Homilía de monseñor Marcelo Raúl Martorell,
obispo de Puerto Iguazú,
para el VI domingo de Pascua (29 de mayo de 2011)
para el VI domingo de Pascua (29 de mayo de 2011)
“Venid y ved las maravillas del Señor”
(Sal.66)
La liturgia de este domingo se centra en la promesa del Espíritu Santo:
“si me amáis y guardáis mis mandamientos, Yo rogaré al Padre y el os enviará
otro Abogado que estará con vosotros para siempre” (Jn.14, 15). El observar los
mandamientos, aconsejado por Jesús repetidamente, es la condición para recibir
al Abogado, ¡al Espíritu Santo! Solamente quien vive en el amor, y en tal
observancia de los mandamientos, es apto para recibir el Espíritu Santo que es
el amor infinito hecho persona. Y el mismo Jesús en otras partes del evangelio
les habla a los Apóstoles de la venida del Espíritu Santo. Él enviará a los
suyos otro Paráclito, que lo sustituirá y se quedará para siempre con ellos y
con toda la Iglesia, y siendo Espíritu su presencia será espiritual, invisible
a los ojos de los hombres. Pero ejerciendo en ellos una acción tal que no sólo
les hará recordar todo lo que Jesús les enseñó; sino que será la “fuerza y el
impulso” necesarios para la evangelización. Los discípulos ya lo conocen y lo
perciben, pues está en medio de ellos (Ib.17). Es el Espíritu de Verdad y por
eso el mundo sumido en el error no lo puede reconocer ni recibirlo. Será
necesario estar íntimamente configurado con el Espíritu del Señor.
Ellos lo recibieron al resucitar el Señor, pues Él se los dio, pero no
lo vieron. Más el día de Pentecostés, bajará sobre ellos como lenguas de fuego
y los discípulos junto con María la Madre del Señor, habrán visto en su
interior todo lo que el Señor les manifestara y ellos mismos vivieran, serán
transformados por él, y en él encontrarán a Cristo…”Aquel día conoceréis que yo
estoy en mi Padre, y vosotros en mí y Yo en vosotros (Ib 20)
Al Espíritu Santo en efecto es confiada la misión de iluminar a los
creyentes acerca de los misterios ya anunciados por Jesús y por su luz se
conocerá el gran misterio de la Trinidad, también enseñado por Jesús, y
entenderán ellos de alguna manera, como Cristo Verbo Eterno, Dios como el
Padre, (El Padre y Yo somos Uno) y el Espíritu Santo, está en el Padre y en el
Espíritu Santo. Comprenderán que por la Unidad y la Trinidad de Dios, las tres
Personas divinas son inseparables: Donde está una están también las otras dos y
que la vida en Cristo es comunión de vida con la Santísima Trinidad. Y todos
los creyentes por el misterio del sacramento del bautismo se convierten en
templos vivos de la Trinidad, ella habita en nuestros corazones y todos los
hombres estamos llamados a vivir esta hermosa realidad que llevamos en nuestros
corazones como en una vasija de barro.
Aunque en el bautismo el hombre ha sido ya regenerado en el Espíritu
Santo, debe recibirlo con mayor plenitud en el sacramento de la confirmación
que nos renueva en la gracia de Pentecostés. En el confirmando no solamente
será plenitud, sino gracia y fuerza para vivir la vida en Jesucristo, para
poder obrar en la tierra las obras del amor de Dios y fortaleza frente a las
acechanzas del mundo. ¿Cómo poder seguir a Jesucristo en este mundo, tan
alejado de él, sin la fuerza del Espíritu Santo? ¿Cómo poder cumplir con sus
mandamientos, especialmente el del amor, en un mundo tan egoísta? Todos los
seres de la tierra necesitamos de esta fuerza y presencia si queremos triunfar
sobre el mundo y sobre todo si queremos construir un mundo mejor. Es el
Espíritu de Jesús el que nos impulsa a transformarnos y a transformar el mundo
y la sociedad, haciendo El -por medio de nosotros- un mundo nuevo. Solamente
por El podremos dejar en la tierra a nuestro paso un mundo mejor y cuánto nos
alegra saber que podemos superar las negaciones y los fracasos de este mundo y
esta sociedad. Convertidos por el Espíritu ¡todo lo podemos!
Que María la llena de gracia, la llena del Espíritu Santo, nos una por
la oración a Jesús y nos llene Él de su Santo Espíritu.
Mons. Raúl Martorell, obispo de Puerto Iguazú
Fuente:
AICA
Casi como continuidad del Art.anterior agrego.
ResponderEliminarTodos los Sacramentos son importantes, pero el
de la Confirmacion no solo es llenarnos del Esp.
Santo, sino que nos ayudar a discernir que quie-
re el Senior de cada uno de nosotros, o sea cono-
cer su plan para nuestra vida.
Desciendes como impetuoso viento
amor del Padre y del Hijo, Esp.Divino
tu agua de vida, como fresca uncion
embriaga toda vida, todo corazon.!
Ese es mi sentir...!
ETELVINA