Después de saludar al comité organizador estatal de la visita apostólica en la
nunciatura de Zagreb, el Santo Padre se trasladó a las 17,45 al Teatro Nacional
de esa capital para encontrarse con los representantes de la sociedad civil, del
mundo político, académico, cultural y empresarial, así como con el Cuerpo
Diplomático y con los líderes religiosos. Benedicto XVI fue acogido por
un pequeño complejo musical y recibió el saludo del arzobispo Zelimir Puljic, de
Zadar, presidente de la Comisión cultural de la Conferencia Episcopal de Croacia
y del profesor Niko Zurak, catedrático de Ética en la Facultad de Medicina de
Zagreb y miembro de la Pontificia Academia para la Vida.
El Papa comenzó su discurso hablando de “la dimensión de la universalidad, característica del arte y de la cultura”, que “es particularmente connatural al Cristianismo y a la Iglesia católica. Cristo es plenamente hombre, y todo lo que es humano encuentra en Él y en su Palabra plenitud de vida y significado”.
“Este espléndido teatro -continuó- es un lugar simbólico, que manifiesta vuestra identidad nacional y cultural. Poder encontraros aquí a todos juntos es otro motivo de alegría del espíritu, porque la Iglesia es un misterio de comunión y se alegra siempre de la comunión, en la riqueza de la diversidad. La participación de los representantes de otras Iglesias y Comunidades cristianas, así como también de la religión judía y musulmana, contribuye a recordar que la religión no es una realidad separada de la sociedad, sino un componente suyo connatural, que constantemente evoca la dimensión vertical, la escucha de Dios como condición para la búsqueda del bien común, de la justicia y de la reconciliación en la verdad. La religión pone al hombre en relación con Dios, Creador y Padre de todos, y, por tanto, debe ser un factor de paz. Las religiones deben purificarse siempre según esta verdadera esencia suya para corresponder a su genuina misión”.
Acto seguido, el Santo Padre introdujo el tema central de su reflexión: el de la conciencia, “que es fundamental para una sociedad libre y justa, tanto en el plano nacional como supranacional”. “Naturalmente -dijo- pienso en Europa, a la que desde siempre Croacia pertenece en el ámbito histórico-cultural y a la que está por entrar en el político-institucional. Pues bien, hay que confirmar y desarrollar las grandes conquistas de la edad moderna, es decir, el reconocimiento y la garantía de la libertad de conciencia, de los derechos humanos, de la libertad de la ciencia y, por tanto, de una sociedad libre, manteniendo abiertas, sin embargo, la racionalidad y la libertad en su fundamento trascendente, para evitar que dichas conquistas se autodestruyan, como debemos constatar lamentablemente en bastantes casos. La calidad de la vida social y civil, la calidad de la democracia, dependen en buena parte de este punto “crítico” que es la conciencia, de cómo es comprendida y de cuánto se invierte en su formación. Si la conciencia, según el pensamiento moderno más en boga, se reduce al ámbito de lo subjetivo, al que se relegan la religión y la moral, la crisis de occidente no tiene remedio y Europa está destinada a la involución. En cambio, si la conciencia vuelve a descubrirse como lugar de escucha de la verdad y del bien, lugar de la responsabilidad ante Dios y los hermanos en humanidad, que es la fuerza contra cualquier dictadura, entonces hay esperanza de futuro”.
Benedicto XVI subrayó después que era necesario recordar las raíces cristianas de numerosas instituciones croatas “por fidelidad a la verdad histórica”, y es importante saber leerlas en profundidad “para que puedan dar ánimo también al hoy. Es decir, es decisivo percibir el dinamismo que hay en un acontecimiento, como, por ejemplo, el nacimiento de una universidad, o de un movimiento artístico o de un hospital. Hay que comprender el porqué y el cómo de lo que ha sucedido, para apreciar en el hoy dicho dinamismo, que es una realidad espiritual que llega a ser cultural y por tanto social”.
En este sentido, el Papa citó al padre Ruđer Josip Bošković, jesuita, nacido en Dubrovnik hace ahora trescientos años, que “encarna muy bien la buena compenetración entre fe y ciencia, que se estimulan mutuamente para una búsqueda al mismo tiempo abierta, diversificada y capaz de síntesis. (...) En Bošković encontramos el análisis, el estudio de las múltiples ramas del saber, pero también la pasión por la unidad. Y esto es típico de la cultura católica. Por eso mismo, la fundación de una Universidad Católica en Croacia es signo de esperanza. Deseo que ella contribuya a crear unidad entre los diversos ámbitos de la cultura contemporánea, los valores y la identidad de vuestro Pueblo, dando continuidad a la fecunda contribución eclesial a la historia de la noble Nación croata”.
Benedicto XVI retomó el tema de la conciencia “como clave para el desarrollo cultural y la construcción del bien común”, y afirmó que “en la formación de las conciencias, la Iglesia ofrece a la sociedad su contribución más singular y valiosa. Una contribución que comienza en la familia y que encuentra un apoyo importante en la parroquia, donde niños y adolescentes, y también los jóvenes, aprenden a profundizar en la Sagrada Escritura, que es el “gran código” de la cultura europea; y aprenden al mismo tiempo el sentido de la comunidad fundada en el don, no en el interés económico o en la ideología, sino en el amor, que es “la principal fuerza impulsora del auténtico desarrollo de cada persona y de toda la humanidad”.
“Esta lógica de la gratuidad, aprendida en la infancia y la adolescencia, se vive después en otros ámbitos (...) y una vez asimilada se puede manifestar en los ámbitos más complejos de la política y la economía, trabajando por una polis que sea acogedora y hospitalaria y al mismo tiempo no vacía, no falsamente neutra, sino rica de contenidos humanos, con una fuerte dimensión ética. Aquí es donde los fieles laicos están llamados a aprovechar generosamente su formación, guiados por los principios de la Doctrina social de la Iglesia, en favor de una laicidad auténtica, de la justicia social, la defensa de la vida y la familia, la libertad religiosa y de educación”, finalizó el Santo Padre.
Terminado el encuentro con los representantes de la sociedad civil, Benedicto XVI se desplazó en papamóvil a la Plaza Josip Jelacic, donde a las 19,30 tendría lugar el encuentro con los jóvenes.
Fuente: VIS - Vatican Information Service
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