"Juan estaba vestido con una piel de camello y un cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel silvestre. Y predicaba, diciendo:" (Mc 3,6)

15 de octubre de 2011

Entrevista a mons. Carlos Aguiar Retes, presidente del CELAM

Del 6 al 12 de octubre los miembros de la Presidencia del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), encabezada por su presidente, su excelencia monseñor Carlos Aguiar Retes, Arzobispo de Tlalnepantla (México), se reunieron en Roma para encontrar al Santo Padre y a los diferentes dicasterios del Vaticano, a los que presentaron el plan pastoral para los próximos 4 años y los principales aspectos de la vida de la Iglesia en América Latina. Al final de la visita, el Presidente del CELAM ha concedido la siguiente entrevista a la Agencia Fides.


El documento de Aparecida propone la Misión Continental como una guía para las comunidades de todo el continente, ¿cómo se considera este compromiso en el plano general de trabajo para los próximos 4 años?
Las pautas están dadas por las directrices establecidas en mayo pasado, algunos de los puntos principales han sido propuestas para el plan pastoral de nuestro mandato, es decir, hasta el año 2015. Para el Plan integral para los próximos cuatro años que hemos tomado como guía de trabajo  la segunda parte del lema de Aparecida: ("Para que nuestros pueblos en EL, tengan vida"). Desde la implementación de la primera parte del slogan de "discípulos misioneros", se puede decir cómo hacer que los cristianos de nuestra comunidad sean verdaderos discípulos de Cristo, y alcanzado el objetivo, ahora hay que "dar testimonio", porque cuando damos testimonio de Cristo, podemos disfrutar de una vida decente y plena en Él y por Él.
Pensamos también en dos textos bíblicos de referencia: la parábola de la vid y los sarmientos que encontramos en el Evangelio de Juan, y la expresión de la primera carta de Juan, "todo lo que hemos visto, sentido, oído..., os lo anunciamos ..., para que nuestro gozo sea completo ". El discípulo misionero no puede quedar satisfecho con lo que ha encontrado, sino que debe trasmitirlo a otras personas, más aún en las circunstancias actuales. Este ha sido el espíritu de la Iglesia de todos los tiempos, la razón de la misión ad gentes, la tarea de transmitir la fe a otras culturas: pero con el deseo de no hacer proselitismo, sólo para presentar la verdad, y, con la verdad, el camino de la vida, la vida verdadera.

En la actualidad, hay situaciones en América Latina que hacen muy difícil predicar el Evangelio, como la violencia misma o el conflicto armado ... ¿Cómo reacciona la comunidad de la iglesia?
Sí, hay situaciones de muy alto riesgo, y los obispos lo saben bien. Pero la gente se tranquilizan al ver la actitud de sus pastores. A veces la gente va a las autoridades, al presidente de la región, al sindicato, para tratar de resolver las situaciones más difíciles, pero son los sacerdotes a responder: con su presencia se mantiene la presencia de la Iglesia. Así que la gente se quedara con ellos, no emigra, las ciudades no se quedan despobladas, debido a que el pastor se queda, porque hay quien celebra la Misa, administrar los sacramentos, predica y habla de la esperanza, a pesar de la violencia y otros problemas serios. Estas situaciones nos entristecen mucho humanamente, pero nos fortalecen espiritualmente. El martirio siempre ha enriquecido la vida de la Iglesia, no debe asustar, aunque nos entristece ver como matan a muchos que han pagado un generoso servicio a la Iglesia. No hay que olvidar que en esta Iglesia, estamos como peregrinos, y la forma en que terminará nuestra vida terrenal debe ser un último pensamiento, debemos pensar en el cielo, y con esta esperanza, tenemos que ver estas situaciones, de lo contrario estaríamos desesperados. Por supuesto, siempre aconsejamos cautela, e invitamos a los sacerdotes a ponerse el clergyman (alza cuello), porque incluso la delincuencia organizada lo respeta.

¿Cuál es la identidad de la Iglesia latina, y cómo contribuye a estas situaciones?
A partir de Aparecida se ha incrementado entre los pastores, sacerdotes, obispos e incluso los trabajadores pastorales, la conciencia de ser Iglesia en América Latina, hay una necesidad de fortalecer la identidad católica. La contribución de la Iglesia no puede ser para formar un ejército o grupos de seguridad organizados, no es parte de nuestro trabajo. No tenemos fuerzas armadas, pero tenemos una fuerza moral tan grande que cuando la semilla empezará a crecer, como deseamos vivamente, entonces llegará la paz social, que trae la paz con el Señor, con Cristo. Para nosotros este es el camino, por lo que estamos comprometidos con y para la familia, con y para la vida, porque es allí donde está el futuro de nuestra sociedad.
Quiero subrayar que aunque la Iglesia en América Latina está viva, y a pesar de las difíciles situaciones en los diferentes países,  las comunidades cristianas son autónomas: tenemos nuestros sacerdotes, nuestras instalaciones, las vocaciones ... Es una iglesia que es capaz de vivir sola con la ayuda de sus fieles, y es capaz de responder con generosidad a iniciativas como la Jornada de las Misiones (Domund) para ayudar a la misión ad gentes. Ahora América Latina ya no es una zona de Misión Ad Gentes, se ha convertido en un área de plena vida eclesiástica.

Fuente: Agencia Fides

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