Reflexión de monseñor Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús, en el programa radial Compartiendo el Evangelio (10 de septiembre de 2011)
Evangelio según san Mateo 18, 21-35 (ciclo A)
Se acercó Pedro y le dijo: "Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?". Jesús le respondió: "No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Por eso, el Reino de los Cielos se parece a un rey que quiso arreglar las cuentas con sus servidores. Comenzada la tarea, le presentaron a uno que debía diez mil talentos. Como no podía pagar, el rey mandó que fuera vendido junto con su mujer, sus hijos y todo lo que tenía, para saldar la deuda. El servidor se arrojó a sus pies, diciéndole: "Señor, dame un plazo y te pagaré todo". El rey se compadeció, lo dejó ir y, además, le perdonó la deuda. Al salir, este servidor encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, tomándolo del cuello hasta ahogarlo, le dijo: 'Págame lo que me debes'. El otro se arrojó a sus pies y le suplicó: 'Dame un plazo y te pagaré la deuda'. Pero él no quiso, sino que lo hizo poner en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Los demás servidores, al ver lo que había sucedido, se apenaron mucho y fueron a contarlo a su señor. Este lo mandó llamar y le dijo: '¡Miserable! Me suplicaste, y te perdoné la deuda. ¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de tí?'. E indignado, el rey lo entregó en manos de los verdugos hasta que pagara todo lo que debía. Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos".
Dios nos perdona y nosotros tenemos que perdonar
¡Con qué claridad nos habla el Señor en este Evangelio y con la explicación de este relato! En la antigua ley de Israel el perdón era de una, dos o hasta tres veces. Aquí vemos a Pedro que le pregunta a Jesús, casi exagerando “Señor, ¿tendremos que perdonar al hermano siete veces?” pero Jesús amplía la pregunta y responde “no sólo siete veces, sino setenta veces siete”, es decir siempre, hasta el infinito. El perdón nos tiene que llevar a la reconciliación, pero también es necesario tener misericordia con nuestros hermanos.
Es cierto que no basta decir la palabra “arrepentimiento”, “pedir el perdón”, sino que también hay que tener una cierta modificación, o un reconocimiento, de las cosas que uno ha hecho mal, o dejado de hacer, o hecho daño alguno de forma intencionada. El arrepentimiento es una condición fundamental apoyada en el reconocimiento. Quien reconoce puede arrepentirse. Quien no reconoce, no se arrepiente. Es claro llamar las cosas por su nombre. Pero veamos también que Dios nos perdona y nosotros tenemos que perdonar a los demás.
En el relato de esta parábola, el rey había perdonado ¡muchísimo! al hombre; y después este no fue capaz de perdonar un poco. En nuestra vida tenemos que ser coherentes: si Dios nos perdona ¿por qué nosotros no perdonamos a los demás? ¡No se puede vivir una vida humana sin reconciliación! ¡No se puede vivir una vida humana sin perdón!
Es cierto que muchos nos han lastimado, pero no menos cierto es que también nosotros hemos lastimado a los demás. Por lo tanto, serán distintos tiempos, distintas manifestaciones, distintas maneras, pero cada uno tiene algo de qué pedir perdón y cada uno tiene algo que perdonar.
Vamos a pedir al Señor que nos revista de entrañas de misericordia, de agradecimiento y también de coherencia. No seamos abstractos, ¿de qué cosas tenemos que pedir perdón?; ¿y a quién tenemos que perdonar de corazón, no sólo de palabra?
Les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
Mons. Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús
Fuente: AICA
Me uno a mi Hno. Anonimo: "Setenta veces siete"
ResponderEliminary agrego muchas mas todavia.!
ETELVINA