El Santo Padre ha recibido esta mañana en audiencia a los representantes del Círculo San Pedro de Roma, quienes le entregaron el óbolo para la caridad del Papa, recogido en las parroquias de esta diócesis. El óbolo representa una ayuda ofrecida al Pontífice para que pueda responder a las numerosas peticiones que le llegan desde todo el mundo, especialmente desde los países más pobres.
Benedicto XVI ha agradecido a los miembros del Círculo la labor que realizan a través de su red asistencial dedicada a los necesitados, que comprende comedores para los pobres, asilo nocturno, casas familia y ayudas internacionales; y les ha animado a que fe, caridad y testimonio sigan siendo las líneas maestras de su apostolado.
“Acaba de comenzar el camino cuaresmal -ha dicho el Papa-. Este tiempo litúrgico nos invita a reflexionar sobre el corazón de la vida cristiana: la caridad. (…) El testimonio que se da mediante la caridad toca de manera especial el corazón de los hombres; la nueva evangelización (…) requiere gran apertura de espíritu y sapiente disponibilidad hacia todos”.
El Pontífice subrayó que “la autenticidad de nuestra fidelidad al Evangelio se mide también según la atención y la solicitud concretas que manifestamos al prójimo, especialmente a los más débiles y marginados. La atención al otro implica desear su bien bajo todos los aspectos: físico, moral y espiritual. A pesar de que la cultura contemporánea parece haber perdido el sentido del bien y del mal, es preciso reafirmar con fuerza que el bien existe y vence”.
“La responsabilidad hacia el prójimo significa entonces querer y hacer el bien del otro, deseando que se abra a la lógica del bien; interesarse por el hermano significa abrir los ojos a sus necesidades, superando la dureza de corazón que nos hace ciegos a los sufrimientos ajenos. Así, el servicio caritativo se convierte en una forma privilegiada de evangelización, a la luz de las enseñanzas de Jesús, que considerará lo que hagamos a nuestros hermanos, especialmente a los más pequeños y olvidados, como si se lo hubiéramos hecho a Él”.
Como conclusión, Benedicto XVI señaló que “es preciso armonizar nuestro corazón con el corazón de Cristo, para que la ayuda amorosa ofrecida a los demás se traduzca en compartir conscientemente sus sufrimientos y esperanzas, haciendo visible así tanto la misericordia infinita de Dios hacia cada hombre (…) como nuestra fe en Él. El encuentro con los demás y el abrir el corazón a sus necesidades son ocasiones de salvación y beatitud”.
El Círculo San Pedro fue fundado en Roma en 1869 por un grupo de jóvenes guiados por el cardenal Iacobini. El Pontífice les encargó ejercer la caridad en favor de los pobres; tuvieron inicio así múltiples actividades caritativas y asistenciales en la diócesis de Roma.
Fuente: VIS - Vatican Information Service
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