"Juan estaba vestido con una piel de camello y un cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel silvestre. Y predicaba, diciendo:" (Mc 3,6)

24 de mayo de 2012

Benedicto XVI: "Y mientras muchos dudan de las verdades enseñadas por la Iglesia, otros reducen el Reino de Dios a algunos grandes valores, que ciertamente tienen que ver con el Evangelio, pero que no se refieren al núcleo de la fe cristiana”

El Santo Padre ha recibido este mediodía a los participantes en la LXIV asamblea general de la Conferencia Episcopal Italiana, a quienes ha dirigido una alocución sobre los desafíos que presenta la nueva evangelización en el contexto de una sociedad cada vez más alejada de Dios. “Nuestra situación -ha dicho Benedicto XVI a los obispos- requiere un renovado impulso dirigido a aquéllo que es esencial en la fe y la vida cristianas. En un tiempo en el que Dios se ha convertido para muchos en el gran Desconocido y Jesús es simplemente un gran personaje del pasado, la acción misionera no puede ser relanzada sin que renovemos la calidad de nuestra fe y nuestra oración; (...) no sabremos conquistar a los hombres para el Evangelio si no somos nosotros mismos los primeros en volver a una profunda experiencia de Dios”.

 
El Papa ha iniciado su discurso recordando que el próximo otoño se cumple el L aniversario del Concilio Vaticano II, y ha exhortado a los obispos a poner en práctica las indicaciones conciliares para hacer frente a las grandes transformaciones sociales y culturales de nuestro tiempo, “que tienen consecuencias visibles también en la dimensión religiosa”. Una situación de secularismo caracteriza hoy las sociedades de antigua tradición cristiana, de forma que el patrimonio espiritual y moral que constituye las raíces de Occidente“no se comprende en su profundo valor. (…) La tierra fecunda corre así el riesgo de convertirse en desierto inhóspito”.

Entre los signos que despiertan preocupación, el Papa ha citado la disminución de la práctica religiosa y la participación en los sacramentos: “Numerosos bautizados han perdido su identidad; no conocen los contenidos esenciales de la fe o piensan que pueden cultivarla prescindiendo de la mediación eclesial. Y mientras muchos dudan de las verdades enseñadas por la Iglesia, otros reducen el Reino de Dios a algunos grandes valores, que ciertamente tienen que ver con el Evangelio, pero que no se refieren al núcleo de la fe cristiana”.

Lamentablemente, Dios queda excluido del horizonte de tantas personas; y cuando no encuentra indiferencia o rechazo, se quiere relegar el discurso sobre Dios al ámbito subjetivo, reduciéndolo a un hecho íntimo y privado, marginado de la conciencia pública. El corazón de la crisis que hiere Europa pasa por este abandono, este rechazo de la apertura a lo Trascendente”.

En este contexto, ha afirmado Benedicto XVI, “no bastan nuevos métodos de anuncio evangélico o de acción pastoral para hacer que la propuesta cristiana encuentre mayor acogida”. Como señala el Concilio Vaticano II, se trata de “recomenzar desde Dios, celebrado, profesado y testimoniado. (…) Nuestra primera, verdadera y única tarea es la de comprometer nuestra vida por aquéllo que (…) es verdaderamente fiable, necesario y último. Los hombres viven de Dios, que a menudo buscan inconscientemente o con tanteos para dar pleno significado a la existencia. Nosotros tenemos la tarea de anunciarlo, mostrarlo, de guiar al encuentro con Él”.

En este punto, el Papa ha advertido que “la primera condición para hablar de Dios es hablar con Dios, ser cada vez más hombres de Dios, nutridos con una intensa vida de oración y plasmados por su Gracia. (…) Dejémonos encontrar y aferrar por Dios, para ayudar a que cada persona que encontramos sea alcanzada por la Verdad. (…) La misión antigua y nueva que está ante nosotros es la de introducir a los hombres y las mujeres de nuestro tiempo a la relación con Dios, ayudarlos a abrir la mente y el corazón a ese Dios que los busca y quiere estar cerca de ellos, guiarlos a comprender que hacer su Voluntad no supone un límite a la libertad, sino que es ser verdaderamente libres, realizar el verdadero bien de la vida”.

Dios es el garante de nuestra felicidad -ha dicho Benedicto XVI para terminar- , y donde entra el Evangelio (…) el hombre experimenta que es objeto de un amor que purifica, renueva y hace capaces de amar y servir al hombre con amor divino”.
 
 
Fuente: VIS - Vatican Information Service

1 comentario:

  1. Hay gente que cree que el cristianismo es una religion de moral

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