En el caso de Farah Hatim, la chica cristiana secuestrada y obligada a contraer matrimonio y convertirse al Islam "se ha producido un abuso de la libertad de conciencia y de religión"; por lo que es apropiada "una intervención del Alto Comisario Onu para los Derechos Humanos", porque "la libertad de religión es el test para el respeto de todos los demás derechos humanos". Lo afirma Su Exc. Mons. Silvano Tomasi, Observador Permanente de la Santa Sede ante la Oficina de las Naciones Unidas en Ginebra, en una entrevista a la Agencia Fides. Al comentar el caso de Farah Hatim, Mons. Tomasi señala que en Pakistán es necesaria "una revisión del sistema judicial", para que se puedan proteger realmente los derechos de las minorías.
Excelencia ¿conoce el caso de Farah Hatim? ¿Cuál es su opinión?
El caso de Farah Hatim es uno de los muchos casos denunciados por los medios de comunicación o de señalaciones privadas de familias o Iglesias locales de Pakistán: son casos de chicas cristianas secuestradas, obligadas a casarse, a renunciar a su fe e islamizadas por la fuerza. Según la familia de Farah, el caso está en esta línea: la chica fue secuestrada contra su voluntad. El problema es que nadie puede comunicarse con ella. Tendría que existir un mecanismo que, en estas situaciones, permita el diálogo directo con los abogados, con la familia, con los funcionarios estatales, para investigar y esclarecer la verdad. En nuestra experiencia, se trata de una violación de los derechos humanos, de la libertad de conciencia y de religión, y de un abuso de la libertad personal más grande, la libertad de elegir cómo vivir la propia vida.
El caso de Farah Hatim es uno de los muchos casos denunciados por los medios de comunicación o de señalaciones privadas de familias o Iglesias locales de Pakistán: son casos de chicas cristianas secuestradas, obligadas a casarse, a renunciar a su fe e islamizadas por la fuerza. Según la familia de Farah, el caso está en esta línea: la chica fue secuestrada contra su voluntad. El problema es que nadie puede comunicarse con ella. Tendría que existir un mecanismo que, en estas situaciones, permita el diálogo directo con los abogados, con la familia, con los funcionarios estatales, para investigar y esclarecer la verdad. En nuestra experiencia, se trata de una violación de los derechos humanos, de la libertad de conciencia y de religión, y de un abuso de la libertad personal más grande, la libertad de elegir cómo vivir la propia vida.
La Iglesia en Pakistán se ha organizado para liberarla, algunas Ong católicas se han interesado en el caso: ¿piensa que sería justa una intervención del Consejo de la Onu para los Derechos Humanos?
Creo que sí: cuando se dan situaciones de persecución religiosa contra las minorías religiosas, cristianas o de otro tipo de fe, es importante que se ponga a disposición del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos una documentación detallada. Este, de acuerdo con el mandato que cubre, deberá iniciar una investigación formal. Algunas Ong católicas acreditadas ante las Naciones Unidas reciben información directa de Pakistán y están recopilando datos para presentar un informe al Consejo de las Naciones Unidas, de modo que, de acuerdo a criterios de objetividad y transparencia, se puedan aplicar, incluso en estas situaciones difíciles, los grandes principios de los derechos humanos. Es un deber de solidaridad con los cristianos que sufren por su fe y, en casos como este, creo que deberíamos utilizar las estructuras de la comunidad internacional, creadas para la protección de los perseguidos. Además se debería sacudir la indiferencia de los medios de comunicación occidentales, que a menudo no denuncian la discriminación que sufren millones de creyentes.
Creo que sí: cuando se dan situaciones de persecución religiosa contra las minorías religiosas, cristianas o de otro tipo de fe, es importante que se ponga a disposición del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos una documentación detallada. Este, de acuerdo con el mandato que cubre, deberá iniciar una investigación formal. Algunas Ong católicas acreditadas ante las Naciones Unidas reciben información directa de Pakistán y están recopilando datos para presentar un informe al Consejo de las Naciones Unidas, de modo que, de acuerdo a criterios de objetividad y transparencia, se puedan aplicar, incluso en estas situaciones difíciles, los grandes principios de los derechos humanos. Es un deber de solidaridad con los cristianos que sufren por su fe y, en casos como este, creo que deberíamos utilizar las estructuras de la comunidad internacional, creadas para la protección de los perseguidos. Además se debería sacudir la indiferencia de los medios de comunicación occidentales, que a menudo no denuncian la discriminación que sufren millones de creyentes.
¿Cómo evalúa usted la situación de las minorías cristianas en Pakistán?
