Abrumado por las peleas en las cumbres del Vaticano entre cardenales y altos prelados, siempre conservadores, que mellan su prestigio con documentos filtrados a la prensa y que intensifican las “murmuraciones” de que podría renunciar en un futuro no lejano, el Papa Benedicto XVI, de casi 85 años, agrega otro motivo de profunda preocupación pocos días antes del Consistorio en el que promoverá 22 nuevos cardenales. Se está expandiendo el movimiento del “Llamado a la desobediencia”, nacido en Austria y ahora con ramificaciones importantes en Irlanda, Alemania, Francia y Eslovaquia. No faltan los simpatizantes en América Latina, EE.UU. y Australia.
El Papa teme al primer cisma progresista, apoyado por cientos de curas y una patrulla de obispos. “No tememos excomuniones ni queremos un cisma, sino que la Iglesia nos escuche y dialogue”, explica el ya popular “Lutero austríaco”, padre Helmut Schueller, con 59 años, líder de la “Iniciativa de los párrocos”, que cuenta con el apoyo de 400 sacerdotes en Austria. Los sondeos demuestran que la mayoría de los 4.000 curas austríacos, un país de hondas tradiciones católicas tradicionalistas, que vive un proceso de vertiginoso triunfo del laicismo y de distanciamiento de los fieles de una Iglesia que consideran anclada en el pasado, simpatizan con el movimiento que nació en junio pasado con el “Llamado a la desobediencia”, que firmaron 329 curas. Se dice que un millar desacerdotes viven en pareja y hasta secretamente casados .
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