Serie de pequeños comentarios en el Año de la Fe por FM Parroquial 105.1
La metáfora de las dos columnas
El Papa Benedicto XVI ha querido que pongamos
nuestra atención personal, mente y sensibilidad, en este año consagrado a la
Fe, especialmente en lo que respecta al Concilio Ecuménico Vaticano II y al Catecismo.
Sea este nuestro humilde aporte a la formación en
la querida FM Parroquial 105.1 para comenzar nuestro itinerario que incluirá
pequeñas reflexiones sobre nuestra Madre la Virgen María, el Apóstol san Pablo
(recordando el año paulino), el sacerdocio en la Biblia (recordando el año
sacerdotal) y algunos temas interesantes como p.e. la Mística cristiana (san
Juan de la Cruz) y otros.
Para comenzar partimos del Catecismo de la Iglesia
que nos recuerda las vías de acceso al conocimiento de Dios, pero utilizaremos
como instrumento el Compendio del Catecismo por ser más dinámico y sintético:
3.
¿Cómo se puede conocer a Dios con la sola luz de la razón?
31-36
46-47
46-47
A
partir de la Creación, esto es, del mundo y de la persona humana, el hombre,
con la sola razón, puede con certeza conocer a Dios como origen y fin del
universo y como sumo bien, verdad y belleza infinita.
4.
¿Basta la sola luz de la razón para conocer el misterio de Dios?
37-38
Para
conocer a Dios con la sola luz de la razón, el hombre encuentra muchas
dificultades. Además no puede entrar por sí mismo en la intimidad del misterio
divino. Por ello, Dios ha querido iluminarlo con su Revelación, no sólo acerca
de las verdades que superan la comprensión humana, sino también sobre verdades
religiosas y morales, que, aun siendo de por sí accesibles a la razón, de esta
manera pueden ser conocidas por todos sin dificultad, con firme certeza y sin
mezcla de error.
5.
¿Cómo se puede hablar de Dios?
Se
puede hablar de Dios a todos y con todos, partiendo de las perfecciones del
hombre y las demás criaturas, las cuales son un reflejo, si bien limitado, de
la infinita perfección de Dios. Sin embargo, es necesario purificar
continuamente nuestro lenguaje de todo lo que tiene de fantasioso e imperfecto,
sabiendo bien que nunca podrá expresar plenamente el infinito misterio de Dios.
Entonces, y utilizaremos una manera mística de expresarnos,
es decir de vía negativa "no es", muy propia de los místicos. La vida
de la Fe no es separación de fe y razón. La Iglesia no es antinómica o
dicotómica.
Podríamos pensar metafóricamente en dos columnas,
allí hay encontrar algunas verdades como:
1) Fe, Dios Uno (unidad), gracia, Jesucristo Dios
2) Razón, Dios Trino (diversidad), libertad,
Jesucristo hombre
La gran tentación humana es pensar que se puede
"destruir" una de ellas por resultar incómoda para nuestras
ideologías-utopías por un lado o nuestro empirismo científico por el otro,
eliminando así la "tensión" y "dificultad" que plantea el
equilibrio, siendo más fácil sucumbir a la ley de la gravedad no pudiendo
edificarnos como Iglesia viva que incluye a todos.
Si sólo nos quedamos con la primera columna no
pasamos, correspondientemente, de un fideísmo, fundamentalismo, dejadismo y divinismo
mágico. Se trata de una columna que quedando aislada de la otra se corrompe en
una suerte de "maravillosismo popular".
Si sólo nos quedamos con la segunda columna no
pasamos, correspondientemente, de un racionalismo, relativismo, pelagianismo
(la herejía de los continuadores de Pelagio) y humanismo. Se trata de una
columna que quedando aislada de la otra se corrompe en una suerte de
"iluminismo racional".
Todas las enfermedades de la teología y de la vida
de la fe provienen de la separación, del dualismo, de la antinomia, de la
dicotomía entre una columna y la otra. Pero la Iglesia de Jesucristo no es
antinómica, ni dicotómica, sino que peregrina por el Camino de la Paz (cf. Lc
1,79).
Para finalizar esta pequeña reflexión inicial
vayamos a la sagrada Escritura:
Jirám modeló las dos columnas de
bronce. La altura de una columna era de nueve metros y un hilo de seis metros
medía su contorno. La segunda columna era idéntica a la primera. El hizo además
dos capiteles para colocarlos arriba de las columnas; estos eran de bronce
fundido. La altura del primer capital era de dos metros y medio, y el segundo
tenía la misma altura. Hizo unas molduras en forma de red y frisos en forma de
guirnaldas para los capiteles que estaban encima de las columnas; siete para el
primer capital y siete para el segundo. Hizo también las granadas: puso dos
hileras alrededor de una de las redes, para cubrir los capiteles que remataban
las columnas, y lo mismo hizo para el segundo capitel. Los capitales que
estaban encima de las columnas, en el vestíbulo del templo, tenían una moldura
en forma de azucena y medían dos metros. En los capiteles superpuestos a las
dos columnas, también en la parte superior, a lo largo del ensanchamiento que
estaba más allá de la red, había doscientas granadas distribuidas en hileras
circulares, sobre los dos capitales. El erigió esas columnas junto al vestíbulo
del Templo: erigió la columna derecha, y la llamó Iaquín; erigió también la columna
izquierda, y la llamó Boaz. En lo alto de las columnas había una moldura en
forma de azucena. Así quedó concluido el trabajo de las columnas. (I Reyes 7,15-22).
La función de estas columnas es
simbólica, Iaquín (fuerte, fortaleza) y Boaz (firme, establecido) o ambas:
"fortalezca y establezca". Su origen es desconocido y podrían
recordarnos las columnas de nube y fuego de YHWH en el desierto o "el
cielo y la tierra". Conceptos diferentes que se encuentran, que no se
separan, el símbolo de las columnas en el templo salomónico nos recuerdan la
solidez y la firmeza en la Fe, en el caminar del Cuerpo de Cristo.
Mauricio Shara
Bibliografía:
Texto bíblico de la versión argentina
"El libro del pueblo de Dios"
Compendio del Catecismo de la Iglesia
Mauricio esta reflexion es mucho mas que una meta
ResponderEliminarfora, es un llamado a profundizar todo lo que ve-
nimos viviendo a fin de acrecentar nuestra Fe...!
Etelvina
Muy bueno, fe y razón van juntas
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