Seminario Bíblico 2011-2012 “Cómo interpretar la Biblia” por FM
Parroquial 105.1
Subsidio 36: Verbum Domini XI – Exégesis y
Hermenéutica – El fundamentalismo bíblico es ideológico 2da. Parte. – Josué y
Jueces.
Hay
otro de los puntos de fundamentalismo definido en el protestante Congreso
Bíblico Americano de Niágara en 1895 (ver subsidio anterior) que describe una
verdad parcial: la divinidad de Cristo. Esto es cierto pero Jesucristo no es
sólo Dios sino que también es hombre. Precisamente, esta cuestión de considerar
únicamente lo divino y no lo humano es lo que lleva al fundamentalismo bíblico
a atraerse con el pensamiento mágico dentro de su esquema fuertemente
ideológico. Además, de tratarse de una cristología incompleta, monofisita, al
menos en su “experiencia”.
En
este caso no analizaremos esta otra característica (la magia religiosa), eso lo
haremos luego, sino que veremos otro ejemplo de malas interpretaciones en que
se considera a la Biblia como un libro de historia positiva o de ciencia
futura.
Como
libro de historia positiva:
Josué
y Jueces
En
los ambientes fundamentalistas se suele considerar al libro de Josué, uno de
sus libros favoritos, como el libro que nos dice la realidad de lo que sucedió
con respecto a la “conquista de Canaán” por parte de los israelitas. Así, se
argumenta que todo lo relatado en este libro sucedió tal cual lo señala el
texto como si se tratara de una crónica actual filmada por un periodista o
corresponsal de guerra.
Si
leemos con atención, por citar sólo un ejemplo, vemos que el libro de Josué nos
dice que: La séptima suerte le tocó a los clanes de la tribu
de Dan. El territorio de su herencia comprendía Sorá, Estaol, Ir Semes, Salbím,
Aialón, Itlá, Elón, Timná, Ecrón, Eltequé, Guibetón, Baalat, Iehud, Bené Berac,
Gat Rimón, Me Ha Iarcón y Racón, con el territorio que está enfrente de Jope. Pero
aquel territorio resultaba demasiado estrecho para los hijos de Dan, y por eso
subieron a atacar a Lesem. La tomaron y la pasaron al filo de la espada; y una
vez que la ocuparon, se establecieron en ella, llamándola Dan, por el nombre de
su padre. Esta fue la herencia de los clanes de la tribu de Dan: las ciudades y
sus poblados. (Josué 19, 40-48).
La tribu de Dan recibió su herencia y
la tomó, incluso por la fuerza. Luego, al final el libro de Josué nos relata la
muerte del líder (Josué 24, 29-31). Cuando comenzamos a leer el libro
siguiente: Jueces, éste nos relatará al principio también la muerte del líder
(Jueces 2, 6-10). Es decir, que siguiendo el esquema fundamentalista de
considerar a la Biblia como un libro de historia “ciceroniana” positiva,
tenemos a la muerte de Josué como un hito historiográfico que está en el fin de
un libro y el comienzo del otro.
El problema surge cuando leemos Jueces
18,1 que dice: En
aquel tiempo no había rey en Israel. Y por aquel entonces, la tribu de Dan
buscaba un territorio donde establecerse, porque hasta ese momento no le había
tocado ninguna herencia entre las tribus de Israel.
Ahora
se nos cayó el esquema fundamentalista a la basura, porque tomando a la muerte
de Josué como un hito historiográfico nos dice exactamente lo contrario con
respecto a la tribu de Dan. Los danitas no sabían cuál era su territorio. ¿Por
qué pasa esto? ¿Acaso se olvidaron de su heredad? Esa sería una explicación
absurda para justificar una ideología religiosa.
Este
error surge por no estudiar la Biblia como corresponde, es decir, con amor al
Señor y búsqueda de la verdad, sabiendo distinguir entre lo que es hermenéutica
y lo que es exégesis, sabiendo distinguir entre lo que un intérprete dice
con la Biblia y una aproximación a lo que la Biblia dice, que son
cosas distintas, que deberían complementarse en los ámbitos pastorales sabiendo
distinguirlas. Uno de los grandes problemas del fundamentalismo bíblico es que
confunde a la exégesis con la hermenéutica o dicho de otra manera toma lo
expresado por algún intérprete con la Biblia como Palabra de Dios, como
algo “inspirado” por el Espíritu Santo. Esto también desnuda una confusión
entre lo subjetivo y lo objetivo, en donde una interpretación subjetiva es
considerada como absoluta por el culto idolátrico que se le rinde a la
personalidad del intérprete.
Lo
cierto es que para los judíos los libros de Josué, Jueces, I y II Samuel, I y
II Reyes nunca fueron libros “históricos” sino proféticos, los llaman los
“profetas anteriores”. Se trata de relatos proféticos que forman parte de la
“gran historia deuteronomista” que tiene como antesala el libro del
Deuteronomio, cuyo núcleo fue descubierto en tiempos del rey Josías, según el
relato de II Reyes caps. 22 y 23.
Básicamente,
el libro de Josué nos enseña cómo le van las cosas al pueblo de Dios si se
mantiene fiel al Señor, en donde se realiza la conquista casi sin dificultades,
en este libro los triunfos son permanentes y las dificultades son pocas; y el
libro de los Jueces nos enseña cómo le van las cosas al pueblo de Dios si se
hace infiel al Señor, en donde el pueblo nunca puede realizar la conquista y
siempre cae en dificultades con los demás pueblos, dependiendo siempre de
jueces libertadores que van pasando a lo largo del relato, en este libro los
triunfos son temporales y las dificultades son muchas. Son dos visiones
proféticas que nos advierten, nos exhortan, desde lo positivo y desde lo
negativo, entendiendo como visión profética no una fantasmagoría sino una comprensión.
Hemos
visto como la Biblia nos demuestra que la propia Biblia no es un libro de
ciencia futura (en subsidio 35) ni de historia positiva (en este subsidio) sino
de historia religiosa, historia de bendición, con una correspondiente teologización
porque todos los redactores de los textos bíblicos, los hagiógrafos, fueron
teólogos. En donde no interesan los detalles que para nosotros y nuestra
mentalidad actual serían considerados como “históricos” en una lectura
superficial, sino que se trata, en Josué y Jueces, de predicaciones proféticas
puestas en forma de relatos para captar la Palabra de Dios. Lo que Dios siempre
quiere para su Pueblo, en el pasado y en el presente: la bendición. ¡Esto es lo
histórico, real y siempre presente!
¡Palabra
viva!
Mauricio
Shara
Bibliografía:
Biblia versión argentina “El libro del Pueblo de
Dios”.
Benedicto XVI, Exhortación Apostólica postsinodal
“Verbum Domini”, 44.
Gabriel Mestre, “Para leer Verbum Domini”, Buenos Aires, Ágape, 2011, 47-48.
Pontificia Comisión Bíblica, documento
“La interpretación de la Biblia en la Iglesia”, I, F.
Mons.
Luis H. Rivas, “Los libros y la historia de la Biblia”, Buenos Aires, San
Benito, 2001, 81.
Luis
Alonso Schökel, Comentarios introductorios a Josué y Jueces en Biblia del
Peregrino, Tomo I, Navarra, Verbo Divino, 2003, 407-419. 467-470.
Estuvo recontundente. El fundamentalismo esta demostrado que no tiene nada que ver con la Iglesia
ResponderEliminarHoy estamos llenos de intérpretes temerarios con la Biblia y no de respetuosos que se aproximen a la Biblia
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