Como es tradicional en los viajes apostólicos internacionales, Benedicto XVI
concedió una breve entrevista a los periodistas que le acompañaban en el avión
rumbo a Croacia. La primera pregunta fue: Santidad, usted ya ha estado en
otras ocasiones en Croacia y su predecesor viajó en tres ocasiones a este país.
¿Puede hablarse de una relación particular entre la Santa Sede y Croacia?
¿Cuáles son los motivos y los aspectos más significativos de esta relación y de
este viaje?
El Papa respondió que había estado en dos ocasiones en Croacia, “la primera vez, con motivo de los funerales del cardenal Franjo Šeper, mi predecesor en la Doctrina de la Fe, que era un gran amigo. (…) Luego viajé de nuevo por invitación de su secretario particular, Čapek, también él un hombre de gran alegría y de gran bondad, con motivo de un simposio y para participar en una celebración en un santuario mariano. Allí pude vivir la piedad popular, que tengo que decir que es muy parecida a la de mis tierras. (…) Así pude ver y vivir cómo es Croacia, con su milenaria historia católica, siempre muy cercana a la Santa Sede, y naturalmente con la precedente historia de la Iglesia antigua”.
La segunda pregunta fue: Santo Padre, Croacia en un futuro breve debería unirse a las 27 naciones que forman parte de la Unión Europea, pero en los últimos años, en el pueblo croata, ha ido creciendo un cierto escepticismo ante la Unión. En esta situación, ¿piensa ofrecer un mensaje de aliento a los croatas para que no sólo vean Europa desde una perspectiva económica, sino también cultural y desde los valores cristianos?
Benedicto XVI señaló que Croacia “es un pueblo que está en el Centro de Europa, de su historia y de su cultura. En este sentido, creo que es lógico, justo y necesario que entre en la UE. (…) Se puede comprender que quizá haya un miedo a un “burocratismo” centralizado demasiado fuerte, a una cultura racionalista, que no tiene suficientemente en cuenta la historia y la riqueza de la historia, así como la riqueza de la diversidad histórica. Me parece que ésta puede ser precisamente la misión del pueblo croata que ahora entra: renovar, en la unidad, la diversidad. La identidad europea es una identidad propia en la riqueza de las diferentes culturas, que convergen en la fe cristiana, en los grandes valores cristianos. Para que esto sea nuevamente visible y eficaz, me parece que con la entrada de Croacia, se reforzaría, contra un cierto racionalismo abstracto, la historicidad de nuestras culturas y la diversidad, que es nuestra riqueza. En este sentido, aliento a los croatas: el proceso de entrada en Europa es un proceso recíproco de dar y de recibir. También Croacia da con su historia, con su capacidad humana y económica, y naturalmente recibe, ampliando así el horizonte y viviendo en este gran comercio no sólo económico, sino sobre todo también cultural y espiritual”.
La última pregunta fue: Muchos croatas esperaban que con motivo de su viaje pudiera tener lugar la canonización del beato cardenal Stepinac. ¿Qué importancia tiene hoy, desde su punto de vista, su figura?
El Papa respondió que “el cardenal era un gran pastor y un gran cristiano, así como un hombre de un humanismo ejemplar. Diría que el cardenal Stepinac tuvo que vivir en dos dictaduras opuestas, pero ambas antihumanistas: en primer lugar, el régimen Ustacha, que parecía cumplir el sueño de la autonomía y de la independencia, pero que en realidad era una autonomía basada en la mentira, pues estaba manipulada por Hitler para sus intereses. El cardenal Stepinac comprendió muy bien esto y defendió el auténtico humanismo contra este régimen, defendiendo a serbios, judíos, gitanos. (…) Luego vino la dictadura contraria del comunismo, donde volvió a luchar por la fe, por la presencia de Dios en el mundo, por el verdadero humanismo, que depende de la presencia de Dios: sólo si el hombre es imagen de Dios el humanismo florece. Este era su destino: luchar en dos luchas diferentes y opuestas. Precisamente en esta decisión a favor de la verdad contra el espíritu del momento, a favor de este verdadero humanismo, que procede de la fe cristiana, es un gran ejemplo no sólo para los croatas sino para todos nosotros”.
Fuente: VIS - Vatican Information Service
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