Uno es hijo de un tiempo ya pasado y perimido en el que “tener vocación”, “querer ser cura” y llegar a “ser cura” y “fiel a tu vocación” eran sólo cosa de proponérselo y cumplirlo. Llegar a cura, salvo problemas familiares, sentimentales, de estudios, médicos o psicológicos detectados, era la culminación de un proceso lógico que muy simplificado abarcaba: nacimiento de la vocación; proceso de estudio y afirmación (grupo religioso de contención y estímulo en el seminario), y lanzamiento al mundo (colegios, parroquias, misiones, grupos).
Desde aquí se iba “haciendo carrera”, acumulando experiencias y vivencias que con mayores o menores logros de acuerdo a la contención clerical, eclesial, comunitaria o aspiraciones personales, culminaban con la satisfacción de“celebrar” los 25, 50 y más años de vida sacerdotal. ¡Tal cual un matrimonio! Que no era otra cosa que el compromiso real y efectivo con la vocación, Dios, la Iglesia jerarquía, la Iglesia comunidad y el grupo religioso donde se vivía contenido.
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Como han cambiado los tiempos...! Antes toda
ResponderEliminarflia., que se preciara, se sentia orgullosa de
tener entre sus hijos, sacerdotes y monjas. Hoy
vivimos orando mas que nunca por las Vocaciones.
Que nos ha pasado...?
ETELVINA