Reflexión semanal de monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata, en el programa «Claves para un mundo mejor» (19 de febrero de 2012)
El período de vacaciones ya se aproxima a su fin. Muchas personas habrán ido a los lugares clásicos de veraneo, otras todavía lo harán en marzo y muchos se habrán quedado en su casa, en su pueblo, en su ciudad. La cuestión de las vacaciones no necesariamente hay que identificarla con el turismo.
Se pueden hacer muchas cosas sanas, divertidas y, sobre todo, se puede descansar en vacaciones que ese tendría que ser el objetivo principal. Hay mucha gente que vuelve de las vacaciones más cansada que cuando se fue.
¿Qué cosas se pueden hacer? Un poco apuntar a lo espiritual de la propia vida. A veces estamos tan absorbidos por el vértigo de la exigencia cotidiana durante el año que no tenemos tiempo como para respirar espiritualmente, para visitar amigos que hace mucho tiempo que no vemos, para entregarnos a algunos de los hobbys o de las cosas que nos recrean y que nos resultan gratas. Hay tantas cosas que se podrían imaginar.
Nosotros en la Argentina, y en el mundo ocurre más o menos lo mismo, tenemos también las vacaciones de invierno, que son un receso escolar pero de suyo tiende a extenderse, un poco a federalizarse, se crea una especie de ánimo generado de vacación.
Y después hay muchos feriados durante el año, aunque lamentablemente ya hace muchas décadas se suprimieron algunos feriados religiosos que eran muy significativos para el pueblo argentino; por ejemplo el 15 de Agosto que es la Fiesta de la Asunción de la Virgen que era llamado clásicamente el Día de Santa María, que es la fiesta por excelencia de la Virgen Santísima. Otro es el 6 de Enero que es la Fiesta de la Epifanía del Señor o de los Reyes Magos. Los Reyes han sido eliminados ya por Papá Noe”.
También el 1° y el 2 de Noviembre que son la Solemnidad de los Santos y la Conmemoración de los Fieles Difuntos que eran días de reflexión y de visita al cementerio, de recordación de nuestros muertos y demás.
En su lugar se han impuesto, con el tiempo, distintos feriados nuevos de carácter civil. Pero ahora también con esta costumbre de trasladarlos hace que la conmemoración en el fondo queda evaporada, porque la conmemoración se hace rápidamente para poder tener ese día ¡libre!. Se han inventado también los llamados feriados “puente” o sea que tenemos pequeños ciclos de vacaciones a lo largo del año.
Yo no voy a entrar en la discusión acerca de si esto está bien o no. He notado que en realidad no es tanta la gente que se traslada con estos feriados largos un poco un poco artificiales. La última vez decían 800.000 personas lo que sería el 2% de la población. Por tanto la inmensa mayoría se queda en su casa y simplemente sin hacer nada descansa.
Además, claro, esto es un gran incentivo a la actividad turística pero ya he visto las protestas de otros sectores de la producción y de servicios porque ellos se ven menoscabados. Ante esta cuestión tienen que cerrar sus negocios, las distintas oficinas y demás.
Por eso todo esto es muy discutible. Yo creo que lo que tendríamos que pensar, detenidamente, es el efecto en lo que hay que llamar la cultura del trabajo, necesaria para que una sociedad progrese, crezca verdaderamente, alcance un nivel de desarrollo integral.
No sea cosa que tan aferrados al feriado, al feriado largo, a la vacación, nos vayamos olvidando de que la vacación verdadera, la vacación larga, es la del Cielo. Sí, así tal cual, es la del Cielo y acá en la Tierra hay que trabajar y sobre todo hay que trabajar si uno quiere progresar, si uno quiere contribuir efectivamente al bien común.
Estas cosas son un poco delicadas porque, en realidad, nuestra profunda vacación es el descanso. Digo el descanso de la vida eterna pero al descanso de la vida eterna llegamos gracias al trabajo meritorio que hacemos aquí todos los días.
Mons. Héctor Aguer, arzobispo de La Plata
Fuente: AICA
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