Después de despedirse de la nunciatura apostólica, el Papa se trasladó a la
Catedral de Zagreb, dedicada a María Santísima Asunta y a San Esteban rey de
Hungría, donde tuvo lugar la celebración de las vísperas con obispos,
sacerdotes, religiosos y seminaristas.
“Esta tarde –dijo el Santo Padre en su discurso-, queremos conmemorar con devoción y en oración al beato Alojzije Stepinac, valeroso pastor, ejemplo de celo apostólico y firmeza cristiana, cuya vida heroica ilumina también hoy a los fieles de las diócesis croatas, sosteniendo así la fe y la vida eclesial. Los méritos de este inolvidable obispo derivan esencialmente de su fe: él tuvo en su vida la mirada fija siempre en Jesús, y siempre se configuró con Él, hasta el punto de convertirse en una viva imagen de Cristo, también en sus padecimientos. Precisamente por su firme conciencia cristiana, supo resistir a todo totalitarismo, haciéndose defensor de los judíos, los ortodoxos y todos los perseguidos en el tiempo de la dictadura nazi y fascista, y después, en el período del comunismo, “abogado” de sus fieles, especialmente de tantos sacerdotes perseguidos y asesinados. Sí, llegó a ser “abogado” de Dios en esta tierra, pues defendió tenazmente la verdad y el derecho del hombre a vivir con Dios”.
“El beato Alojzije Stepinac –continuó- ha respondido con su sacerdocio, con el episcopado, con el sacrificio de su vida: un único “sí” unido al de Cristo. Su martirio indica el culmen de las violencias cometidas contra la Iglesia durante el terrible periodo de la persecución comunista. Los católicos croatas, y el clero en particular, fueron objeto de vejaciones y abusos sistemáticos, que pretendían destruir la Iglesia católica, comenzando por su más alta Autoridad local. Aquel tiempo especialmente duro se caracterizó por una generación de obispos, sacerdotes y religiosos dispuestos a morir por no traicionar a Cristo, a la Iglesia y al Papa. La gente ha visto que los sacerdotes nunca han perdido la fe, la esperanza, la caridad, y así han permanecido siempre unidos. Esta unidad explica lo que humanamente es incomprensible: que un régimen tan duro no haya podido doblegar a la Iglesia”.
Benedicto XVI afirmó que “también hoy la Iglesia en Croacia está llamada a permanecer unida para afrontar los desafíos del nuevo contexto social, descubriendo con osadía misioneras nuevas vías de evangelización, especialmente al servicio de las jóvenes generaciones”. En este contexto se refirió a la importancia de que, “sobre todo los obispos y sacerdotes trabajen siempre al servicio de la reconciliación entre los cristianos divididos y entre los cristianos y los musulmanes, siguiendo las huellas de Cristo, que es nuestra paz. No dejéis tampoco de ofrecer a los sacerdotes claras directrices espirituales, doctrinales y pastorales. La comunidad eclesial, en efecto, tiene en su seno legítimas diversidades, pero no puede dar un testimonio fiel del Señor si no es en la comunión de sus miembros. Esto exige de vosotros el servicio de la vigilancia, que se ha de ofrecer en el diálogo y con gran amor, pero también con claridad y firmeza”.
Tras recordar que el beato Stepinac decía que “uno de los mayores males de nuestro tiempo es la mediocridad en las cuestiones de fe”, el Papa señaló que “la enseñanza moral de la Iglesia, que hoy frecuentemente no es entendida, no se puede desvincular del Evangelio. Corresponde precisamente a los `pastores proponerlo autorizadamente a los fieles, para ayudarlos a valorar sus responsabilidades personales, la armonía entre sus decisiones y las exigencias de la fe”.
El Santo Padre exhortó a los sacerdotes a no desanimarse a pesar de la escasez de vocaciones y a “permanecer vigilantes en la oración y en la vida espiritual para cumplir con fruto vuestro ministerio: enseñar, santificar y guiar a los que están confiados a vuestro cuidado. Acoged con magnanimidad a quien llama a la puerta de vuestro corazón; (…) perseverad en la comunión con vuestro obispo y en la colaboración recíproca. Alimentad vuestro compromiso en la fuente de la Escritura, los Sacramentos y la constante alabanza a Dios, abiertos y dóciles a la acción del Espíritu Santo; así seréis operadores eficaces de la nueva evangelización, que estáis llamados a llevar a cabo junto con los laicos, de manera coordinada y sin confusión entre lo que depende del ministerio ordenado y lo que pertenece al sacerdocio universal de los bautizados. Preocuparos de cuidar las vocaciones al sacerdocio”.
A los consagrados y consagradas, aseguró que “la Iglesia espera mucho” de ellos. “Que Dios –dijo- sea siempre vuestra única riqueza: dejaos plasmar por Él para hacer visible al hombre de hoy, sediento de valores verdaderos, la santidad, la verdad, el amor del Padre celestial”.
Finalmente pidió a los jóvenes que se preparan para el sacerdocio o la vida consagrada, que su “corazón esté siempre dispuesto. Que el testimonio heroico del beato Alojzije Stepinac inspire una renovación de las vocaciones entre los jóvenes croatas”.
Al terminar la celebración, Benedicto XVI rezó ante la tumba del beato Stepinac.
Fuente: VIS - Vatican Information Service
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