Reflexión de monseñor Rubén Oscar Frassia,
obispo de Avellaneda-Lanús en el programa radial "Compartiendo el
Evangelio", para el Domingo del Buen Pastor (15 de mayo de 2011)
San Juan 10,1-10
Jesús dijo a los fariseos: “les aseguro que el que no entra por la
puerta en el corral de las ovejas, sino por otro lado, es un ladrón y un
asaltante. El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas. El guardián le abre y las ovejas escuchan su voz. El llama a cada una
por su nombre y las hace salir. Cuando las ha sacado a todas, va delante de
ellas y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz. Nunca seguirán a un
extraño, sino que huirán de él, porque no conocen su voz". Jesús les hizo
esta comparación, pero ellos no comprendieron lo que les quería decir. Entonces
Jesús prosiguió: "Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos
aquellos que han venido antes de mí son ladrones y asaltantes, pero las ovejas
no los han escuchado. Yo soy la puerta. El que entra por mí se salvará; podrá
entrar y salir, y encontrará su alimento. El ladrón no viene sino para robar,
matar y destruir. Pero yo he venido para que las ovejas tengan Vida, y la
tengan en abundancia.
El Evangelio siempre nos asombra, por su sencillez, simplicidad y
profundidad. Cristo es el Pastor, que elige a los Apóstoles y los envía. Elige
a Pedro, de un modo especial, para que sea el custodio y hermano mayor de todas
las demás iglesias. Por eso Pedro es el Vicario de Cristo y los obispos son
sucesores de los Apóstoles; pero Pedro especialmente es el Vicario de Cristo.
El representante. El “dulce rostro de Jesús” aquí en la tierra.
Nosotros sabemos que Jesús llamó, eligió, propuso y les dio la misión.
En este llamado de Cristo, este “meterse en la vida de los hombres”, cambiarles
la vida, darles sentido a su vida, la historia vuelve a repetirse y por eso la
Iglesia tiene que llamar.
Por eso hay que proponer a los jóvenes para que vengan a ser
continuadores de la obra de salvación del Señor. Para que cada uno le preste su
corazón, sus manos, su lengua, su boca, sus ojos, su vida, y que el Señor esté
presente, de forma explícita, a través de estos futuros pastores.
Hoy rezamos por las vocaciones sacerdotales y religiosas, especialmente
por aquellos que son llamados, para que escuchen y sepan responder. Porque el
que escucha bien, va a responder bien; el que escucha mal, se va a equivocar en
la respuesta.
También es muy importante saber que cuando Dios irrumpe en la vida de un
joven, se mete en su vida, lo hace más persona. ¡Dios jamás despersonaliza!
¡Dios jamás lava las ideas!, porque el llamado de Dios no es una ideología. A
veces, sí, las ideologías te lavan la cabeza. Pero el Señor, al llamarte, al
dar su propuesta, su mensaje, hace y respeta profundamente la vida de cada uno
de nosotros.
¡Uno es más cuando lo escucha a Jesús!
¡Uno es más cuando da a Jesús!
¡Uno es más cuando obra en su nombre!
¡Él ama, Él conoce, Él guía, Él tiene autoridad y Él llama!
También nosotros, en la Iglesia local, diocesana, el obispo, los
sacerdotes, la comunidad, tenemos que conocer, amar, guiar, ser veraz y actuar
con autoridad. La autoridad que Dios da y que, a la vez, tiene que anunciar.
Joven: escucha si Dios te llama. Responde, porque lo que Dios da, te lo
puede pedir; y si te lo pide es porque primero te lo dio. Que tengas un hermoso
día y que Jesucristo, el Buen Pastor, nos ayude a seguirlo para tener vida, y
vida en abundancia.
Les dejo mi bendición en el Nombre del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo. Amén
Mons. Rubén Oscar Frassia, obispo de
Avellaneda-Lanús
Fuente:
AICA
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