"Juan estaba vestido con una piel de camello y un cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel silvestre. Y predicaba, diciendo:" (Mc 3,6)

21 de diciembre de 2012

María, parte I. Serie de pequeños comentarios en el Año de la Fe por FM Parroquial 105.1

 
 
 
Serie de pequeños comentarios en el Año de la Fe por FM Parroquial 105.1. Comentario N° 2: María, parte I  


María
 
Pues María, que por su íntima participación en la historia de la salvación reúne en sí y refleja en cierto modo las supremas verdades de la fe, cuando es anunciada y venerada, atrae a los creyentes a su Hijo, a su sacrificio y al amor del Padre. La Iglesia, a su vez, glorificando a Cristo, se hace más semejante a su excelso Modelo, progresando continuamente en la fe, en la esperanza y en la caridad y buscando y obedeciendo en todo la voluntad divina. Por eso también la Iglesia, en su labor apostólica, se fija con razón en aquella que engendró a Cristo, concebido del Espíritu Santo y nacido de la Virgen, para que también nazca y crezca por medio de la Iglesia en las almas de los fieles. La Virgen fue en su vida ejemplo de aquel amor maternal con que es necesario que estén animados todos aquellos que, en la misión apostólica de la Iglesia, cooperan a la regeneración de los hombres. (Concilio Ecuménico Vaticano II, Lumen Gentium 65).
 
El Concilio Vaticano II en Lumen Gentium cap. VIII (arts. 52-69, especialmente 52-65) superó la disyuntiva sobre una mariología Cristo-típica vs. una mariología eclesio-típica. Otro ejemplo de cómo la Iglesia ha ido superando las dicotomías o antinomias, en el comentario anterior hablamos de algunas antinomias como:
 
fe vs. razón
Dios Uno vs. Dios Trino
gracia vs. libertad
Jesucristo Dios vs. Jesucristo hombre
 
Porque la Doctrina de la Fe no es un River vs. Boca ni un Peñarol vs. Nacional ni un Colo Colo vs. La U, ni un Alianza vs. Universitario, ni un Cerro Porteño vs. Olimpia. Simplemente, porque la Iglesia no es una liga de equipos de fútbol.
 
La mariología también debió superar la antinomia de contemplar a María en el contexto de la obra redentora de Cristo vs. contemplar a María como la criatura más importante del Cuerpo de Cristo. El concilio cambiaba el enfoque (qué importante es estar abiertos a cambiar algunos enfoques para no ser como los fariseos que no aceptaron la novedad de Jesucristo), ahora se parte de una perspectiva teocéntrica trinitaria y cristocéntrica: Así, María es tanto miembro de la Iglesia como también tipo y modelo de la Iglesia como primera criatura redimida.    
 
Principales enunciados dogmáticos básicos sobre María[1]:
 
1) María ha concebido y dado a luz al Hijo eterno de Dios sine virile semine (sin cooperación sexual de un varón) en virtud de la acción del Espíritu. (DH 61, 150, 368, 503, 533, 572, 1337, 1880, LG 52)
 
Queriendo Dios, infinitamente sabio y misericordioso, llevar a cabo la redención del mundo, «al llegar la plenitud de los tiempos, envió a su Hijo, nacido de mujer, ... para que recibiésemos la adopción de hijos» (Ga 4, 4-5). «El cual, por nosotros los hombres y por nuestra salvación, descendió de los cielos y por obra del Espíritu Santo se encarnó de la Virgen María». Este misterio divino de la salvación nos es revelado y se continúa en la Iglesia, que fue fundada por el Señor como cuerpo suyo, y en la que los fieles, unidos a Cristo Cabeza y en comunión con todos sus santos, deben venerar también la memoria «en primer lugar de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de nuestro Dios y Señor Jesucristo» (Lumen Gentium 52)
 
A la afirmación de la virginidad antes del parto (virginitas ante partum) se le añade la doctrina de la virginidad en el parto (virginitas in partu) y de la virginidad después del parto (virginitas post partum) (DH 294, 427, 502-504).
 
2) En virtud de la unión hipostática y de la comunicación de idiomas en Jesucristo, María recibe el título de madre de Dios (deipara, theotokos) (DH 251).
 
3) María fue preservada, desde el primer instante de su existencia en el seno de su madre y en virtud de una gracia singular, del pecado original (DH 2803). De donde sigue su santidad personal, la preservación frente a la concupiscencia y la liberación del pecado (DH 1573).
 
4) Cumplida su vida terrena, María alcanzó, en virtud de la gracia de Cristo, la consumación plena de su existencia humana y fue asumida (aceptada) en la gloria celeste de Dios (DH 3903).
 
5) En el contexto de la praxis eclesial del culto a los santos (cultus duliae), puede también venerarse a María e invocar su intercesión (cultus hyperduliae), pero no es un acto necesario para la salvación porque aquí no se media la gracia santificante, ni se la obtiene de nuevo, ni se la especifica (cf. DH 1600-1613) pero es un "elemento útil y constitutivo" de la piedad cristiana (DH 600-603, 1821-25). El culto de veneración a María es obligatorio para los clérigos (CDC 276 inc. 2, 5°).
 
6) María en cuanto miembro de la Iglesia es paradigma del creyente, adornada de la gracia y modelo de la comunidad de fe de la Iglesia (LG 53).    
 
Preparado por Mauricio Shara con la siguiente bibliografía:
Gerhard Ludwig Müller, "Dogmática. Teoría y práctica de la teología", Barcelona, Herder, 2009, 482-483.
Henrich Denzinger - Peter Hünermann, "El Magisterio de la Iglesia".
Concilio Ecuménico Vaticano II, Constitución dogmática sobre la Iglesia "Lumen gentium".
 





[1] Gerhard Ludwig Müller, "Dogmática. Teoría y práctica de la teología", Barcelona, Herder, 2009, 482-483

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