Homilía de monseñor Domingo Salvador Castagna, arzobispo emérito de Corrientes, para el 28º domingo durante el año (9 de octubre de 2011)
Mateo 22, 1-14
El banquete está servido. La Creación es el convite preparado para celebrar un acontecimiento importante. Los convidados no son simples festejantes o consumidores de las viandas del banquete. Son llamados a compartir con su Señor la Vida que nace de Él. Por ello el rechazo que adoptan los invitados es considerado un gesto criminal. Los originariamente llamados, que están individualizados en la historia pasada y presente, manifiestan acusar recibo. Están muy molestos. No es para menos; el relato deja dramáticamente al descubierto un comportamiento más que indebido, por parte de los principales del pueblo de Israel, que llega al extremo de causar la muerte de los enviados más conspicuos. ¿De qué manera esta parábola se hace hoy realidad?
Proyección simbólica de la parábola. Sin duda se extiende a la historia contemporánea la pretensión de adueñarse de la creación de Dios, por parte de quienes comandan las funciones de más gravitación en la política y en las ciencias. El no reconocimiento de Dios Creador, tan a la moda en una sociedad que, con el pretexto de ser igualitaria, despoja de todo signo religioso a un pueblo que multitudinariamente quiere así manifestarse. Son los dueños del orden jurídico y social quienes deciden, por todos, qué es la verdad y qué es la mentira, lo bueno y lo malo. El pueblo argentino ama exhibir públicamente sus signos religiosos porque constituyen expresiones genuinas de su identidad. Es un pueblo cristiano, que quiere seguir siéndolo, y por ello tiene derecho a ser asistido por el ministerio de su Iglesia. La campaña orquestada contra su fe posee una carga de agresión injusta que contradice la opción democrática vigente.
La Verdad amordazada. La verdad vuelve a ser amordazada en quienes tienen la misión de transmitirla. Esa transmisión resulta inoportuna para quienes transitan cómodamente los senderos del relativismo y, en consecuencia, de la incredulidad. Por ello es combatida sin cuartel, por todos los medios, aprovechando los instrumentos más sofisticados de la comunicación moderna. De esa manera, el mismo Evangelio es puesto en cuestión por quienes juran sobre él y lo traicionan de inmediato. La desacreditación intelectual a la que se intenta someter la doctrina de la Iglesia, auténtica actualización del Evangelio, se vale del error y de la malicia de hábiles agentes de los presupuestos ideológicos y políticos que pretenden imponer demagógicamente. Distorsionar la verdad evangélica, agredir violentamente la paz, recrear un hombre que dista, sin medida, del creado por Dios, es el propósito de quienes pretenden comandar el pensamiento y la cultura de la sociedad actual.
Destruir el Universo y destruirnos. El banquete de la Vida está servido y los naturales invitados se la pasan rechazando la invitación. Pero van mucho más allá. Apedrean a los enviados y los asesinan, con el propósito insolente de afirmar su pretensión de excluir al Creador y dar a la Creación otro destino, contrario al providencialmente otorgado por el mismo Señor. ¿No es acaso así? ¿Qué significa legislar contra la vida inocente de los no nacidos? ¿Cómo justificar la trampa legal que desconoce la evidente diferenciación de sexos y su orientación natural? ¿Qué se pretende al erigirse, quién sea, en autoridad suprema para acelerar el fin de la vida de un enfermo terminal, de un anciano o de un ser accidentalmente malformado? Larga es la lista y espantosas son sus consecuencias en el equilibrio asombroso de la Creación. ¡Somos capaces de destruir el universo y de destruirnos a nosotros mismos!
El protocolo real. El rey de la parábola universaliza la invitación e insta a quienes andan vagabundeando por los caminos más impensados en busca de la felicidad. La aceptación del llamado-invitación supone haber vestido el traje filial correspondiente. No son los poderosos, por serlo, quienes tienen derecho a compartir el banquete de la Verdad y de la Vida, sino quienes acuden, con un cambio de comportamiento, al llamado insistente y gentil del Rey. En la parábola aparece un ser extraño a las reglas del “protocolo real”, vale decir, los mandamientos y los valores evangélicos. Su destino es la exclusión y una severísima sanción. Nos hallamos urgidos por el Evangelio. Es inadmisible traicionarlo cuando juramos sobre él y nos comprometemos a constituirlo en nuestra normativa existencial, en lo personal y en lo social.
Mons. Domingo S. Castagna, arzobispo emérito de Corrientes
Fuente: AICA
Esta Homilia de Mons. Castagna, no necesita mucho
ResponderEliminarmas, en vez de Comentarla es para meditarla...!
ETELVINA