegremente, pero una lógica de muerte sólo provocará más muerte y tristeza”
(La Nación, 03/11/11)
Por último, comparto algunos cuestionamientos, que
sé que ustedes también los tienen:
Llama la atención el silencio de muchos profesionales de la salud, que conocen bien que el embrión es una vida humana distinta y no un pedazo de la mujer, o un órgano más del cual se puede prescindir.
Llama la atención el silencio de organismos de
Derechos Humanos y grupos ecologistas. Da la impresión que los “derechos” son
sólo para algunos y no para todos. ¿Cómo reaccionarían, por ejemplo, si en
Argentina se estableciera la pena de muerte para violadores o traficantes de
droga? ¿Qué decir de aquellos que sólo defienden animales y plantas, pero
callan acerca de los niños no nacidos?
Llama la atención el silencio de muchas autoridades
políticas, de muchos medios de comunicación, de instituciones sociales e
incluso de representantes de otros credos religiosos.
Como argentinos a lo largo de la historia, hemos
pagado caro el silencio. En esta encrucijada, si nosotros no hablamos ¿quién
hablará?, ¿quién será voz de las criaturas que no tienen voz?
Con mi bendición pastoral.
Fuente:
AICA
La valentia de Mons.Bitar, es encomiable.!
ResponderEliminarDel unico genocidio que se habla es el de la epoca de la dictadura militar. Solo por odio y
resentimiento.! Donde estan los Derechos Huma-
nos.? Rescato la frase: "Pesa menos un ninio en
brazos que en la conciencia."
ETELVINA
Esto es lo que se espera de un Pastor de la Iglesia, que esté firme en sus convicciones católicas y este dispuesto a sufrir por causa de la Palabra de Dios. Mons. Bitar ha sido perseguido por el "afuera" y por el "adentro". Los malos agentes pastorales que creen que la Iglesia tiene que ser igual al mundo, esos dan asco imitando a la television y hay muchos de estos Judas
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