La misión permanente de la Santa Sede en Ginebra ha intervenido regularmente sobre la cuestión de la discriminación y la violencia, especialmente en favor de la libertad de conciencia y de religión. Como han destacado los Sumos Pontífices Juan Pablo II y Benedicto XVI, la libertad religiosa es un test sobre el respeto de los derechos humanos. En Pakistán hay que inscribir la cuestión en el contexto del país, donde hay problemas en el sistema educativo, problemas de corrupción y de difusión del extremismo. El país debe enfrentarse a cuestiones difíciles en el contexto social y político. Un punto clave es que las estructuras judiciales estén objetivamente disponibles para las minorías: si el sistema judicial no funciona, o por presiones políticas o de las potencias económicas principales, deliberadamente ignora los procedimientos correctos, las minorías no encontrarán una forma adecuada para proteger sus derechos, y se verán condicionados por las circunstancias. Además se debe promover un sistema educativo que se centre en el respeto de los demás, como requisito previo para la creación de una sociedad en la que reine la convivencia y la paz.
La misión permanente de la Santa Sede en Ginebra ha intervenido regularmente sobre la cuestión de la discriminación y la violencia, especialmente en favor de la libertad de conciencia y de religión. Como han destacado los Sumos Pontífices Juan Pablo II y Benedicto XVI, la libertad religiosa es un test sobre el respeto de los derechos humanos. En Pakistán hay que inscribir la cuestión en el contexto del país, donde hay problemas en el sistema educativo, problemas de corrupción y de difusión del extremismo. El país debe enfrentarse a cuestiones difíciles en el contexto social y político. Un punto clave es que las estructuras judiciales estén objetivamente disponibles para las minorías: si el sistema judicial no funciona, o por presiones políticas o de las potencias económicas principales, deliberadamente ignora los procedimientos correctos, las minorías no encontrarán una forma adecuada para proteger sus derechos, y se verán condicionados por las circunstancias. Además se debe promover un sistema educativo que se centre en el respeto de los demás, como requisito previo para la creación de una sociedad en la que reine la convivencia y la paz.
Un punto muy discutido es la llamada "ley sobre la blasfemia" ...
La "ley sobre la blasfemia" (artículos 295b y 295c del Código Penal) es un punto delicado en el tema de la libertad religiosa en Pakistán. Muchas personas consideran la ley injusta, incluso musulmanes de Pakistán. El hecho que el Ministro Federal de las minorías religiosas, Shabhaz Bhatti, fuese asesinado por su deseo de cambiarla, para prevenir el abuso y el daño causado a las víctimas inocentes, es algo muy indicativo. Tratar de cambiar esta ley es una prioridad para las comunidades cristianas, que a menudo son las víctimas: este perverso mecanismo justifica los ataques contra personas inocentes y produce una constante incertidumbre y amenaza, especialmente para las familias cristianas y de otras minorías religiosas.
La "ley sobre la blasfemia" (artículos 295b y 295c del Código Penal) es un punto delicado en el tema de la libertad religiosa en Pakistán. Muchas personas consideran la ley injusta, incluso musulmanes de Pakistán. El hecho que el Ministro Federal de las minorías religiosas, Shabhaz Bhatti, fuese asesinado por su deseo de cambiarla, para prevenir el abuso y el daño causado a las víctimas inocentes, es algo muy indicativo. Tratar de cambiar esta ley es una prioridad para las comunidades cristianas, que a menudo son las víctimas: este perverso mecanismo justifica los ataques contra personas inocentes y produce una constante incertidumbre y amenaza, especialmente para las familias cristianas y de otras minorías religiosas.
¿Cuál es la esperanza y el trabajo de la Santa Sede en esta situación?
El trabajo de la Santa Sede, a través de la diplomacia multilateral en el Consejo de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, es mantener a la orden del día estos problemas y ampliar cada vez más la perspectiva para mostrar que la religión no es una fuente de conflicto, sino la base de principios universales que pueden ser una ayuda para vivir en el pluralismo y para la construcción de la fraternidad y la paz. Hoy en día todas las sociedades deben enfrentarse con la realidad de la globalización. La cohesión social no puede ser impuesta forzando a la gente a permanecer dentro de unos patrones opresivos. La libertad de religión, el derecho a cambiar de religión, el respeto de los grupos minoritarios, son exigencias que no se pueden derogar. Esperamos que los cambios que están ocurriendo en el norte de África y Oriente Medio conduzcan a una mayor apertura de las sociedades implicadas, dando esperanza a sus pueblos y asegurando una vida más digna y libre para todos, incluidos los cristianos de Pakistán.
El trabajo de la Santa Sede, a través de la diplomacia multilateral en el Consejo de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, es mantener a la orden del día estos problemas y ampliar cada vez más la perspectiva para mostrar que la religión no es una fuente de conflicto, sino la base de principios universales que pueden ser una ayuda para vivir en el pluralismo y para la construcción de la fraternidad y la paz. Hoy en día todas las sociedades deben enfrentarse con la realidad de la globalización. La cohesión social no puede ser impuesta forzando a la gente a permanecer dentro de unos patrones opresivos. La libertad de religión, el derecho a cambiar de religión, el respeto de los grupos minoritarios, son exigencias que no se pueden derogar. Esperamos que los cambios que están ocurriendo en el norte de África y Oriente Medio conduzcan a una mayor apertura de las sociedades implicadas, dando esperanza a sus pueblos y asegurando una vida más digna y libre para todos, incluidos los cristianos de Pakistán.
Fuente: Agencia Fides
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