"Juan estaba vestido con una piel de camello y un cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel silvestre. Y predicaba, diciendo:" (Mc 3,6)

30 de noviembre de 2011

Mons. Aguer: "Ese cariño que se dispensa a las mascotas y que no hay porque cercenar: ¿no tendría que equilibrarse un poco con una inquietud mayor y con algún gesto solidario respecto de tantas personas que padecen necesidades enormes, elementales?"


Reflexión semanal de monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata, en el programa «Claves para un mundo mejor» (26 de noviembre de 2011)
 
El otro día escuché una noticia que me dejó perplejo. Parece que en la Argentina, el año pasado, se gastaron 645 millones de pesos en compra de productos para mascotas. Todos sabemos que ahora las atenciones que reciben nuestros perritos y gatitos son múltiples. No solamente para mantenerlos en buen estado de alimentación, de belleza, la necesaria vacunación, medicinas y cirugías cuando es necesario y demás. Todas cosas que antes no existían.


Por supuesto que, en principio, yo no tengo nada contra eso pero la cuestión es: ¿no habrá un desbalance en este presupuesto?.
 
Entiendo perfectamente la situación de personas solas o personas mayores que tienen en sus mascotas una compañía, depositan en ellas y de ellas reciben cariño; eso me parece perfectamente razonable. Le puede hacer bien a un chico crecer con una mascota cerca, pero será incomparablemente mejor si crece rodeado de hermanitos. El hombre, a lo largo de la historia, ha domesticado a los animales, los ha acercado a él pero no se los puede convertir nunca en humanos.
 
¿Una mascota puede llenar la vida a una pareja joven? La vida se la llena verdaderamente un hijo, y varios hijos! Y todos sabemos que tener un hijo y poder educarlo bien, hoy día cuesta y cuesta enormemente.
 
Les decía que quedaba perplejo con aquella cifra porque me parece que hay tantas necesidades fundamentales que no son advertidas en la sociedad argentina y en el mundo entero”…
 
Basta considerar lo que ocurre en Europa, donde la caída de las tasas de natalidad es un fenómeno terrible. Y eso está proporcionalmente ligado al cuidado de las mascotas y al gasto que se hace en ellas. Esto puede darse por cierto en determinados niveles de la sociedad. Por las calles de las grandes capitales europeas se ven pocos niños, pero muchos perritos elegantes.

Volviendo al asunto: creo que hay un desnivel en el gasto del dinero que la gente tiene cuando uno advierte las necesidades tremendas no satisfechas que perduran hoy día. Tantos chicos nuestros que viven en una situación más precaria que muchísimas mascotas.
 
¿Hay una sensibilidad respecto de esto? ¿No vivimos, quizás, demasiado encerrados en nuestro pequeño mundo, en nuestras pequeñas satisfacciones?
 
Ese cariño que se dispensa a las mascotas y que no hay porque cercenar: ¿no tendría que equilibrarse un poco con una inquietud mayor y con algún gesto solidario respecto de tantas personas que padecen necesidades enormes, elementales?
 
En definitiva yo les dejaría esta inquietud: ¿cómo gastamos nuestro dinero? ¿Lo gastamos razonablemente?, ¿tenemos una idea de cuánto podríamos hacer con aquello que disponemos de más?, ¿no nos creamos “necesidades superfluas”, es decir que no son verdaderamente necesarias?
 
Este planteo supone una visión moral del uso del dinero y por tanto también una educación de nuestra propia conciencia.
 
Tengamos en cuenta que no vivimos aislados. Por más solos que estemos participamos de una sociedad de la cual somos miembros vivos y, especialmente, si somos cristianos participamos de la gran comunión de la Iglesia. La caridad tendría que brindarse de un modo prioritario allí donde las necesidades son más urgentes. Sin duda podemos querer mucho a nuestras mascotas pero no son estrictamente hablando nuestro prójimo.
 
A propósito de esto: parece que en algunos ambientes de filosofía jurídica se está hablando del derecho de los animales y es una expresión que no corresponde. Los animales por más que tengamos que cuidarlos, como tenemos que cuidar a toda la creación, no son sujeto de derecho.

Todas estas cosas tienen que ser objeto de un equilibrio superior, y en ello queda implicada la idea que uno se hace del mundo, de la vida, de la relación con los demás.
 
Mons. Héctor Aguer, arzobispo de La Plata
 
Fuente: AICA

2 comentarios:

  1. Carlitos González1.12.11

    Esto es muy cierto

    ResponderEliminar
  2. Anónimo1.12.11

    Totalmente de acuerdo con Mons.Aguer. Primero da de lo que tienes o como dijo Jesus si tienes dos capas da una a los pobres y despues pensa en las mascotas, que seran muy lindas, pero no son necesarias, a ellas tambien hay que atenderlas y
    darles de comer.! Mas de una vez las dos cosas no
    se pueden hacer.!
    ETELVINA

    ResponderEliminar

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